El registro “quitapenas”

0

Por Zuriñe Ojeda

Desde 1957 existe en España el “Legajo de criaturas abortivas”, que con la ley de Zapatero de 2011 pasó a llamarse “Archivos de nacidos sin vida tras los seis meses de gestación”. Era un instrumento legal para poder dar enterramiento a los restos, un control demográfico y unos datos médicos estadísticos muy valiosos. Se supone que también evita las simulaciones de embarazo para adopciones ilegales, pero dada la historia de nuestro país, no ha servido de nada para evitarlas, ni tampoco los robos de bebés. Eso sí, al parecer ha sido útil para las investigaciones posteriores. La ley de 2011, que no se aprobó finalmente hasta 2021, contempla la inscripción de esos datos en el Registro Civil, y el 8 de Agosto de este año se publicó en el BOE la aprobación de la disposición adicional cuarta, que incluye la posibilidad (no obligatoria) de registrar con nombre al mortinato.

Muchas feministas alertamos de que este era un paso para atrás nada inocente para los derechos de todas las mujeres, y más concretamente para el derecho al aborto. Es cierto que este registro no dota de personalidad jurídica alguna al mortinato, que afecta a mortinatos a partir de los seis meses de gestación y que tenemos una ley que garantiza el aborto libre hasta las 14 semanas y hasta las 22 semanas en el caso de patología fetal o salud materna.

Empezando por lo último, solo diré que en Estados Unidos tenían una sentencia del Tribunal Supremo (Roe vs Wade) que garantizaba el derecho al aborto en todo el país hasta junio del año pasado, cuando el mismo tribunal la derogó, dejando la cuestión en manos de cada estado, y desde entonces y en poco más de un año 14 estados lo han prohibido totalmente y en otros tantos han impuesto enormes restricciones y condicionantes. Las feministas sabemos bien, por amarga experiencia, que no hay ley, por asentada y firme que nos parezca, que no se pueda derogar de la noche a la mañana si se trata de quitarnos derechos a las mujeres. O deberíamos saberlo, porque algunas parecen haberlo olvidado.

Parece evidente que desde el punto de vista médico y asistencial en este país hemos tenido fuertes carencias para con las mujeres que sufren abortos, dada la enorme cantidad de asociaciones que hay por todo el país dedicadas al duelo perinatal. Asociaciones que incluyen consultorios psicológicos y alrededor de las cuales han florecido diversos negocios de asistencia al duelo. Lo que yo no sabía es que estas asociaciones llevan desde 2009 pidiendo, entre otras cosas, la inscripción en el Registro Civil y en el Libro de Familia de estos mortinatos, pero no como se ha hecho, sino como hijos fallecidos. Y aunque fue rechazada, siguen insistiendo y pidiéndolo.

Y lo que yo me pregunto son dos cosas: ¿el duelo se sobrelleva mejor si el Estado da fe? Y aunque así fuera, ¿el Estado y las leyes están para validar los sentimientos?

A lo primero deberán responder las expertas, aunque confieso mi escepticismo. Si fallece la pareja de alguna, con quien ha podido estar décadas de unión sin formalizarlo legalmente como matrimonio, ¿una inscripción como matrimonio post mórtem aliviaría ese duelo? ¿Acaso lo que no está en el Registro no existe? ¿Necesitamos que papá Estado nos diga lo que hemos vivido y sentido? Sinceramente, me parece una infantilización de la sociedad.

Pero la respuesta a la segunda es un rotundo NO, y nos quedan muchos años de sufrir las consecuencias de haberlo hecho con la ley trans.

Ninguna feminista, por si no ha quedado claro, negamos el dolor de ninguna mujer que haya sufrido una muerte perinatal y exigimos para ellas las atenciones médicas y psicológicas que precisen. Pero ninguna de ellas pasa por dar ningún tipo de reconocimiento jurídico a un feto. Y debería ser muy sencillo entender el por qué, y es que nos pone en riesgo a todas las mujeres. Algunas parecen olvidar que este país sigue siendo profundamente católico, quizá menos en las formas que en el fondo. Que a pesar de ser ilegal, siendo habiendo grupos de fanáticos a las puertas de las clínicas donde se practican abortos increpando a mujeres y personal médico. Que bastó que una mujer contara en televisión con la mayor normalidad del mundo y sin lágrimas ni traumas que había abortado tras un embarazo no deseado para que se la tachara de frívola incluso desde posiciones “feministas”. Que basta con que una mariposa agite las alas en la otra punta del mundo para que las mujeres perdamos todo lo que nos ha costado tanto conseguir. 

Ni el Registro Civil ni las leyes están para validar los sentimientos de nadie, por muy legítimos que sean, y recurrir a ello como consuelo es una falacia. Quizá desde el feminismo tendríamos que empezar a preguntarnos quiénes están detrás de esas asociaciones, y en cuántas se ayuda de buena fe a las mujeres a superar su duelo y seguir con sus vidas, y si en algunas lo que se hace es prolongarlo artificialmente para sustentar ciertos negocios. No somos paranoicas, somos feministas. 

@zurinelakona

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.