Respuesta al artículo “Posmodernidad y patriarcado: la insistencia en la abnegación de las mujeres.”

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Beatriz García (@beyondwoods)

Intentaré responder de forma sucinta a ciertas afirmaciones emitidas en el artículo “Posmodernidad y patriarcado: la insistencia en la abnegación de las mujeres.”, publicado en este mismo medio, – y con ello intentar hacer reflexionar a las mujeres que quieren acabar con el machismo y animar a que nunca den nada por verdadero porque lleve cierta etiqueta, incluido aquello que lleve la etiqueta feminista, – ya que considero que es una afrenta injusta al marxismo la comparación de este con las reaccionarias teorías posmodernas, aludiendo que el marxismo es un instrumento de negación de la explotación de las mujeres por razón de sexo y que no es aplicable a la situación de las mujeres y su relación con los hombres, como si fuéramos lo otro, algo que opera al margen del funcionamiento del resto de la sociedad, que es de lo que se ocupa el marxismo.

No puedo comenzar sin desmentir lo aquí expuesto, “Según Hartmann, en la sociedad actual existe una colaboración entre patriarcado y capitalismo, y solo se entenderá nuestra sociedad cuando se analicen correctamente ambos sistemas, sin olvidar el apoyo que se prestan mutuamente.” No pueden existir dos sistemas paralelos, existe una totalidad y esa totalidad de la actualidad se llama Capitalismo, que es el modo de producción vigente, base de toda sociedad humana, cómo se organizan los seres humanos para conseguir los medios de vida. El mundo es un todo y así debe ser enfrentado, en su totalidad, porque todo se haya en relación. No puedes tratar la situación de las mujeres por un lado y la economía por otro, porque la situación de las mujeres y la economía están unidas. El Capitalismo incluye dentro de sus necesidades la jerarquía sexual, la división sexual del trabajo y la explotación mercantil de las mujeres no sólo como mano de obra. El Capitalismo no necesita ningún complemento para mantener el machismo, es intrínseco a todo modo de producción clasista basado en la propiedad privada de los medios de producción. No hay un Capitalismo con igualdad de sexos y entonces por no se sabe bien qué hay otro sistema que lo joroba y mete el machismo. (Tampoco hubo un esclavismo o un sistema feudal tales).

Dicho esto, y puesto que parten de las mismas falsedades sobre el marxismo y sobre lo que Engels afirmó en sus escritos, contestaré a estas cuestiones que siguen de forma conjunta. “Los marxistas o bien mantienen que el feminismo es algo subordinado a la lucha de clase o, peor aún, que el feminismo es un obstáculo a la lucha de clase porque divide a la clase obrera.”, “Todas las posturas marxistas analizadas por Hartmann carecen, según la autora, del aspecto primordial, de pensar las relaciones entre hombres y mujeres, es decir, del análisis feminista. El estudio marxista es apropiado para explicar cómo funciona económicamente el capitalismo –gracias a él contamos con conceptos como “plusvalía”, “clase” o “ejército de reserva del trabajo”-, pero no sirve para determinar quiénes ocuparán los espacios o quiénes obtendrán los mejores puestos en los trabajos. Como afirma Hartmann: “Las categorías marxistas, como el propio capital, son ciegas al sexo”. La lucha de clases es el motor del cambio en las sociedades humanas, eso es lo que defiende el marxismo. Lo cuál no es sinónimo de que el ámbito del marxismo se reduzca a la lucha de clases. El marxismo es la explicación del funcionamiento del mundo humano, es el descubrimiento de las leyes que operan tanto en la naturaleza como en la formación y desarrollo de las sociedades humanas. Es la herramienta de análisis que nos da las claves para saber por qué existe determinada cultura y qué se debe hacer para cambiarla, progresando hacia una sociedad en la que la humanidad pueda emanciparse, para que pueda dejar atrás cualquier tipo de sometimiento entre seres humanos, y eso incluye la situación jerárquica que actualmente existe por razón de sexo. (Afirmar que el marxismo es ciego al sexo es un despropósito al nivel de afirmar que los tomates o las guitarras escapan de la ley de la gravedad. Nada humano escapa al marxismo. El marxismo se ocupa del estudio, explicación y cambios de las relaciones humanas.) Lo que afirma el marxismo es que el movimiento comunista es el único que puede conducir a las mujeres hacia la verdadera libertad, porque nos dice por qué existe determinada cultura, y por tanto nos dice por qué existe la cultura machista, y qué pasos debemos seguir para que deje de hacerlo. Y a su vez afirma que el movimiento feminista, por muy buenas intenciones que tengan sus miembros o por mucha certeza en denunciar injusticias, es un movimiento idealista, carece de un plan viable para lograr aquello que tiene como objetivo, lograr el fin del machismo. Es un movimiento idealista que basa todo su actuar en intentos de reforma del sistema legal burgués (A veces para un mero intento de que mujeres de clases propietarias obtengan igual capacidad para la explotación de otros seres humanos que los varones de su clase) o en la educación, en el intento de cambiar el mundo a través de las ideas, pero el mundo funciona al revés. Las ideas son el producto de la organización social. Es la sociedad la que educa, y son quienes tienen el poder económico, y por tanto político, quienes deciden qué educación se da en las instituciones educativas. Primero tendrías que lograr el poder económico político si quieres establecer un sistema educativo que propague las ideas de justicia que defiendes. Por eso no existe ningún camino hacia la desaparición del machismo que no tenga como paso previo la revolución que acabe con la propiedad privada de los medios de producción arrebatando el poder económico político a las gentes cuyos intereses de clase incluyen el mantenimiento del sometimiento y explotación de las mujeres y depositándolo en las desposeídas. No es cuestión de jerarquizar injusticias, es cuestión de cómo opera la realidad y lo hace de determinada manera, nos guste o nó. No es cuestión de relegar el sometimiento de las mujeres, es cuestión de hacerlo central en el movimiento comunista y para ello es necesaria la participación activa de las mujeres en este, y en particular de aquellas con mayor interés en que desaparezca, las que forman parte de las clases desposeídas y en especial, las de clase obrera, aquellas que sufren en carne propia el robo del fruto de su trabajo por parte de los propietarios de los medios de producción. Haciéndolas comprender que es el marxismo la repuesta y la puesta en práctica de su propia liberación y que los reduccionismos economicistas y obreristas que se hace del marxismo, son eso, reduccionismos cuyo fin es apartar a las mujeres del camino a su liberación.

Continúa el artículo exponiendo lo siguiente; “Por lo tanto, la postura de algunos marxistas clásicos -como Marx, Engels o Lenin- es la de creer que con el capitalismo las mujeres accederían en masa al trabajo asalariado y, de esta manera, se acabaría la división sexual del trabajo y la discriminación que conlleva, quedando sólo lo que ellos consideran el auténtico problema: la lucha de clases.” Esto es tal despropósito que es difícil saber por dónde empezar. En ningún momento ningún marxista ha afirmado tales insensateces. Es imposible el fin del machismo dentro del Capitalismo, algo que todos esos autores mencionados dejaron bien claro de forma totalmente rotunda.

Continúa, “Era esencial –entonces- para Engels, la incorporación de las mujeres al trabajo asalariado, ya que así serían independientes y llevarían a cabo, también, la revolución proletaria. Después de esa revolución, cuando no existiera la propiedad privada, la mujer se liberaría de la opresión del capital y de los hombres.” Engels, como buen materialista dialéctico que sabía que el progreso tiene unas normas concretas, defendía la incorporación de las mujeres al trabajo asalariado para que estas pudieran adquirir conciencia del origen de su explotación y pudieran organizarse políticamente al ya ser parte activa de la vida social y no meros objetos de explotación en el ámbito doméstico sin posibilidad de unirse por hallarse aisladas. En ningún momento afirmó que la mera desaparición de la propiedad privada fuera el fin de nada, es el comienzo del fin y es necesario junto a la socialización del trabajo ahora doméstico, algo que Engels siempre defendió como fundamental. Y fundamental no es sinónimo de único. Recuerdo aquí un extracto de una carta enviada a Joseph Bloch y que considero que puede emitir luz sobre los fundamentos del marxismo; “Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda. La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta, las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las Constituciones que, después de ganada una batalla, redacta la clase triunfante, etc., las formas jurídicas, e incluso los reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los participantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas, las ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de dogmas—ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma. Es un juego mutuo de acciones y reacciones entre todos estos factores, en el que, a través de toda la muchedumbre infinita de casualidades (es decir, de cosas y acaecimientos cuya trabazón interna es tan remota o tan difícil de probar, que podemos considerarla como inexistente, no hacer caso de ella), acaba siempre imponiéndose como necesidad el movimiento económico. De otro modo, aplicar la teoría a una época histórica cualquiera sería más fácil que resolver una simple ecuación de primer grado. Somos nosotros mismos quienes hacemos nuestra historia, pero la hacemos, en primer lugar con arreglo a premisas y condiciones muy concretas. Entre ellas, son las económicas las que deciden en última instancia. Pero también desempeñan su papel, aunque no sea decisivo, las condiciones políticas, y hasta la tradición, que merodea como un duende en las cabezas de los hombres.”

A propósito del siguiente párrafo, “Aunque Zaretsky toma la idea feminista de que el patriarcado es anterior al capitalismo, también defiende que la división de los espacios es la cuestión principal que aporta el capitalismo. No obstante, se le puede preguntar a Zaretsky por qué en esa división capitalista es la mujer la que debe quedarse en casa y el hombre ostentar el trabajo asalariado. Esa división de las tareas por sexo se debe al patriarcado y no al capitalismo.” No soy Zaretsky, pero voy a responder. Porque son las mujeres quienes tienen la capacidad de gestar y dar a luz a más seres humanos, elemento económico fundamental de toda sociedad, aquellos que serán utilizados como mano de obra, como guerreros o como herederos de la propiedad. El Capitalismo necesita mano de obra, necesita tropas, necesita el control de la reproducción de las mujeres, por eso el machismo es un asunto del modo de producción. ¡Cómo no va a ser la división sexual del trabajo una cuestión del modo de producción, o sea, del modo de organización del trabajo! El Capitalismo no es ciego al sexo sino lo contrario.

También se afirma en el artículo que los hombres se benefician del machismo y que el marxismo lo ignora así que lo responderé con la frase con la que termino mi exposición.

Cerraré diciendo que llegar a decir que Engels defendió que “en la clase proletaria la mujer no estaba oprimida porque carecían de propiedad privada” es tal delirio que contestaré con una de sus frases más famosas. «En la familia el marido es el burgués y la mujer representa el proletariado.»

2 COMENTARIOS

  1. […] (2) Federici ha recibido varias réplicas, pero citaré tres: Ignazio Aiestaran, “Karl Marx y El Capital frente a las soflamas sin valor de Silvia Federici”, Rebelión, 20/6/2018; Guillem Murcia, “De la quema de brujas al trabajo productivo: una crítica al enfoque de Silvia Federici”, Viento Sur, 10/7/2017; y Andrés Piqueras, “Feminismo a lo Federici. Breves consideraciones del feminismo ‘post’”, en cap. 10 de su libro De la decadencia de la política en el capitalismo terminal, Ed. Viejo Topo, Barcelona, 2022. Y, para una crítica a los planteamientos de Jule Goikoetxea, Kolitza en https://borrokagaraia.wordpress.com/2017/12/29/marxismo-y-opresion-de-genero-respuesta-a-jule-goikoetxea-y-teresa-larruzea/ y https://borrokagaraia.wordpress.com/2018/01/19/feminismo-proletario-y-comunismo-revolucionario/ Más reciente, véase también este artículo de Beatriz García en respuesta a otro de Cristina Lozano: https://elcomun.es/2023/10/01/respuesta-al-articulo-posmodernidad-y-patriarcado-la-insistencia-en-la… […]

  2. […] (2) Federici ha recibido varias réplicas, pero citaré tres: Ignazio Aiestaran, “Karl Marx y El Capital frente a las soflamas sin valor de Silvia Federici”, Rebelión, 20/6/2018; Guillem Murcia, “De la quema de brujas al trabajo productivo: una crítica al enfoque de Silvia Federici”, Viento Sur, 10/7/2017; y Andrés Piqueras, “Feminismo a lo Federici. Breves consideraciones del feminismo ‘post’”, en cap. 10 de su libro De la decadencia de la política en el capitalismo terminal, Ed. Viejo Topo, Barcelona, 2022. Y, para una crítica a los planteamientos de Jule Goikoetxea, Kolitza en https://borrokagaraia.wordpress.com/2017/12/29/marxismo-y-opresion-de-genero-respuesta-a-jule-goikoetxea-y-teresa-larruzea/ y https://borrokagaraia.wordpress.com/2018/01/19/feminismo-proletario-y-comunismo-revolucionario/ Más reciente, véase también este artículo de Beatriz García en respuesta a otro de Cristina Lozano: https://elcomun.es/2023/10/01/respuesta-al-articulo-posmodernidad-y-patriarcado-la-insistencia-en-la… […]

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