Jesús Carretero Ajo
I
La ira es la viga maestra
que mantiene en pie
la casa que, ahíta de veneno,
siente nostalgia de la mano
en alto y del paso de la oca.
II
Se alimenta con palabras
que restallan como latigazos
sobre espaldas vírgenes.
III
En ella conviven hienas del color
de la noche oscura y chacales tan grandes
como todo el odio acumulado
contra el retorno de las golondrinas
y las tonalidades rojas, doradas
y violetas de los atardeceres.
IV
Jadeante de rabia,
reúne a golpes insaciables
su armamento de garras que hieren mortalmente
a quienes ya murieron por querer volar.
V
En su tejado anidan buitres
que acarician sesos y víboras
que sueñan con el calor de una axila.
VI
En esta casa, donde el amor o el aire
no son bienvenidos, se reza con fervor
para que los amantes sean exterminados.
VII
Sus puertas, selladas como una maldición
para siempre, jamás debieron ser abiertas,
ni tan siquiera por la insolente y engreída autoridad
de la más alta silla; pero no sucedió así.
Ahora, un fantasma recorre de nuevo el mundo
como la gran peste que otros siglos vieron:
el fantasma de la tiranía.