Mercedes García
Cuánto debemos,
vanidosos y acelerados urbanitas,
a los saltarines gorriones;
discreto plumaje y alegres gorjeos
adornan nuestro trajín diario.
Como esos niños
que con hilos entre los dedos
cosen nuestras ropas,
ellos solos
se encargar de recoger,
una a una,
nuestras migajas de pan.