Por Sonia Mauriz Pereira
A raíz de uno de los espectáculos más bochornosos sucedidos en el Congreso, en el que la diputada de Vox, Carla Toscano (2022) proclama en pleno debate por la «La ley del solo sí es sí» que todo el mérito de Irene Montero es haber «estudiado en profundidad a Pablo Iglesias”, la mencionada señalaba «violencia política» por ser feminista y pedía a la cámara que se tomara nota del insulto.
Lo repitió luego en cuanta entrevista concedió y, por supuesto, el corifeo que siempre la acompaña, insistió machaconamente en redes, el modus operandi habitual.
¿Existe la violencia política? Sí.
¿La sufre Irene Montero? Sí y es muy obvia en este y otros ataques como «Ser fecundada por un macho alfa».
Pero, ¿es tal y como la describe o está utilizando una vez más al feminismo para su propio interés? Pues me temo que sí cuando se trata de crítica a su labor como profesional, al margen de su sexo.
Además tergiversa el concepto para exonerar a la izquierda de practicarla y, una vez más, se autoproclama portavoz del feminismo (a estas alturas y con el tono mesiánico que utiliza, profeta del feminismo)
La ministra, define en sus intervenciones este tipo de violencia como «una estrategia de la derecha y ultraderecha para sancionar a las mujeres feministas que ostentan cargos o se organizan por derechos, para que las demás consideren si merece la pena»
¿Es una estrategia de la derecha o es patriarcado? ¿El patriarcado solo se manifiesta en agrupaciones de derecha? ¿Solo se ataca y sanciona a feministas o a mujeres por ser mujeres y acceder al espacio público?
A diario podemos observar ataques machistas a mujeres conservadoras también, por ejemplo, Pablo Iglesias (2016) ofrece su despacho en pleno Congreso a Andrea Levy ( PP) y Miguel Vila para «conocerse». Una humillación pública en el ámbito profesional de una mujer.
Todas sabemos de los motes dirigidos a mujeres dirigentes de derecha e Izquierda, haciendo mofa de físico, orientación sexual, estado civil, dudas de cómo se accede al cargo sin intercambio sexual… y las activistas feministas recibimos cariñosos comentarios sobre nuestra edad e invitaciones al silencio, nombrándonos por neologismos más propios de jerga adolescente que de adultos y equiparándonos a nazis.
No sé, ¿no es una sanción y un intento de acallarnos algo tan violento como equipararnos a los mayores genocidas del s.XX?
Y este intento de apartarnos del espacio público viene de hombres tan autoproclamados ( a gritos y gesticulando mucho) de izquierda como Pablo Iglesias, Monedero, Echenique…
Buscando una definición técnica de «Violencia política» desde una perspectiva feminista, porque la de la Ministra, por lo que sea, me pareció muy ad hoc para su caso personal, encontré un informe de la Secretaría de Igualdad y contra la Violencia Género titulado (agarraros radfem) :»La Violencia Política por razón de género en España: una aproximación cualitativa» (Hybridas)
Como ya podéis sospechar el informe, objetivísimo, utiliza conceptualidad Queer y así diferencia entre VPRG (Violencia Política por razón de Género) y «Violencia Política contra las Mujeres».
Que lo lee un lego en feminismo y loquea, ¿cuál es la diferencia?
El informe define la violencia contra las mujeres como «aquella que se produce contra la mujer por el solo hecho de serlo y se reproduce en ámbitos como familia, sociedad y estado».
Y VPRG aquella que incluye categorías como raza, clase, origen étnico, religión, niños y niños, orientación sexual, identidad sexual… etc, etc.
No se incluye al hombre blanco autodenominado de izquierda por pudor, supongo.
Utilizando este informe del mismo Ministerio, ¿Irene sufriría Violencia Política por ser Mujer’ o VPRG?
Considerando que se ha llegado a mencionar la fecundación se diría que por ser mujer, pero hoy día quién sabe.
Una vez más, intentar acceder a información desde el Ministerio es caer en la nebulosa Queer del todo vale, la indefinición de la definición.
Afortunadamente, como feministas contamos con una teoría política bien fundamentada como herramienta de análisis.
Por tanto, retomemos la pregunta inicial, ¿existe la violencia política machista?
Por supuesto, uno de los cimientos más importantes del patriarcado es mantener alejada a la mujer del espacio público y los centros de toma de decisión. Vital para mantener el status quo.
Cada vez que la ministra ha señalado violencia política machista contra ella, ¿Lo era? No.
Se queja en la entrevista que dio a Sindy Takanashi de que se le han dicho cosas como «No vales», «Ha hecho una chapuza de leyes » y «No está preparada».
Sí es cierto, como indica Amelia Valcárcel, que no se nos permite llegar tan lejos como un hombre mediocre y desde ahí le llegaran las críticas misóginas.
Pero desde el feminismo, el que acuñó el HT #IreneMonteroDimisión , las que hemos salido a gritarlo, que hemos enviado enmiendas, las que intentamos quedar con ella, interactuar en redes, las que hemos encontrado las RRSS del partido restringiendo respuestas, las que hemos sido bloqueadas por cargos solo por opinar o nos hemos llevado un terf, las que exigíamos que fuera violación y no abuso para conseguir condenas más duras…nosotras ni tenemos poder fáctico, ni jerárquico para ejercer violencia política.
Nosotras hemos hecho crítica fundamentada de la labor de un cargo público y, a cambio, hemos recibido violencia política al no respetar nuestra libertad de expresión, ningunear nuestras enmiendas, ignorarnos como interlocutoras, hacer oídos sordos a las agresiones sufridas física y verbalmente, sufrido mofas de cargos políticos y no haber recibido jamás ni un gesto de apoyo de la que dice hablar en nuestro nombre.
¿Existe la violencia política machista? ¿La victimaria puede ser mujer? ¿Es patrimonio de la derecha?
Pues la Ministra de Igualdad en estos cuatro años nos ha demostrado que sin lugar a dudas existe, que la complicidad alienada de una mujer es posible y que el patriarcado es sistémico y atraviesa a toda la sociedad, derecha e izquierda.
Y que por eso, Feminismo no vota tampoco a traidoras.
