La maté porque no era mía

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Por Mara Ricoy Olariaga

El otro día en el supermercado escuchaba una canción de Simply Red, Stars, nada del otro mundo. Un pop empalagoso de principios de los 90, sempiterno en muchas radios, pero cuya letra entiendo sin siquiera pensarlo por el hecho de ser bilingüe. Y aquí el verso que hizo que me olvidara de lo que estaba comprando:  “lo único que siempre he querido es sentir que no fingías”. 

Me parece una frase rara, me parece un sentimiento extraño, pero no puedo evitar vincularlo con toda eso que se oculta tras la necesidad de validación masculina constante. 

Y me recuerda a la escena de la violación en Blade Runner. Y muchos dirán ¿qué escena de la violación? La que encuentras en YouTube si pones “escena romántica” básicamente es una violación pero con música de Vangelis haciéndonos creer que es romántica. Si sí, hay un mundo terrible escondido justo delante de tus ojos.

En esa escena, Harrison Ford agarra por el pelo a la robot Sean Young y le dice: “Dime bésame”.

Siempre me ha fascinado el que a los hombres les pueda el ego en la interacción con las mujeres hasta el punto de que pagan porque alguien finja desearles. 

Entender la necesidad de los hombres por ser deseados dentro de la jerarquía patriarcal que nos oprime como mujeres, es fundamental para entender lo que significa el tan usado “consentimiento” que se espera de nosotras, las mujeres, en esta sociedad. 

El vídeo más atroz que ha circulado por redes estos días y que extrañamente no ha parecido tener gran trascendencia (aunque no me extraña, con tanto horror hacia las mujeres ya vamos perdiendo capacidad de reacción) es un vídeo procedente de una cámara callejera, en Nueva Delhi, en el que se grabó como un tipo de 20 años mataba a una cría de 16. 

En el vídeo no “sólo” la mata, le asesta 20 puñaladas y no satisfecho coge piedras enormes y la golpea repetidas veces con ellas.

En el vídeo, no menos terrorífico es la falta de reacción de los muchos viandantes que pasan a escasos pasos de donde se desarrolla el crimen. En el visionado tan sólo he observado a un pobre perro callejero y a un señor tener una mínima reacción ante lo sucedido.

Pero en este vídeo, además del horror, lo que se puede ver es la rabia y el odio, y por supuesto un titular que nos dice que la mató ante el rechazo de ella. 

La rabia y el odio porque una cría no te quiera, porque no te pertenezca su voluntad, porque no tengas manera de forzarla a que te quiera. 

Porque te enfrentas a la discrepancia entre la constante promoción de que el mundo es algo tuyo donde las mujeres están ahí para servirte y la realidad. 

Y es desde ahí que hablamos de consentimiento aún como si fuera una telenovela de siglo pasado. Donde las mujeres aún seguimos siendo objetos pasivos ante quienes tienen el privilegio de desear. 

El consentimiento es un insulto que además responsabiliza a la víctima de su violación. 

Asegúrate de gritar mucho “no” por si acaso.

Es sarcasmo, la mayoría de supervivientes, si no estamos paralizadas por el miedo o drogadas, lo hacemos y da absolutamente igual. Las monjas de mi colegio nos instruían a no resistirnos que era peor. ¡Qué mundo este, tan lleno de opciones para algunas! Lo siento, sarcasmo otra vez. 

No nos matan solo por ser mujeres, ni nos matan solo porque no nos doblegamos. 

Nos matan, especialmente, por su incapacidad para aceptar que las mujeres tenemos voluntad propia. 

Y eso es lo realmente monstruoso. 

@matriactivista

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