¡Feministas de doble militancia: levantaos!

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Por Pilar Aguilar Carrasco

Lo sabemos de sobra: las mujeres cargamos con el trabajo doméstico y los cuidados, somos prostituidas, violadas, explotadas en nuestra capacidad reproductiva, ninguneadas, sufrimos violencia, sometimiento y seguimos padeciendo una importante brecha en el ámbito laboral.

Nos preguntamos si los sindicatos saben que 

– La tasa de empleo de las mujeres está todavía unos 10 puntos porcentuales por debajo de la de los hombres.

– El grado de temporalidad de las mujeres es mayor.

– En los contratos indefinidos firmados por mujeres ha aumentado el tiempo parcial (demostración clara de que las mujeres siguen asumiendo las tareas domésticas y de cuidados).

– Todo ello hace que las mujeres tengan menos ingresos y, como consecuencia, prestaciones por desempleo y, sobre todo, pensiones de jubilación más bajas. 

Si dudamos de que los sindicatos sepan todo esto es porque no hacen de la lucha contra esta injusticia una urgencia. Lo volvimos a comprobar este 1º de Mayo: en sus proclamas reivindicativas no figuraba en primer lugar (ni en quinto, claro) la condena de tal desigualdad ni la exigencia de acabar con ella. 

O sea, o no se enteran o no se quieren enterar. “Lo de las mujeres” siempre les parecen asuntos secundarios y de menor cuantía.

Igual les ocurre a los partidos progresistas, de izquierdas (o como quieran llamarse). También se autoproclaman feministas, pero, en tres años y medio no se han dignado legislar para minar las opresiones que padecen las mujeres.

– ¿Educación? Cero. Solo se han centrado en los protocolos trans, es decir en la glorificación del género que es, justamente, lo que debemos combatir.

– ¿Violencia? Cero. Y ni siquiera se sabe en qué se han gastado parte de los fondos del pacto de estado contra la violencia (y lo poco que sabemos nos escandaliza: ¿financiar espectáculos transactivistas con ese dinero? ¿no es absolutamente vomitivo?).

– ¿Trabajo? Prácticamente nada. Bueno, sí, hace menos de un año, ratificaron, por fin, el Convenio 189 de la OIT. Lo hicieron porque no les quedaba más remedio pues el convenio data de 2011 y la OIT exigió su ratificación ya, sin más demora.

– ¿Justicia? Cero. No, no cero, menos, mucho menos, pues con la Ley de Solo sí es sí, demostraron lo poco que les importamos. Y no olvidemos que esa ley fue aprobada unánimemente por los diputados (y diputadas, ay) “progres” del Congreso (aunque luego, algunos aceptaran ponerle parches).

– ¿Medidas contra la cosificación del cuerpo de las mujeres y contra la explotación reproductiva? Nada, nada, nada. Y siguen, tan felices, sin promulgar una ley contra la prostitución, sin derogar la norma del 2010 que permite inscribir bebés comprados en el extranjero, sin actuar contra la pornografía… 

Y así sucesivamente. 

Ahora llegan las elecciones y vuelven a entonar cánticos rebosantes de cinismo: “Lamentan (mucho, mucho, mucho) la violencia, la desigualdad, el abuso que sufrimos. Prometen que lo arreglarán…”. 

O sea, por una parte, nos aseguran que harán todo lo que no han hecho durante estos años. Nos piden que volvamos a confiar en ellos.

Por otra parte, nos atemorizan: “Peor son los otros”. 

Algunas feministas se rinden. Son conscientes de la realidad que hemos vivido, pero creen que

– “Sí, peor son los otros”.

– “Nosotras solas no vamos a ninguna parte”.

– “Los nuestros pueden cambiar a mejor. Debemos intentarlo”.

Y yo, dentro del afecto, la solidaridad y las profundas coincidencias ideológicas que tengo con las feministas que piensan así (y quizá por eso mismo) les rebato:

– Sí, peor son los otros (aunque peor para los intereses de las mujeres de lo que han sido “los progresistas” en esta legislatura no sé si cabe serlo). 

– ¿“Solas” no vamos a ninguna parte? ¿“Solas”? Somos la mitad de la población y ¿si no vamos con ellos vamos “solas”? ¿Ni siquiera intentaremos independizarnos?

– Si, “los suyos” pueden cambiar, no es imposible, pero la pregunta es: ¿cómo van a conseguir hacerlos cambiar? ¿Piensan que apoyándolos de nuevo? ¿Creen que sus partidos le van a recompensar esa fidelidad? ¿de cuándo acá la sumisión (suena duro, pero de eso se trata) ha sido rentable para las mujeres? 

Si aprecian a sus organizaciones y de verdad quieren que cambien, la única manera de conseguirlo es firmando un acuerdo con las demás feministas en torno a un programa concreto, factible y urgente, planteándoles a sus partidos: “O este programa feminista -no declaraciones vagas sino propuestas de leyes y plazos- o no contéis con nosotras”. 

Eso les haría reflexionar (pues saben que las feministas controlan bastantes asociaciones y pueden influir en la militancia). Y si, a pesar de todo, los partidos decidieran seguir con sus políticas misóginas y de ninguneo hacia las mujeres, las feministas afiliadas a ellos tendrían la satisfacción de poder proclamar: “No con mi voto”. 

@pilaraguilarca

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