RELATO: El contrato

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Por Enrique Madrazo Gutierrez

—Mire usted. Ni si quiera lo tiré. Fíjese, lea. Aquí, al final de la página. Pero léalo usted mismo, verá que no me invento nada.

—“Limpiezas Askar. ¿Cansado del desorden, la anarquía que impera en su casa? ¡Llámenos! Nuestros profesionales acudirán a su domicilio y en tan sólo unas horas habremos limpiado su hogar garantizando sus enseres y objetos de valor. Llámenos y en apenas dos horas volverá a encontrar un hogar ordenado y limpio. Primera sesión completamente gratuita.”

—Así que llamé, les hablé del anuncio, lo de la primera sesión gratuita y tras dar mis datos se presentaron en mi casa al día siguiente.

—Concertó una cita.

—¡Eso es! Se presentaron cinco hombres con monos, con el logotipo de la empresa. Sólo hablé con uno de ellos, supongo que sería el jefe, y me dio el contrato, el mismo que le he traído aquí, véalo usted. Me aseguraron que no me iban a cobrar nada, así que firmé, me marché y les dejé limpiando. En dos horas puede usted regresar, me dijeron, y lo hice…

—¿Usted leyó el contrato?

—Muy por encima. Primera y última línea.

—Y usted regresó transcurridas dos horas.

—Dos horas exactas. Por supuesto, no les había dejado las llaves así que entré y ya no estaban allí. Y por supuesto habían limpiado, vaya si habían limpiado, se habían llevado hasta mis zapatillas. Aquí le traigo un listado de todos los objetos que he echado en falta: televisor, joyas, ropa, cuadros, portátil…

—¿Y estaba todo en perfecto orden?

—O desordenado, según se mire. Porque no me habían dejado nada de lo que había en su sitio. Nada de valor. Así que, por favor, tramite ya de una vez la denuncia.

—¿Denuncia por qué motivo?

—Por robo, claro está. Le he traído el listado de todo lo que ha desaparecido.

—Verá, usted no ha leído el contrato pero yo sí. Son tan sólo dos páginas. Fíjese aquí, a la mitad, párrafo ocho sección tres, se especifica la intención, que no es otra que llevarse todos los objetos que consideren de valor durante el tiempo que estén en su casa…

—Pues ahí tiene su confesión. Eso es un robo.

—¿Entraron acaso a la fuerza?

—Ya le he dicho que yo les dejé entrar.

—¿Le intimidaron de alguna manera?

—…con el contrato.

—Que usted firmó.

—Pero eso es un robo.

—Pero esta es su firma… 

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