Hoy se cumple el fatídico 40 aniversario de la masacre de Sabra y Shatila, que tuvo lugar el 16 septiembre de 1982 en los campos de refugiados de Sabra y Shatila en el Líbano.
La masacre, una de las más sanguinarias que ha visto el mundo, fue llevada a cabo por los grupos falangistas libaneses, representados por Kataeb, el Partido de la Falange Libanesa, el Ejército del Sur del Líbano y el ejército israelí, en los campamentos de refugiados palestinos de Sabra y Shatila, y duró tres días.
Se desconoce el número de muertos en la masacre, y las estimaciones oscilan entre 750 y 3.500 asesinados, hombres, niños, mujeres y ancianos, civiles desarmados, en su mayoría palestinos pero también libaneses.
Las fuerzas falangistas entraron en los campamentos a masacrar con el beneplácito y la implicación de Israel. La decisión de la masacre se emitió bajo la presidencia de Rafael Eitan, comandante en jefe de las fuerzas de defensa de Israel, y Ariel Sharon, el ministro de Defensa en ese momento. El liderazgo de las fuerzas falangistas lo ostentaba Elie Hobeika, jefe de los servicios de información del Kataeb.
Tres grupos libaneses maronitas entraron en los campamentos, cada uno compuesto por cincuenta hombres armados. La masacre fue de una violencia extrema, y todos los que intentaban huir eran asesinados. Las fuerzas sionistas de Israel cerraron todas las entradas, no permitiendo el ingreso de periodistas y agencias de noticias hasta que terminó la masacre.
Por presiones internacionales y movilizaciones a gran escala, poco después de la masacre el gobierno sionista ordenó a la Corte Suprema que formara un comité especial de investigación. En febrero de 1983, el comité anunció los resultados de la investigación y decidió que el ministro de Defensa, Ariel Sharon, tenía responsabilidad directa en la masacre, así como otros altos cargos como Rafael Eitan y el ministro de relaciones exteriores Yitzhak Shamir, alegando que no hicieron los suficiente para prevenirla o evitarla.
Ariel Sharon rechazó la decisión de la comisión, pero renunció como ministro de Defensa cuando se intensificó la presión sobre él. No obstante, después de su renuncia Sharon fue nombrado ministro sin cartera ministerial, y después de eso fue elegido Primer Ministro, llevando a cabo otras masacres en los territorios palestinos y no habiendo sido juzgado pese a los cargos en su contra.
