De Carelman a Preciado

0

Hay filósofos, filósofas y filosofes, y a les ultimes, aunque no les pongas tilde, no te indica el corrector de fallo, porque no existen, salvo en el imaginario inclusive, que a fuerza de exponerlo quiere presentarnos como normal lo que es un simple desvarío.

Este desvarío, gramatical y social, tiene una presencia constante en los medios de comunicación, en todo tipo de actos, cursos, charlas… Pretende hacernos creer que es lo que hay que conocer si se quiere estar en los intríngulis de las corrientes actuales de pensamiento.

Lo que sucede es que estas pretendidas nuevas corrientes de pensamiento son aparentemente tan abstrusas que al lego le echan atrás por lo artificioso de un discurso trufado de términos e ideas rompedoras, que a poco que rasques quedan en nada.

Es el caso de Preciado, considerado por Paula Corroto de El Confidencial como “uno de los filósofos más importantes del mundo con respecto a las teorías de género y la sexualidad”.
Vamos a ver qué de profundo es el pensamiento de Preciado en esto del “género y la sexualidad” según la entrevista que se recoge en El Confidencial de 21/4/2022, que a lo mejor nos llevamos alguna sorpresa.

Empieza comentando su charla en las jornadas internacionales de l’École de la Cause Freudienne (París, 12/2019), cuando les pidió abrirse a la crítica de su lenguaje y prácticas, y se hicieran cargo de la actual transformación de la epistemología sexual y de género.

“Les planteó la disyuntiva ante la que se encuentra el psicoanálisis: continuar trabajando con la antigua epistemología de la diferencia sexual y validar de este modo el régimen patriarco-colonial que la sustenta, haciéndose por tanto responsable de la violencia que este produce, o bien abrirse a un proceso de crítica política de sus lenguajes y de sus prácticas y confrontarse a la nueva alianza necropolítica del patriarcado-colonial y las nuevas tecnologías farmacopornográficas” (Yo soy el monstruo que os habla).

¿Han entendido algo? ¿No? No se preocupen, quien lo expuso probablemente tampoco sabe qué quiere decir, pero suena bien, y, sobre todo, y esto es lo importante, marca la distancia entre los “ilustrados que saben” y la “tropa”. Algo en lo que el psicoanálisis es un referente.

Y como dicen los psicoanalistas, si no lo has entendido y aceptado, es que tus resistencias están jugando en tu contra y necesitas 10 o 15 años de terapia más. No hay problema, a 100€ la sesión todo solucionado.

Pero volvamos a la entrevista. Dice Preciado que “No puedo entender que (el psicoanálisis) sean instrumentos clínicos”, y en eso estamos de acuerdo, ni él ni nadie que se acerque a la salud mental con un enfoque científico, pero su desacuerdo es porque “los lenguajes (del psicoanálisis) como las prácticas ya no son progresistas sino absolutamente neoconservadores”. Lo que es una manifiestan contradicción con el discurso del mismo Preciado, porque tanto su discurso como el psicoanalítico son ininteligibles en cualquier momento y situación política, y un discurso que no es comprensible es inútil en cualquier circunstancia: conservadora o progresista, porque nos desvía de la realidad tangible para perdernos en una jerigonza que no nos lleva a ningún sitio. El discurso de Preciado es pura palabrería.

Es tan disparatado, que en esa fijación que tiene con lo colonial llega a decir que “la diferencia sexual y la taxonomía racial que lo acompaña es un sistema de representación que se inventó con el capitalismo colonial en el momento de la expansión colonial del XVI”, como si las bíblicas distinciones de semitas (asiáticos), camitas (africanos), y jafetitas (europeos) no hubiesen funcionado y sufrido antes del XVI diferentes poblaciones. Pero suena bien en su discurso y eso es lo que cuenta a la hora de colar lo trans como ¿raza perseguida? No lo aclara.

Lo que lleva a la entrevistadora a preguntar si “¿La fuerza de partidos de extrema derecha —Le Pen, Zemmour— reside, en parte, en la reacción a esto?” Evidentemente, razona Preciado, porque “Uno de los objetivos de la extrema derecha es frenar de manera casi ilusoria este proceso de revolución planetaria que se está produciendo”. Proceso que “es uno de los más importantes desde las revoluciones obreras de 1848”. Desde luego, la modestia no es lo suyo.

Y ya puestos en el análisis político de la historia, la entrevistadora le sugiere que si la extrema derecha avanza para frenar la revolución trans “la guerra Rusia-Ucrania …, con esa visión masculina heteropatriarcal de Putin, que ha perseguido tanto a la comunidad LGTBI, frente la mayor diversidad europea que pueda haber en Ucrania”, sería su último intento de poner coto a esa revolución.

Menos mal que Preciado aquí pone un poco de sentido común y señala que “sería demasiado fácil hacer una caricatura de Rusia como un paradigma patriarco-colonial y Ucrania como el emblema de la revolución transfeminista. Es más complejo que eso”. Poco ha faltado.

Pero dura poco, porque ante la idea de que Le Pen no maldiga de los gais y cite a Beauvoir –por cierto, tan mal como la citan los queer-, su ocurrencia es comentar la obviedad de que el neoliberalismo, como forma del capitalismo, fagocite un movimiento y lo desnaturalice del mismo modo que mercantilizó la imagen del Che en camisetas; y llega a creer que lo que la extrema derecha denomina feminismo lo es de alguna forma, hasta patinar en la idea del “trabajo sexual”, sin que acabe nunca, como el resto de los defensores del “trabajo sexual” en plantearse ponerlo en su currículo vitae, y así añadir a su experiencia vital “un momento de ampliación de esos lenguajes feministas” que echa en falta. Hay que predicar con el ejemplo, Preciado.

Pero donde se muestra su posición más radical e inconscientemente, o no, reaccionaria es en la manida petición de “que deberíamos luchar por la abolición de la inscripción masculino/femenino en todas las gestiones administrativas”.  Con la asombrosa conclusión de que si eliminamos esa inscripción “todas las otras luchas caerían por su propio peso”. Aparte de la ingenuidad de la idea, se alinea con las ideas que criticaba al feminismo radical por compartir evidencias con la derecha, ya que si se elimina la distinción registral absoluta del sexo se elimina el conocimiento, por ejemplo, de la brecha salarial o de la violencia machista, llegándose al absurdo de que cualquier violencia sería violencia per se, sin que importase “el género del agresor y de la víctima”, que es lo que defiende a capa y espada la derecha más reaccionaria, y al parecer Preciado con esta propuesta, de la que es incapaz de extraer sus más elementales e inmediatas consecuencias, que para ser “uno de los filósofos más importante del mundo” tiene su mérito.

Así, que ya lo sabéis feministas “la inscripción de la diferencia sexual en las administraciones públicas como una forma de discriminación” es lo que os machaca y no los estereotipos de género que arbitrariamente se adjudican según nazcas con unos u otros genitales. Porque lo que Preciado propone es “una abolición de la inscripción de la diferencia sexual en la Administración. Y eso haría que las leyes trans ya no tuvieran sentido porque no haría falta cambiar de género”. Y si no hay necesidad de “cambio de género” no hay opresión en función “del género”. El problema es que a las mujeres las matan por su sexo, no por los roles de género que adopten o rechacen. Que parece mentira que a estas alturas Preciado no lo haya entendido.

Al final el pensamiento de Preciado se parece a esos objetos imposibles que Carelman, que de puro refinamiento en su diseño son inservibles e inaplicables para el fin que están diseñados.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.