Lecturas de verano

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Mi columna de hoy será un poco distinta. Esta vez no quiero reflexionar sobre feminismo, sino aconsejar lecturas que creo recomendables. El verano es época propicia para realizar cosas que el día a día nos obliga a postergar y lo que más postergo últimamente son las lecturas. Al fin he podido ponerme al día (casi, porque aún me quedan muchos libros pendientes en mi lista) y quiero compartir con vosotras y vosotros estas lecturas que me han acompañado este verano.

Comencé el verano con la lectura del libro Mujeres en el tercer salón de baile de mi querida Amalia Rubio. Lo disfruté porque leer el testimonio de mujeres siempre es motivador y sigue siendo imprescindible, puesto que la palabra pública aún está copada por los varones y eso transmite la falsa idea de que lo importante, aquello sobre lo que merece la pena pensar y reflexionar es algo que les incumbe solo a ellos. Si esto sigue pasando seguiremos equiparando el universal humano al universal masculino y estaremos renunciando a la mitad del talento y el genio de la humanidad. Es un libro que reflexiona sobre las invisibles, las mujeres, que se hacen más invisibles aún cuando cumplimos años. El edadismo, la menopausia, la crianza, el nido vacío y la dificultad para compaginar todo esto con la actividad política en partidos o asociaciones son el eje central del libro. Me reconfortó leer sobre lo que ahora vivo y viviré. Encontrarme a mujeres valientes que han sido capaces de poner negro sobre blanco muchas cosas de mi cotidianidad me ayuda a pensar sobre mi vida y sobre mí misma. Qué necesaria es la reflexión en estos tiempos de prisas y qué poco la ejercemos.

Después me puse con un libro que sabía que no me iba a defraudar Ética para Celia, de mi admirada Ana de Miguel. Ana de Miguel tiene la virtud de saber hacer fácil y divertido lo que es complejo y abstracto y por eso es una delicia leerla siempre. En este libro hace un recorrido sobre la historia de la Ética y de la Filosofía y le canta las cuarenta a la doble vara de medir que el Patriarcado ha instaurado como “normal” para juzgar la vida de las mujeres y de los varones. Reclama la perspectiva feminista para analizar la historia del pensamiento y exige la reciprocidad como fundamento ético para poder pensar sobre la buena vida. Es un libro con mucha profundidad, aunque Ana de Miguel es capaz de sacarte una sonrisa en muchas de sus páginas, cosa que se agradece siempre que hablamos de un libro sobre Filosofía.

El último libro que he leído ha sido En pie de calle de Javier Couso. Un libro que me ha ayudado a entender muchas cosas de geopolítica, tema en el que siempre me pierdo. Me gusta del libro que es fácil de leer, porque es una entrevista o conversación larga mantenida entre Laura Pérez y Javier Couso. Fácil no significa insulso o falto de interés, que últimamente se confunde mucho la pedantería con la sabiduría y el oscurantismo con la brillantez. En el libro, Couso hace un recorrido por su trayectoria política y personal (muy peculiar), por lo que representan las instituciones europeas, por la situación política en el mundo, reflexiona sobre el papel de la izquierda hoy y termina con un análisis sobre el papel de Izquierda Unida y Podemos en los últimos años. No comparto el análisis que hace de Podemos en algunas cosas (yo he defendido y defiendo que Podemos ha hecho más daño que bien a la lucha política desde la izquierda transformadora), aunque me alegra leer cosas en este libro que llevo defendiendo desde 2015. También es una reflexión sobre el conflicto eterno entre las ideas y la realidad, aquello que Weber llamaba la tensión entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad.

No quiero dejar la oportunidad de recomendar un libro que, a mi juicio, es imprescindible. Este libro lo leí antes del verano, pero no he parado de volver a él desde que lo leí. Además, dadas las circunstancias actuales es más que recomendable leer a Mimunt Hamido y su libro No nos taparán, porque nadie mejor que ella explica que el relativismo moral nunca es el camino y que es imprescindible reclamar el universalismo de los Derechos Humanos como marco desde el que plantear el diálogo entre culturas y religiones. Mimunt Hamido practica el feminismo, porque también es necesario recordar que el feminismo hay que vivirlo, no solo teorizarlo.

Los cuatro libros mencionados son buenos ejemplos sobre algo que a mí lleva tiempo obsesionándome. A mi juicio, la izquierda y el feminismo (que son las dos cosas sobre las que me apasiona pensar y que no son en absoluto incompatibles) han caído en una deriva elitista que aleja a bastante gente y la necesaria divulgación creo que ha pasado a un segundo plano. Son cruciales los debates teóricos, por supuesto, pero no deberían estar reñidos con las ganas de hacerse entender por el mayor número de personas, porque además solo generando conciencia podremos conseguir cambiar las cosas. Los cambios legislativos son importantes, pero la toma de conciencia es crucial para poder transformar el mundo. Seré ingenua, pero creo que sigue siendo posible cambiar el rumbo de la Historia y en esa tarea seguiré aportando mi granito de arena.

Feliz lectura. Por mi parte me retiro porque el siguiente libro que me espera es La asignatura pendiente de Enrique Díez. Libro que ya reseñó José Antonio Martín Acosta en este medio y con el que toco el otro gran tema de interés para mí: la educación. Leer nos ayuda a pensar y no están los tiempos como para dejar de pensar. ¡Feliz verano y felices lecturas!

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