Patologías puramente femeninas

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El pasado 7 de febrero la Sra. Beatriz Gimeno, directora del Instituto de las Mujeres, hacía un escrito en las RR.SS., en el cual, el texto (que se encuentra unas líneas más abajo), contenía partes en las que podemos coincidir desde puntos de vista diferentes y otras que no hay cómo defenderlas sino es negando la mayor: que el género per se no existe sin el correlato sobre el que se sustenta, que es la evidencia de que existe un sexo binario,  hombre y mujer, que la Sra. Gimeno ignora por completo al no mencionarlo. Vamos a revisar lo que escribe.

Comienza con “Que el género sea algo a abolir no quiere decir que no exista”. Bien, si no fuese porque no explica si lo que quiere abolir es el género como indicativo del sexo o qué. Pues si el género existe como tal, y más adelante lo hace sinónimo de identidad personal habría que explicar por qué hay que abolir el género, ya que ese constructo no actúa igual en hombres que en mujeres. Y aunque a ambos sexos les asigna características diferenciadas y estereotipadas de cómo ser hombre o ser mujer es a la mujer a la que perjudica de forma evidente al limitar -y en según qué países, gravemente- su desarrollo como individuo autónomo.

Texto de Beatriz Gimeno en las RR.SS.

No se puede pedir la abolición de algo sin mencionar que “ese algo” está predeterminado por el sexo sobre el que incide de forma diferenciada, salvo que se quiera ocultar lo que “ese algo” -el sexo- significa como origen de la desigualdad. Porque el hecho de nacer con pene o con vulva es lo que marca la diferencia y sobre la que actúa el género en tanto mecanismo de opresión. Pero en esa absurda ocultación de lo evidente que se da en el transgenerismo y lo queer el sexo es algo que se ignora, y en esta nota de la Sra. Gimeno ni se menciona.

Más adelante afirma que “El género existe y por tanto la conciencia respecto al mismo también”. Claro que existe conciencia de lo que significa el género, claro que existe para desgracia de quien por su sexo -biología pura y dura- sufre sus consecuencias. Pero si lo que se quiere es apuntalar las siguientes frases del comentario la Sra. Gimeno hace bien en avanzar esta forma distorsionada de constatar su existencia para llevarnos a la prehistoria de la psiquiatría al afirmar que “Por eso hablamos de muchísimos rasgos de personalidad femeninos o incluso de patologías mentales puramente femeninas”.

En sólo tres frases la Sra. Gimeno ha recuperado la vieja y abandonada teoría de la Histeria Femenina como fuente de toda la incapacidad de la mujer, de su imposibilidad de ser racional por esas “patologías mentales puramente femeninas”.

Clara Campoamor ya tuvo que escuchar la versión de esas “patologías mentales puramente femeninas” en boca del diputado Ayuso, que en la defensa en el Pleno de conceder el voto a la mujer, e iba de gracioso, soltó que los 45 años era una edad adecuada para la mujer, pues antes su voluntad estaba disminuida, así como su inteligencia, pues “el histerismo impide votar a la mujer hasta la menopausia”, en la línea de lo que años antes y en el Ateneo había dicho en una reunión ante un grupo de mujeres: “las mujeres no podrán nunca formar parte de un Gobierno, porque surgiría una crisis cada mes”.

No existen enfermedades mentales “puramente” femeninas, existen las prevalencias diagnósticas que hacen que la esquizofrenia y abusos de sustancias tóxicas sean diagnosticadas con más frecuencia en hombres, mientras la depresión y trastornos de ansiedad más en mujeres. Pero eso no es porque sean “puramente” de nadie, sino por el sesgo diagnóstico profesional y por la carga que se exige a uno y otro sexo en cuanto a qué deben manifestar como dolencias socialmente admisibles por su sexo. Y eso sí está marcado por el género impuesto en la educación. Los hombres son duros y no lloran, mientras a las mujeres se les admite que mostrar sus sentimientos de debilidad está en lo que se espera de ellas.

Y cuáles son los “rasgos de personalidad femeninos” que menciona la Sra. Gimeno ¿dulzura, dureza, iniciativa, pasividad, energía…? No lo sabemos, y en cualquier caso sería un contrasentido que por un lado pidiese abolir el género y por otro mantener que existen rasgos puramente femeninos que por lógica no pueden ser abolidos al formar parte intrínseca de una condición de ser -¿mujer?- femenina.

Si hubiera hablado de patologías -en general- exclusivamente de la mujer hubiera acertado, como lo es la endometriosis, pero si hubiera hecho eso habría caído en la evidente contradicción para ella de admitir que es el sexo biológico el causante de la discriminación sobre la que actúa el género -constructo social-, y cuando se está en la defensa del género fluido y el transgenerismo eso hubiera supuesto para ella una situación de auto impugnación ideológica.

Continúa, “La identidad de género existe, como la identidad nacional o identidad personal”. Lo que existe es la identidad sexual cuando los niños se descubren distintos en las exploraciones que se hacen unos a otros y notan diferencias bien claras en sus genitales, que los adultos les dirán sois niño o niña. No dicen soy masculino o femenino, por más que su proceso de socialización venga marcado por los estereotipos de género. Una vez más se pone el género por delante del sexo como quien pone la carreta delante de los bueyes.

Lo de que equipare una condición biológica -ser hombre o mujer- y la identidad socio-personal a ello asociada con un efecto jurídico como la nacionalidad está tan cerca del derecho de sangre para ser de una nación, y es de tan triste recuerdo, que mejor no seguir por ese camino.

Sigue, “La identidad de género es fundamento de la identidad personal, es decir, esta está modelada por el género”. Esta tautología define todo el razonamiento de la Sra. Gimeno. El género determina el género que a su vez fundamenta la identidad de género, lo de “personal” será la errata típica de cualquier mensaje en RRS. Si el género determina la identidad personal ¿cómo puede haber dicho anteriormente que hay que abolir el género? ¿Quiere abolir las identidades personales? Es un absurdo, pues todo el planteamiento queer y transgenerista está en que se es del género que se desea y hay tantos géneros como se desee, en un permanente fluir. ¿Cómo se fluye de uno a otro género si se abole éste?

Cierra su razonamiento con “De ahí que las mujeres nos deprimamos más”. No, no os deprimís más, se os diagnostica más de depresión, que no es lo mismo. “Tengamos otro tipo de sentimientos, pensemos o hablemos diferentes…decir que existe no quiere que sea bueno que exista”. Vuelta a las diferencias de hombres y mujeres en sus rasgos de personalidad, expresión, sentimientos, a que son diferentes en sus cerebros: rosas y azules. El neurosexismo sigue haciendo estragos.

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