La realidad tras el realto de «Nueva Normalidad»

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Del dicho al hecho, hay un buen trecho

En teoría, el Gobierno ha prohibido los desahucios por la pandemia de Covid 19. Algo que llevábamos pidiendo casi una década y que no se hacía porque, en teoría, era imposible, se hizo. En teoría. Porque la realidad… es que los únicos desahucios que se han prohibido son los de las familias que pueden demostrar que la pandemia les ha generado una pobreza sobrevenida. Sí ya te habías empobrecido antes de que llegase Covid, tu derecho fundamental a una vivienda digna sigue siendo simple teoría. Lo paradójico es que ahora, los agentes de policía te pueden echar de tu casa y después multarte por no quedarte en ella.

Facts, not words


En teoría, se ha decretado un «escudo social» que prohíbe a las empresas de agua, gas y electricidad, cortar el suministro por impago durante la pandemia. Pero la realidad… es que dicho mandato tenía fecha de caducidad en el pasado mes de septiembre, cuando la destrucción de empleo, (que, en teoría, los ERTE iba a evitar) no había hecho más que empezar. Ahora, nos envían a la lucha contra el virus y contra la pobreza sin «escudo social», a pechos descubiertos.


En teoría, han implementado el Ingreso Mínimo Vital para que nadie se quede atrás. La realidad… es que es «mínimo» y es «vital», pero lo de «ingreso» no es más que un nombre teórico. El castillo del IMV está rodeado de un foso de burocracia lleno de cocodrilos que trituran la esperanza de la gran mayoría de quienes intentan llegar. Gran parte de las solicitudes ni siquiera se presentan por no poder superar ese profundo foso; muchas otras han sido denegadas por incumplimiento de alguno de los numerosos requisitos; la gran mayoría se eternizan en «fase de valoración» y tardan otro tanto en ser ingresadas tras su aprobación.


Este último caso fue el de Adoración, la mujer que fue desahuciada junto a su familia el pasado martes. La dolorosa fotografía que compartió la Asamblea de Carabanchel de los cuatro menores con su madre, la nuera de Adoración, en la calle, con sus pertenencias amontonadas, se hizo viral. El mínimo vital que, en teoría, le correspondía a Adoración, no se le ingresó. Y ningún gobierno evitó que en plena pandemia les echaran a la calle por no poder pagar, como relata la teoría propagandística estatal. Como tampoco evitaron el de Ruth y sus 3 hijos menores, al día siguiente en Barcelona, ni tantos otros.

«En teoría, no está permitido»

José Luis Ábalos, Ministro de Transportes y Agenda Urbana,
tras ser preguntado por el desahucio de Adoración y su familia.

Basta, por favor, basta de relatos, de derechos «en teoría» y de leyes con funcionalidad de palabrería. No nos pidan paciencia y confianza mientras crecen las listas de espera y las colas del hambre. Hasta aquí, hemos llegado con el consuelo de que España no estaba siendo gestionada por los partidos más situados a la derecha política cuando llegó la pandemia. Porque entonces, habría tenido un respirador para salvarse sólo quien pudiera pagárselo. No quiere una ni imaginarse cómo habría aumentado la lista de fallecidas, por covid y por pobres, en manos de los viciosos de la privatización.

Pero un gobierno menos malo no tiene porqué ser bueno. Y este ya no es ningún consuelo, menos aún para las mujeres. La pobreza de la que, en teoría, nos iba a proteger «el gobierno más progresista y feminista de la Historia», es ya una aplastante realidad; una pobreza que la realidad se empeña en demostrar que continúa feminizada y que al igual que la pandemia, está en plena expansión. Así que menos relatos y más recursos. No queremos más muertes por coronavirus, pero tampoco más suicidios por desahucio. Las feministas queremos hechos, no palabras.

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