Alberto Núñez Feijóo, con su mensaje moderado y galleguista, ha revalidado y ampliado su mayoría absoluta en Galicia, confirmándose como un valor en alza en la política estatal. En contraste con dichos resultados, el Partido Popular más españolista y radical de Carlos Iturgáiz sufre un tremendo batacazo, pasando de 9 parlamentarios a 5, pese a su alianza con Ciudadanos (Cs). Estos resultados tienen una clara lectura en la política estatal, cuestionando la deriva ultraderechista del PP que, en ocasiones, ha llegado a mutarse con la formación ultra VOX, deslegitimando al Gobierno Central y coqueteando con su mensaje golpista.
Junto con ello, el hundimiento de un PODEMOS cada vez inmerso en la vorágine posmodernista, que lo vacía de cualquier contenido de clase y que desaparece en Galicia y pierde la mitad de sus parlamentarios en la Comunidad Autónoma Vasca, pasando de 11 a 6 parlamentarios, confirma el necesario debate y la autocrítica de su dirección sobre el rigor en el mensaje y la necesidad de una organización sólida y formada que se imbrique realmente en la sociedad y no fagocite los movimientos sociales.
La subida de Bildu, que pasa de 18 a 22 diputados, y el impresionante sorpasso del Bloque Nacionalista Gallego (BNG) que aumenta su representación de 6 a 19 parlamentarios convirtiéndose en el segunda partido en Galicia y sobrepasando al Partido Socialista, confirma la pujanza de los nacionalismos de izquierda.
Por último, el fortalecimiento del Partido Nacionalista Vasco (PNV), que sube de 28 a 31 representantes, y del Partido Socialista de Euskadi, que pasa de 9 a 10, confirma no sólo la salud del Gobierno de coalición PNV-PSE en el País Vasco, sino que también indica que se mantienen los apoyos al Gobierno Democrático de Coalición a nivel estatal. Parece, por tanto, que las expectativas de la ultraderecha golpista de que dicho gobierno no acabara la legislatura no eran más que espejismos fruto de su febril fanatismo.