Igualdad entre ricos y pobres

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Como hija que soy de la llamada generación X tuve la inmensa suerte de crecer con una serie de programas y referentes que los más jóvenes no habéis tenido y que nosotros veíamos habitualmente en televisión: Félix Rodríguez de la Fuente, Gloria Fuertes, Carl Sagan, La Bola de Cristal y el eterno Barrio Sésamo. Todos nos enseñaban lo básico de la humanidad: a aceptarnos y querernos con nuestras diferencias, que el panadero era también un miembro imprescindible de la comunidad, que solo no puedes pero con amigos sí… Y así fuimos aprendiendo la lógica, a pensar por nosotros mismos, el valor de la ciencia, del arte y de la naturaleza. No somos mejores, tuvimos la suerte de crecer en unos años en los que todavía se pretendía formarnos y enriquecernos, y no idiotizarnos en el individualismo. 

Supongo que entendéis que el título de este artículo es un oxímoron: no puede haber igualdad entre dos situaciones no solo distintas, sino jerárquicas. La única posibilidad de igualdad sería destruir esa jerarquía, que no hubiera ricos ni pobres sino que todos tuviéramos acceso al mismo bienestar material. 

Pues sucede lo mismo con el concepto “Igualdad de Género”. El Convenio de Estambul recoge la definición de género: por «género» se entenderán los papeles, comportamientos, actividades y atribuciones socialmente construidos que una sociedad concreta considera propios de mujeres o de hombres.

Es decir, el género es una construcción social, cultural, que se nos asigna por nuestro sexo y que implica una jerarquía en sí mismo y por lo tanto es una de las herramientas fundamentales de la desigualdad entre hombres y mujeres. El género no es una identidad, ni es innata, ni todas esas bobadas indigeribles de Butler que generaciones enteras se están tragando cual píldoras azules de Matrix.

Y de la misma forma que para conseguir la igualdad económica no tendría que haber ricos ni pobres, para conseguir la igualdad de sexos no tendría que haber masculinidad ni femineidad. No puede haber igualdad en los roles que sustentan la desigualdad. Por eso el único camino de la igualdad entre hombres y mujeres (el único camino del feminismo) es destruir el género.

Y hasta aquí el Barrio Sésamo de hoy. 

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