O Mamá o Zorra

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Vaya por delante que Eurovisión no es más que un reflejo de la decadencia ética y cultural de nuestra cada vez más nazificada sociedad europea. Un festival del horror en el que participa un país no europeo que lleva 75 años perpetrando un genocidio, y que ni aun recrudeciéndolo en los últimos meses hasta límites inimaginables ha sido vetado, mientras se ha expulsado a Rusia. Un festival que se dice apolítico y en el que en 2016 ganó una canción ucraniana que se dolía por la represión de la URSS a los tártaros, olvidando que dichos represaliados fueron entusiastas colaboradores de los nazis. Ucrania, que ese año ya llevaba dos con un gobierno nacido de un golpe de estado “blando” que perseguía y asesinaba a sus propios ciudadanos rusófonos. 

Y a ese pozo de basura este país manda canciones a veces mejores y a veces peores, pero con el empeño en los últimos años, de ser “feministas”. Esto no se entiende sin analizar el Ministerio de Igualdad de la última legislatura. Un ministerio que ha ilegalizado el feminismo y que ha estado cuatro años repitiendo que TODO es feminismo. 

Y así nos encontramos hace dos años con la canción Ay Mamá de Rigoberta Bandini. Una canción muy digna pero NO feminista y que finalmente no fue a Eurovisión porque mandamos otra mucho peor. Me parece estupendo que Rigoberta y todo el mundo aprecien y quieran a sus madres y las ensalcen y no tengo ninguna duda de que tantísimas madres lo merecen. Pero una loa a la abnegación de la mayoría de las madres sin analizar sus causas, insisto, no es feminista. Porque ser madre no debe suponer dejar la vida ni los intereses personales, no debe suponer suplir a un padre casi de adorno. Se queda en una pura loa a la esclavitud de las mujeres. 

Y este año han decidido que les sujetáramos el cubata, queramos o no, y presentan una canción que se llama Zorra, dedicada a un señor que parece una caricatura de una muñeca hinchable, y nos dicen que es muy muy feminista. Nos lo dicen señores, gaypitalistas la mayoría, de esos que son tan feministas que arrinconan a las mujeres lesbianas en sus propios colectivos. Porque a ellos les parece muy divertido llamarse zorra unos a otros y no entienden que nosotras no nos divirtamos. Qué les importará a ellos que esa palabra sea la última que muchas mujeres asesinadas por sus parejas han escuchado, la que les repiten a miles tras cada golpe, en cada humillación. Es el paso lógico en una sociedad pornificada en la que hacemos creer a las jóvenes que abrirse una cuenta sexual en Only Fans es empoderante o tener un Sugar Daddy lo más moderno y genial. Y que nos lo vende como feminismo. Muchas mujeres salen y entran y hacen con su vida lo que les da la gana sin ninguna necesidad de aprobación masculina, ni la gay ni la hetero, y merecen el mismo respeto que los hombres, no tenemos ni la obligación ni las ganas de reciclar insultos podridos de semen rancio. 

Así estamos, 2024 e inmersas pareciera que sin remedio en la eterna dicotomía monja/puta, madre/zorra. Las dos categorías en las que se nos encasilla a las mujeres desde los inicios del patriarcado. Pero ahora nos dicen que son feministas, que sigamos encerradas en esas celdas que han llenado de corazoncitos y purpurina para que ya no nos lo parezcan. Ya no hay que cambiar nada para ser feministas, ni siquiera a los hombres para la sociedad lo sea, ahora lo es porque está de moda y el dinero manda que lo sea. Ahora puedes ser feminista mientras te robas horas de sueño para que tu familia tenga siempre caldo casero en la nevera o mientras llamas zorra a tus amigas con entusiasmo.

El paraíso de los hombres está construido sobre el infierno de las mujeres, y cuanto más adornan ese infierno es que más terrible va a ser. 

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