Cuando el opresor no es el otro

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Acaba de saltar la noticia de que Alicia Alves, madre del futbolista Dani Alves, ha publicado información y datos personales de la mujer agredida por su hijo. Más allá de que esta señora ha cometido un delito por el que espero que sea juzgada, y de dar desde aquí todo mi apoyo y mi solidaridad a una mujer ahora doblemente agredida, quería aprovechar para hacer una pequeña reflexión sobre la enorme perversión del machismo. 

Comparémoslo con otras opresiones “clásicas” como la de clase o el racismo. En ambos casos los opresores son “los otros”: los ricos, los blancos, los blancos ricos… Gente que no tiene nada que ver con uno, a la que puedes odiar libremente, atribuir con razón toda la maldad del mundo, incluso deshumanizarla y planificar contra ella una revolución o lucha armada. Exactamente igual que hacen ellos con quienes oprimen, deshumanizarlos para justificar arrancarles hasta la vida. 

¿Pero qué pasa con el machismo? Que todos los hombres machistas, todos los violadores, los maltratadores, todos, han sido paridos por sus víctimas: por mujeres. Somos la única “clase oprimida” que parimos a nuestros agresores. Sin embargo, ellos no tienen ningún empacho en deshumanizarnos, cosificarnos, despreciarnos, aunque hayan nacido de nosotras.

Y esta es una de las razones por las que el machismo lleva vigente más de diez siglos, es uno de los ingredientes del pegajoso suelo que nos mantiene tan fuertemente atadas en todo el mundo. Y sin embargo, esta evidencia tan clamorosa de nuestra propia humanidad y de la absoluta dependencia que tienen los hombres de las mujeres simplemente para existir, no ha movido un ápice sus postulados. Sigue habiendo día tras día, año tras año, millones y millones de hombres en todo el mundo que nos consideran escoria, objetos para su disfrute, humanos de quinta. Y sigue habiendo millones de mujeres que consienten ocupar ese lugar porque sus padres, hermanos, abuelos, hijos, nietos, piensan así. Porque el feminismo no te habla de un opresor lejano y maligno que conspira contra ti desde un despacho forrado de oro. Te habla de tu propia familia. ¿Cuántos revolucionarios asaltarían el palacio de invierno sabiendo que los primeros a ejecutar serían sus propios hijos?

No pretendo justificar en absoluto a la madre de un violador, pero quiero entender y haceros pensar. Porque para escapar de estas arenas movedizas tenemos que ser siempre fieles a la maestra Amorós, y conceptualizar bien para politizar mejor. 

1 COMENTARIO

  1. Te corrijo solo lo de los 10 siglos que serían 1000 años pero, por desgracia, habría que multiplicar al menos por 80 siglos y no sé, creo que aun me quedaría corta…

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