Un hombre muerto y un hombre libre: Manifiesto de la Cultura a favor de Palestina

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Estamos asistiendo a un auténtico genocidio en directo. Y yo me pregunto, ¿Dónde están los intelectuales ahora? ¿Cuántos manifiestos en apoyo a Palestina habéis visto en los últimos días? ¿Dónde está la gente de la Cultura que tantos comunicados ha suscrito en otros conflictos patrocinados o no?

Desde el periódico digital El Común queremos apoyar en nombre de todos los profesionales del arte y la cultura de este país al pueblo palestino. Nos consta que ha habido presiones en todos los ámbitos de la Cultura, del deporte, de la comunicación para que esos manifiestos no salieran, muriendo así antes de nacer. 

Desde El Común tenemos una deuda moral con el pueblo palestino, pueblo luchador y superviviente, y mostramos sin ambages, sin tener que condenar absolutamente nada antes, nuestro apoyo, nuestra indignación y, en la medida de lo posible, nuestro arte. Este periódico ha publicado ya varios poemas en favor del pueblo palestino, además de noticias e información veraz y contrastada y lo seguirá haciendo hasta que desaparezcamos o nos hagan desaparecer, que todo es posible. Porque el pueblo palestino tiene derecho a existir, tiene derecho a formar un estado y tiene derecho a defenderse de los colonos israelíes que llevan apoderándose de sus tierras 75 años. Que llevan asesinando niños palestinos desde los años 50 con la esperanza de acabar con la semilla del futuro de un pueblo. De ahí tantos infantes asesinados. Que llevan apoderándose de las tierras que no les pertenecen desde 1946. Que llevan fundando asentamientos colonizadores desde hace siete décadas. Hablamos entonces de puro colonialismo.

Vamos a recordar las palabras de Jean-Paul Sartre que le escribiera a Frantz Fanon en su prólogo a los “Condenados de la tierra”. En este formidable prólogo que antecede a un clásico del poscolonialismo se dice esta frase: “Cuando los campesinos reciben los fusiles, los viejos mitos palidecen, las prohibiciones desaparecen una por una; el arma de un combatiente es su humanidad. Porque, en los primeros momentos de la rebelión, hay que matar: matar a un europeo es matar dos pájaros de un tiro, suprimir a la vez a un opresor y a un oprimido: quedan un hombre muerto y un hombre libre; el superviviente, por primera vez, siente un suelo nacional bajo la planta de los pies.”

Sustituyan ustedes la palabra europeo por israelí y obtendrán la base de lo que está sucediendo en Palestina. Claro que ahora no existen filósofos de la talla de Sartre, Premios Nobel de la talla de Sartre porque tampoco existe el sustrato ideológico y de poder que existía en la época de Sartre, el Comunismo. Palestina es una tierra ocupada por un invasor y que posee el dudoso honor de tener la cárcel al aire libre más grande de la historia, la franja de Gaza. Más de 2,2 millones de personas malviven entre muros y alambradas, entre controles y ser considerados extranjeros en su propia tierra. No se pueden adentrar en el mar porque está bloqueado. No pueden salir porque no son libres. Y ahora bombardean sus hospitales y le echan la culpa a otros, les piden que evacúen hacia el sur para destruir el norte de Gaza y mientras lo hacen les masacran. Y les lanzan propaganda igualándolos a terroristas para tener la excusa perfecta de poder matarlos. Israel no tiene derecho a existir. Palestina es la dueña histórica de esos territorios. Israel es el colonizador y, por lo tanto, debe ser descolonizado, debe ser desnazificado, debe ser retirado de esos lugares y llevado a USA quien les sustenta militar, económica e ideológicamente en su megalomanía maníaca, en su afán persecutorio y en su demencia al considerarse el pueblo elegido por Dios.

La comunidad internacional, USA, Europa y sus aliados, ha decidido no implicarse y poner en igualdad de condiciones el “terrorismo” de Hamas y el genocidio cometido por parte de Israel contra Palestina. Ya no se guardan sus objetivos, tienen todos los grandes medios jugando su carta propagandística pero aún así están perdiendo el relato y las manifestaciones en apoyo a Palestina y condenando a Israel se suceden por todo el mundo. Efectivamente, existe un abismo entre la ciudadanía y los creadores de opinión que se ha saldado ya con diversas detenciones y prohibiciones contra los símbolos de Palestina mientras que los símbolos sionistas campan a sus anchas. 

Hay que decir que esto no es un manifiesto en contra de los judíos. Es un manifiesto en contra de los sionistas porque la palabra antisemita se usa ya para cerrar la boca de cualquiera que disienta con la opinión de los principales medios de comunicación, que por otra parte, no es la opinión mayoritaria.

Así, diversos profesionales de la cultura y el arte están viendo frustradas sus intenciones de apoyo a Palestina por miedo a perder sus puestos de trabajo, que en el sector son ya de por sí precarios. Cualquier manifestación a favor de Palestina es considerada por los patronos como una excusa para quitar el trabajo a artistas y profesionales. Una amiga actriz me comentaba que sentía mucho no poder expresar su apoyo a la causa palestina porque sentía que su trabajo estaba en juego. Ese es el tipo de presión que sienten muchos profesionales y que desde aquí queremos denunciar.

No vamos a pedir, por lo tanto, una adhesión a modo de firma. Desde El Común les pedimos a los profesionales de la cultura que se sientan maniatados y que no puedan expresar sus intenciones ni mostrar su apoyo, que pongan en sus muros la fotografía de la poeta palestina, Heba Abu Nada, asesinada hace unos días en Gaza. Nosotros entenderemos que han firmado el manifiesto y que están expresando tanto su apoyo como su dolor. Lloraremos a las palestinas y a los palestinos como lo hacemos por nuestra hermana Heba. Una de las poetas y novelistas con más talento de toda Gaza, autora de la novela, El oxígeno no es para los muertos, que antes de morir escribió: “Si morimos, sepan que estamos satisfechos y firmes, y digan al mundo, en nuestro nombre, que somos personas justas del lado de la verdad.”

Uno de sus últimos poemas reza así:

“La noche en la ciudad es oscura, excepto por el brillo de los misiles;

Silenciosa, excepto por el sonido del bombardeo;

Aterradora, excepto por la promesa tranquilizadora de la oración;

Negra, excepto por la luz de los mártires.”

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