Mi nave fue abatida por el viento;
estoy en una isla despoblada.
Nadé con fuerza por la madrugada
y terminé en la arena, sin aliento.
Pero entonces despierto entre tus senos,
cubriéndome la piel con tu calor
y logro respirar, porque tu olor
aleja el maleficio de los truenos.
Poco me importa donde esté varado,
pues tengo tu pasión que me alimenta.
Termino así mi historia turbulenta
y lanzo mi botella al mar crispado.
Si quien la encuentra nunca ha naufragado,
que rompa el ancla y busque una tormenta.