Braulio Moreno Muñiz
Os empeñáis
en llenarnos los cerebros
de estadísticas,
cifras, números, datos.
En fin,
números y más números,
como sedantes
que nos proporcionen
satisfacción para
nuestros estómagos cargados de vacíos injustos,
y nosotros,
hábiles en soportar hambres cotidianas
nos damos cuenta
de que los números no se comen,
y nuestra indolencia
es como una larga mecha
que al final hará que nuestra rabia
sea detonada, y explosionen
nuestras costillas de acero
pintando vuestras fauces azules de rojo,
no de sangre sino del ímpetu
de los despertares provocados
por la aguja manejada
por mano despiadada.
Llevamos demasiado en silencio,
podría parecer que hemos
aceptado de forma sencilla
la humillación de que no
se nos reconozca el trabajo
de crear la riqueza que engrosa
vuestras bolsas,
y vosotros alegres y despiadados
os pensáis, con una sombra
de preocupación,
que ya hemos aceptado
el papel de esclavos
que nos asignasteis cuando nacimos
en un humilde hospital.
Y es por eso, que a veces
nos unimos e intentamos lanzar
andanadas de gritos hirientes
contra vuestras caras
tranquilas y amenazantes.
Pero, son nuestras voces,
mas no nuestra idea;
alguien se nos adelanta
y traduce a un idioma erróneo
y apagado.
Y nosotros mismos
no nos entendemos
porque no sabemos
cuál es nuestro verdadero papel.
Pero más allá de nuestra voz
nos quedan los ojos,
y los volvemos
hacia un horizonte
que no vemos
porque se ha convertido
en una línea difusa
en la que no
distinguimos entre cielo y tierra.
Porque la niebla de la mentira
a emborronado los colores
de la verdad,
y cuando vuelva
a salir el sol
estaremos preparados
para separar
el cielo de la tierra,
y la mentira de la verdad.
Entonces estaremos más fuertes
porque la resiliencia
llegará a su fin tornándose
rabia y fuego
que fundan nuestras jaulas,
y llenaremos la vida
de disparates:
Solidaridad, paz, pan, trabajo y libertad.
