Di la verdad

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Por Sonia Mauriz

Hoy al abrir X (el antes conocido como Twitter) poco tardé en indignarme. Unos cinco tweets como unidad de tiempo. El primero, el vídeo de la reportera Isa Balado agredida en directo; segundo, la noticia de que uno de los violadores de la Manada ve rebajada su pena gracias a hitos legislativos de pijas ascendidas a ministras; tercero, la portavocía de Igualdad de Sumar se erige al modo Guaidó en portavoz del Movimiento Feminista de 2019; cuarto, Echenique buscando monetización rápida (es triste de pedir pero es más triste de robar) y quinta, llega la esperanza del capitalismo occidental para la extensión del machismo: la ministra Irene Montero a ver cómo puede sacar tajada de la agresión televisada, no se le vaya a escapar la ocasión para optar a la reválida del puesto y si cuela, nos olvidamos que otro violador verá la luz del sol antes. 

No cuela. 

Ni Sumar ni Podemos ni ningún partido representa al movimiento feminista. Son buitres ACME, poniendo la servilleta al cuello y afilando los cubiertos esperando otro abuso, otra violación u otro feminicidio, como carroña. 

A estas horas todas y todos hemos visto los tres vídeos del ‘incidente’. 

En el primero una reportera a pie de calle hace un directo para su programa. Vemos como se acerca un tipo y, estoy segura mujeres, todas notamos como iba mirando para la chica. 

Como una pieza de carne. Al llegar a su altura estira el brazo y le toca en el trasero. Con sonrisa de «por que yo puedo». 

Ella se gira y evidentemente incómoda le dice que se aparte que está trabajando. 

Adelantándome a los autores del «Manual de la buena víctima» no, no le da un guantazo porque vivimos en una civilización y la gente no tiene porque ir resolviendo nada a tortazos. Y porque a las víctimas no se les exige nada, se le exige al agresor. 

Pongamos el foco donde debemos, que si te roban la cartera nadie te increpa «pero le hubieras pegado». Karate Kid era una película, no nos vengamos arriba. 

El individuo (de nacionalidad acosador machista) se queda a su lado, cómodo, con sonrisita, no le intimida ni el/la cámara, la calle o ser grabado. 

¿Por qué debería incomodarle? Está absolutamente normalizado el acceso no pedido a cuerpos de mujeres. Es incluso considerado una gracieta o cortejo. Y el no saber apreciar el interés del romántico macho que te manosea como propio de amargadas y reprimidas. 

Hace poco vimos la estupefacción en una tertulia deportiva cuando los allí presentes, unos cinco hombres se enteraron de que tocar las nalgas puede ser delito (Las caras Juan, grábales las caras) 

En el vídeo la reportera intenta seguir pero el presentador Nacho Abad la interrumpe y pregunta si el «tonto» (acosador Nacho, acosador) la ha tocado.

Ella confirma. Y pide disculpas. 

¿Alguien ha visto alguna vez pedir disculpas por ser víctima de un timo, robo, agresión racista…? 

Solo las mujeres somos educadas en la culpa. Incluso cuando somos las ofendidas. 

Y aquí, lo siento, porque sé que no fue mala intención la mala decisión, él le pide que le ponga con el tipejo. Ahí ella decide ser protagonista de su propia agresión y no que lo diriman entre los dos hombres y que, además, se convierta en un show televisivo a su costa. 

Así que se vuelve y se enfrenta diciéndole que no la puede tocar. El individuo con sorna le dice que la respeta y se va tocándole el pelo con paternalismo. 

Nada incómodo, con suficiencia, porque probablemente la experiencia le ha enseñado que por lo general de esto se sale impune. 

Si bien en los últimos días, y por lo de Jenni Hermoso, me sorprendió lo kantiana que es la sociedad cuando de violencia machista se trata, defendiendo la presunción de inocencia incluso poniendo en duda lo que los ojos veían (los sentidos nos pueden engañar al conocer la verdad), en mi inocencia aún me sorprendió que siendo claro que este tipo le tocó el culo, el VAR de las redes sociales decreta que fue la cintura. 

No soy forense pero o es un caso de escoliosis muy grave o a esa altura están las nalgas. 

A este punto llega el negacionismo del machismo, al punto surrealista de negar imágenes en tiempo real. Lo que no haríamos con un tirón de bolso: «Buf, no sé. Por la perspectiva el tipo pudo enredarse con el asa. Y lo de echarse a correr, puede ser runner».

La cosa no termina aquí y en el segundo vídeo vemos a la periodista contando al presentador que el personaje sigue por la zona acosando a otras mujeres. 

Y lo vemos como se acerca por detrás, sigue contento el hombre, con ese andar de los que saben que el mundo se diseñó para ellos. 

Se coloca al lado de ella y con sonrisa de «Te perdono nena», le dice que no la ha tocado y «Dí la verdad».

¿Os suena la frase? Llevamos semanas leyendo y oyendo como se le decía a Jenny «Di la verdad». Décadas y siglos oyendola millones de mujeres. 

Ella dice que qué verdad va a decir si la tocó y se dirige al presentador «No le voy a dar protagonismo otra vez».

El tipo con los brazos bajados, las manos entrelazadas, imponiendo su presencia físicamente superior, relajado, con expresión beatífica diciendo «Di la verdad», creyéndose intocable, es la consecuencia del negacionismo machista, de poner en duda a las mujeres y su palabra hasta el punto de que visto en directo por miles o millones si es un mundial, grabado, reproducido desde todos los puntos de vista y con testigos presenciales la percepción de una mujer puede ser negada. 

¿Qué no será negado cuando no está el mundo entero mirando? 

Al fin y al cabo las buenas maneras a lo largo de la Historia dan un valor a la palabra dada de un hombre, pero nunca en ningún libro que hable de honor, moral o educación se da valor a la palabra de una mujer. 

Aún así y con todo igual que reconocí tímidos cambios sociales en el caso Rubiales hoy también leí rápidos apoyos y condenas y aunque solo el tiempo dirá cuántos son sinceros, solo el hecho de que haya una demanda de condena de este tipo de actos es buena noticia y abre puertas a la esperanza. 

Tercera escena y epílogo, un vídeo de la policía nacional con el tipo esposado. Y aunque me alegro, no puedo dejar de preguntarme a cuántas mujeres acosó en esa calle que no denunciarán por miedo, por vergüenza o peor, por haberlo normalizado. 

Destaco como positivo que el programa también denunciara, me parece básica la defensa y apoyo a una trabajadora. 

Espero poder ver el día que los Rubiales y sus compañeros de fratría anónimos no se sientan tan cómodos en sociedad y las mujeres podamos ir a trabajar u ocupar cualquier espacio público con esa relajación y tranquilidad que los privilegiados demuestran. 

Sin tener que decir «No me puedes tocar».

No es No. 

@soniaredfem

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