Desmontando “aliados”

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Por Karina Castelao

Creo que ya es hora de empezar a desmontar aliados.

Estos últimos días han saltado por los aires varios de ellos como si fueran los petardos de las Fallas, revelándose como un bluff creado alrededor de un personaje “feminista de izquierda” y con el que han alcanzado gran repercusión y poder mediático y con el que han amasado una pequeña fortuna (eso añadido a negocios paralelos éticamente cuestionables pero en los que no voy a entrar porque esto es una columna de feminismo). No voy a dar nombres porque no quiero demandas, pero a buen seguro os viene alguno a la cabeza a medida que vayais leyendo sus descripciones.

Llamamos «aliado» a una persona que apoya o ayuda a un colectivo oprimido o discriminado en una causa que no le corresponde, bien porque le es ajena o por formar parte del grupo opresor o discriminador. Un aliado puede renunciar libremente a sus privilegios sobre el grupo discriminado u oprimido, pero nunca los pierde ya que puede recuperarlos en cualquier momento.

Extrapolando la definición, un «aliado feminista» es un hombre que ayuda y apoya la causa feminista, pero que no le pertenece ya que forma parte del grupo opresor.

Veamos qué tipos de aliados feministas existen y hasta qué punto lo son.

ALIADO INCLUSIVO

Su mantra es: «las mujeres trans son mujeres». El resto son «cis».

Ultraliberal posmoderno, lucha porque las mujeres sean «libres» de prostituirse, de hacer porno o de alquilar su vientre mientras que llama puritanismo a cualquier forma de feminismo que no sea prosex, que es el que a él le gusta. Es pornero y putero sin complejos.

Sustituye «género» por «sexo» y deshumaniza a las mujeres usando términos como «personas con vagina», «gente que sangra» o «cuerpos gestantes» en vez de mujer, para que nadie con pene se sienta excluido. Hace los plurales en «-es» («hijes», «niñes»…) en vez de usar colectivos ya existentes reforzando de paso el machismo del lenguaje.

Cree que existe el «feminismo islámico» y se piensa de izquierdas pero no es más que un liberal con “palestina”.

No es aliado porque el «feminismo inclusivo» no existe

COMUMACHO

Su mantra es: «la opresión es por clase, no por sexo»

Acostumbra a hablar de «trabajadoras sexuales» y reclama sus derechos «laborales», aunque sostiene que la prostitución está mal porque fue lo primero que Lenin prohibió en la Unión Soviética allá por 1917.

Proclama que la lucha es contra el Capitalismo, no contra el Patriarcado, porque solo derribando al primero el segundo caerá.

Cree en la existencia de la «mujer burguesa opresora».

A este respecto, dice Ana de Blas que “se pueden pedir cuentas a la clase explotadora sin caer en la trampa de hablar de mujeres proletarias y burguesas. Hay que leer bien la urdimbre entre clase y sexo. Gerda Lerner afirma que «la clase se expresa en términos de género». Y es verdad. La mujer burguesa no es un varón burgués con falda; su destino, sus expectativas, su relación con la herencia y la propiedad, con la esfera pública, con el poder, son totalmente distintas. No se construye la historia de nuestro sexo como la del suyo. Nuestra historia es la de un apartheid por razón de sexo y en eso hasta las burguesas están metidas hasta el cuello, por muy de clase privilegiada que sean.» Pero dudo yo que muchos de estos hayan leído a Lerner o a de Blas o sabido interpretarlas.

Obviamente, no es aliado feminista ya que para él el feminismo es un invento capitalista para dividir y debilitar la verdadera lucha, que por supuesto, es la suya.

ALIADO SEDUCTOR

«Deconstruido», su masculinidad es tan nueva que está sin estrenar. Dice Susana Schrfhausen Pintor que las “nuevas masculinidades” no existen al igual que no existen las “nuevas élites” o la “nueva burguesía”, pero a ellos esto no les importa.

Es sensible, empático, se emociona, pero las mujeres no se lo valoran.

Ha leído a Simone, Kate y Andrea y comparte al 100 % todo lo que dicen.

Es el primero en dar likes y rts. Solo comenta para halagar o defender. No monetiza, al menos directamente, pero de tanto reproducir nuestro discurso, acaban haciéndolo propio y, como no, invisibilizándonos.

En el fondo es el vivo ejemplo del amor cortés. De tanta coba acaba resultando incómodo.

A veces raya en el acoso, y otras veces lo sobrepasa. Alguno tienen una pareja mujer a la que usan oportunamente de ejemplo.

Más que aliado, es un grano en el culo.

Tampoco es aliado aunque a alguna le inspire ternura y lo considere tal.

FEMILISTO

Es el profesional que «vive» del feminismo. Ha leído y estudiado todo lo dicho y escrito sobre el asunto pero lo ha interiorizado mal.

Escribe, da conferencias, ponencias, ocupa cargos en la administración, y gana dinero a costa de la opresión femenina.

Paternalista hasta el vómito, suele dirimir con su sapiencia las «riñas de chicas» que solo quieren dividir el feminismo.

Tienen legiones de adoratrices.

Hombres, sí, hombres ganando dinero hablando y explicando en qué consiste la opresión de las mujeres. Mansplainers profesionales que viven de nuestra opresión. Os imaginais a blancos ganando dinero diciéndole a los Panteras Negras cómo tendrían que hacer su lucha?

Sobre este subgrupo, dice Susana Scharfhausen Pintor que lo único que hacen es aprovecharse de una lacra social que es dramática para miles de mujeres para promocionarse y vender libros. “Machos de izquierda que comen de las mujeres, esto que en mi tierra se le llama “comer pan de coño” y perdón por la expresión que a lo mejor es hasta machista”.

GAYALIADO

También víctimas tradicionales del Patriarcado, deberían ser en teoría nuestro aliado natural.

Formados en feminismo, empiezan no hablando de mujeres, sino de sus vivencias como hombres discriminados en la sociedad patriarcal. Sin embargo, antes o después hacen prevalecer su privilegio y se convierten en unos entrometidos y tan reyes del mansplaining como el que más.

Y como lo gay no quita lo misógino, cada vez son más los que trasvasan sus apoyos al «feminismo inclusivo» ultraliberal por eso de lo de «los bomberos y la manguera» (ver «aliados inclusivos»), reclamando su derecho a usar los cuerpos de las mujeres, que para eso sí que tienen diáfano lo que es una mujer.

ALIADO INVISIBLE

No sabe que es aliado pero es útil a la causa feminista ayudando en lo que puede.

Procura no ser paternalista ni mansplainer – digo procura porque la socialización está ahí y es muy dificil desprenderse de ella, pero al menos lo intenta-.

Afea conductas machistas de otros hombres incluso en público y no forma parte de la fratria.

Considera, respeta y valora a sus compañeras de trabajo o de estudios.

No va a las movilizaciones feministas y si lo hace es para sacar fotos o videos.

No conoce teoría feminista pero utiliza el sentido común y no habla de lo que no sabe.

Se porta como un adulto funcional.

Son muy escasos.

En conclusión, la mayoría de los hombres que se consideran aliados feministas no lo son.

Entorpecen la causa feminista y nos invisibilizan. Además, desde su posición jerárquica, marcan las pautas de actuación reforzando la desigualdad estructural.

Yo no creo en los aliados, salvo excepciones, solo en los que no se ven.

Las mujeres no necesitamos aliados feministas, necesitamos hombres no machistas.

@karinacastelao

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