El fútbol femenino español por el Doctor Manhattan

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El Villano de Madrid se enorgullece de haber conseguido para esta pieza la colaboración de Jonathan Osterman, brillante físico más conocido como Doctor Manhattan desde que en otro plano del multiverso sufrió un accidente que lo convirtió en el más poderoso de los superhéroes, casi un dios. Los lectores del cómic Watchmen ya conocen la historia de su plano de realidad física y sus poderes. Creo que dada su percepción de todos los planos del espacio tiempo será el más indicado para esta crónica. Reproduzco su informe sobre el fútbol femenino:

Es 20 de agosto en esta realidad. A las 20:00 h un representante de los humanos me pide su colaboración. Llevo un minuto escuchándole, un minuto y 20 segundos ahora. Quiere que use mis poderes para comentar la victoria de su país en un mundial de fútbol femenino. Es sorprendente que los mismos seres cuyos asuntos llegaron a desbordarme por su complejidad y hacerme abandonar mi galaxia original, sin embargo, den una desmedida importancia a simples juegos físicos. Lleva dos minutos hablándome. Empiezo a escrutar su realidad. En 1981 este humano está naciendo. Crece en la capital de su país. En varios momentos de su infancia las niñas del colegio quieren jugar al fútbol con él y los demás niños. Ellos se ríen de su petición, las chicas son, según su percepción, demasiado débiles. El trato que les dispensan me recuerda, por momentos, al conocido Walter Joshep Kovacs de mi realidad, el desaparecido Rorschach, aunque desde luego no albergan tanto resentimiento.

El 20 de agosto de 2023, en el momento en que llevo 10 minutos con él, han pasado seis horas desde que la sección femenina del fútbol de su país se ha proclamado campeona del mundo. Todos los recuerdos vuelven a su cabeza. Hay uno que parece marcarle: en 1994 mi interlocutor tiene 12 años, aunque pronto cumplirá 13, y está en séptimo de EGB. Según han ido creciendo, él y sus compañeros muestran mayor disposición a admitir en sus juegos a las niñas. En un recreo este varón corre a por una pelota perseguido por una de sus compañeras de clase. En su carrera a por el balón, mi humano en cuestión echa inconscientemente para atrás su codo e impacta en el pecho de la pequeña hembra. Acaba de percatarse de que las niñas de su edad están desarrollando ya los pechos. Mi interlocutor se da cuente de que ha hecho mucho daño a su compañera, se disculpa de mil maneras, pero este incidente le hace reafirmarse en que las niñas no deberían jugar al fútbol.

El 20 de agosto de 2023, a las dos del mediodía, las integrantes del equipo femenino de fútbol de su país están recogiendo el trofeo. En los 90, en el instituto, aunque es poco frecuente que se lo pidan, ni este humano ni sus compañeros masculinos ponen trabas a que las chicas de su clase jueguen con ellos. No obstante tienen la percepción de que no es el mejor deporte para el sexo opuesto. En los recreos del instituto descubren leyendo algún recorte de prensa deportiva que se juegan mundiales femeninos, pero ninguno muestra el menor interés.

El 20 de agosto de 2023, a las 12: 30, la futbolista Olga Carmona marca el gol que hará campeona a su selección. Hace casi 15 minutos que escruto la realidad para este humano. En los dos miles de vez en cuando se oye alguna noticia sobre el fútbol femenino, pero mi interlocutor y sus amigos están más pendientes de otros aspectos sobre las hembras de su especie. Y en el fútbol se echan a las calles al final de la década para celebrar los mejores años de la selección masculina. El 11 de julio de 2010, a las 23:30, mi acompañante está celebrando en una fuente el mundial de la selección masculina. Todo su país está en fiesta. Perdón, escribo con dificultades, estoy hablando con Laurie hace cinco segundos. Se me mezclan las realidades, son los taquiones, lo enturbian todo. Este humano está el 11 de julio de 2010 celebrando el mundial de su selección masculina. Aunque no logro entender qué ven en este juego, la pasión de estos seres me resulta conmovedora. Salen los coches a la calle, se bañan en fuentes, beben, ríen…

El 20 de agosto de 2023, a las 12:30 todos están contentos en el país de mi cliente, si podemos llamarlo así. Escriben en las redes, miran los telediarios… Se diría que se alegran del mismo modo de los éxitos de su sección femenina. Incluso han puesto pantallas gigantes en sus ciudades para poder seguirla, algo que asombra a mi oyente. Muchos recuerdan las aventuras del colegio. En 1988 este humano niega su pelota a una niña del colegio, pues cree que jugar con ellas siempre es problemático. Hace seis horas los titulares de prensa se están llenando de titulares que celebran el éxito de las hembras del país. En 1994 este humano da un codazo accidental a los pechos de una de sus compañeras. En 2023, su país de procedencia está aprendiéndose los nombres de las jugadoras. En 2010, celebran en las fuentes el éxito de su mundial masculino. Pero eso no ocurre en 2023. No se echan a las calles tocando las bocinas de los coches. Es más, en los periódicos de su país aparecen el seleccionador y muchos hombres empañando la gesta de sus compatriotas femeninas. El colmo llega cuando un directivo de la selección se propasa plantando un beso en la boca a una de sus jugadoras. No es un beso consentido, como los que estoy dando a Laurie en mi realidad en 1966 y 1985. Hay medios que lo justifican. No puedo ver si en algún momento el fútbol femenino llega a ser tratado con la misma atención y deferencia que el masculino. Estoy hablando con Laurie hace 5 segundos… Otra vez los taquiones, lo enturbian todo.

Esta fue la transcripción del doctor Osterman. No sé qué momento del futuro emite los taquiones que le impiden ver, pero desde luego, queda claro que, si bien nos hemos alegrado del éxito de nuestra selección femenina, queda camino por recorrer. Que Rubiales no siga en su puesto después de su gañanada en el mejor de los casos, acoso en el peor, sería un buen camino.

El Doctor Jonathan Osterman, Doctor Manhattan, asombrado ante la presencia del seleccionador eclipsando a sus jugadoras en las portadas de la víspera de la final.

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