Doce notas sobre tetas

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Por Pilar Aguilar Carrasco

1. Las feministas no cuestionamos la decisión de Amaral (ni de ninguna mujer) de mostrar sus pechos. Pero, al menos yo, no creo que su gesto haya servido para debilitar ni un ápice la opresión que existe sobre el cuerpo de las mujeres. 

2. En España solo es delito el exhibicionismo. Los artículos 185 y 186 del código penal lo definen como la realización o incitación a la realización de actos que atenten contra la libertad e indemnidad sexual, o ejecutar actos de exhibición obscena. Y se castiga especialmente cuando ataca la indemnidad sexual de menores e incapaces. 

3. Por lo tanto, mostrar las tetas -tanto de hombres como de mujeres- sin carga obscena no es delito. Cierto que Rocío Saiz fue brutalmente interpelada por un agente de policía, pero, acto seguido, la Policía Local le pidió públicamente disculpas por la acción de ese energúmeno al que abrieron expediente disciplinario. 

4. Aunque la ley sea la misma, sabemos que el cuerpo de mujeres y hombres se percibe y se controla con criterios radicalmente distintos. Pese a la igualdad legal (conquistada en duras batallas y cuyo valor en absoluto despreciamos) la desigualdad es real, profunda y generalizada en todos los órdenes de la vida. Absolutamente en todos: explotación laboral y doméstica, nivel económico, agresiones y violencia, etc. etc. Y, por supuesto, la ideología patriarcal “naturaliza” el sometimiento del cuerpo de las mujeres a las apetencias, requerimientos, necesidades y placeres masculinos. Así lo prueba la existencia de la prostitución, de los vientres de alquiler, de lo que antes se llamaba deber conyugal y ahora se llama “consentimiento” (es decir, la exigencia no escrita pero perentoria, de someterse “amablemente” a los deseos sexuales de la pareja o del ligue transitorio).

5. Este sometimiento y este control son universales, pero se plasman y concretan diversamente según épocas y países. En Afganistán, por ejemplo, exige tapar el cuerpo de las mujeres hasta límites delirantes. En España, por el contrario, promueve su disponibilidad exhibicionista, siempre, claro está, que ese cuerpo se ajuste a los cánones de belleza exigidos, es decir siempre que su exposición resulte placentera para los ojos viriles.  

6. Es decir, en nuestra sociedad, el mandato de “recato y pudor” es residual y solo pervive en grupos muy minoritarios. La presión brutal que se ejerce sobre las mujeres no es para que oculten pechos o nalgas (salvo si se trata de la mujer “propia”) sino para que contenten el placer voyerista masculino. 

7. Basta con ojear las fotografías y vídeos que, de sí mismas, suben a las redes sociales las chicas jóvenes. Basta con comprobar la incesante propaganda incitando a hacerse operaciones de estética. Se publicita con total “naturalidad” que fulanita o zutanita (que solo son veinteañeras) se han “retocado” cejas, o pómulos, labios, pechos… Y, a medida que nos hacemos mayores, aumenta la presión para que nos sometamos a todo tipo de agresiones (porque agresiones son las cirugías sobre cuerpos sanos) a fin de “borrar” la edad. La ideología neoliberal trans propugnando y predicando que la realidad corporal puede modelarse en función de las fantasías de cada cual facilita la propagación de estas barbaries.

8. En resumen: hoy en día, la desnudez de las mujeres no correlata en absoluto con su grado de libertad. Más bien al revés -y concretamente en el mundo del espectáculo- se requiere mucho más valor para negarse a la exhibición del propio cuerpo que para desnudarlo. Incomparablemente más. 

9. Pensemos, por ejemplo, en la alfombra roja del festival de Cannes. Solo consiguen saltarse la obligación de ir enseñando lo máximo (porque es una obligación) las grandes y reconocidísimas actrices (aunque tampoco se libran de trajes incomodísimos, ni de tacones imposibles). Y las estrellas de la tercera edad (Jane Fonda, Helen Mirren, Susan Sarandon…) pese a haberse operado, no pueden mostrar nada que “incomode”: ni pechos colgantes, ni muslos estriados, ni brazos con “alas”.  

10. Transgresora sería una Amaral de 60 y tantos años que mostrase sus arrugas, sus tetas caídas mientras clama contra la comercialización, el uso y el abuso del cuerpo de las mujeres.

11. Hoy, lo transgresor es oponerse a las exigencias estéticas que nos oprimen. Transgresor es decir: “Chicas jóvenes, rebelaos ante las prédicas que os incitan agredir vuestro cuerpo con operaciones a fin de contentar las exigencias masculinas. Mujeres mayores, no os convirtáis en máscaras acartonadas con labios inflamados”. 

12. ¿La prueba del algodón de que el gesto de Amaral no es transgresor? Los comentarios que se oyen por los bares. Dice uno: “Este es el feminismo que me gusta a mí, el de las tías enseñando la tetas”. Responde otro: “¿Hombre y a quién no? es que, si lo piden así, por mí, pueden pedir lo que quieran, que estoy dispuesto a dárselo”. 

O sea: los amos que “dan o no libertades” están encantados con este “feminismo”. Además -miel sobre hojuelas- mientras hablamos de esto, olvidamos que tres mujeres han sido asesinadas en lo que va de mes.  

Duele la realidad ¿verdad?

@pilaraguilarca

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