Ante la alternativa de voto en las próximas elecciones

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Araceli Muñoz de Lacalle. Psicóloga Educativa. Coautora del libro: La coeducación secuestrada.

Ya están aquí las elecciones generales. Unas elecciones generales muy especiales que nos presentan un “bipartidismo a cuatro”, con dos grandes partidos, PSOE y PP, que se sitúan respectivamente a la izquierda y la derecha del sistema político y otros dos partidos minoritarios, VOX y SUMAR, que están en los márgenes de ese mismo sistema pero que según los resultados de las últimas elecciones es muy probable que entren en el gobierno en coalición con uno de los dos grandes.

Un ejemplo de esta situación ha sido en los últimos cuatro años el gobierno en coalición de PSOE y UNIDAS PODEMOS. Durante este periodo el feminismo español ha esperado pacientemente a que se tomaran medidas que mejoraran la vida de las mujeres en cuanto a violencia machista, desigualdad económica estructural, explotación sexual y reproductiva, etc. Sin embargo, a medida que avanzaba la legislatura, íbamos perdiendo la esperanza de que el gobierno de Pedro Sánchez defendiera alguna de nuestras reivindicaciones. Más bien al contrario: hemos visto cómo utilizaban el nombre del feminismo para intereses opuestos al mismo,  cómo se blindaban los estereotipos de género mediante la aprobación de la ley trans, cómo el presupuesto del Pacto de Estado contra la Violencia Machista se destinaba a otras cuestiones diferentes -principalmente objetivos relacionados con el colectivo denominado LGTBI-, o bien, como desaparecía  misteriosamente gran parte de ese dinero de los y las contribuyentes, sin que a día de hoy se hayan dado explicaciones de donde ha ido a parar; hemos visto, también, como se aprobaba una ley que ha puesto en la calle a cientos de violadores y ha aliviado la condena a otros muchos -mientras que las victimas volvían a revivir momentos aterradores-, al tiempo que contemplamos un aumento de las violaciones y abusos a mujeres y niñas –grupales e individuales-, y un incremento de los asesinatos de mujeres a manos de hombres machistas  –muchas de las cuales habían denunciado ser víctimas de maltrato sin que les haya servido de nada-.

El feminismo también ha esperado, en vano, una ley de abolición de la prostitución y una normativa que no deje ningún hueco legal a la explotación reproductiva de las mujeres ni a la compra de bebés. Pero parece que el PSOE no ha tenido tiempo en su legislatura de plantear leyes que protejan a las mujeres y a las niñas, aunque sí lo haya tenido para aprobar leyes que nos ponen a todas en peligro.

En este mismo periodo, las feministas hemos sido clausuradas en nuestros actos, amenazadas con ponernos en listas negras, censuradas e insultadas por parte de miembros “destacados” de los partidos políticos del gobierno: Pablo Echenique y su descripción del feminismo como un taxi donde sólo cabían cuatro tránsfobas es todo un ejemplo de ello o Ángeles Rodríguez Pam mofándose de las mujeres que temían la puesta en libertad de sus violadores y maltratadores.

Hay a quien le ha sorprendido este trato hacia las mujeres por parte de un gobierno que se dice de izquierda, pero cuando ser conoce la historia del movimiento feminista no sorprende tanto. Durante los casi 300 años de lucha feminista, la izquierda y otros grupos aparentemente vanguardistas, han traicionado una y otra vez a las mujeres. Nos han utilizado y nos han dejado a un lado cuando lo han considerado oportuno aduciendo que conseguir la igualdad en derechos para la mitad de la población del mundo -las mujeres- es secundario frente a la causa realmente importante que, según ellos, es la de la lucha de clases -como si en las clases obreras no hubiera violencia o explotación de las mujeres-.

Hartas de esta situación y de que se pospongan y usurpen nuestros derechos como mujeres, en las pasadas elecciones municipales y autonómicas el feminismo pidió el voto nulo -o votar al Partido Feminista de España en el caso de la Comunidad de Madrid- para mostrar su disconformidad con las políticas de un gobierno que llamándose progresista únicamente ha seguido los preceptos misóginos del ideario woke -importado de EEUU- que aboga a través del transgenerismo por el aplastamiento del movimiento feminista en beneficio de intereses de grandes conglomerados económicos que sacan enorme rendimiento del sometimiento y de la explotación de las mujeres.

El resultado de las pasadas elecciones autonómicas y municipales conllevó una gran pérdida de votos y de poder del PSOE así como la “ocultación” de su socio UNIDAS PODEMOS en la coalición que actualmente se presenta como SUMAR, presidida por la lideresa Yolanda Diaz y que se manifiesta dispuesta a continuar con la misma política “en contra de las mujeres” iniciada por el gobierno actual. Para esta aspirante a ser una nueva Eva Perón, el feminismo debe de ser “generoso” e incluir en él reivindicaciones de los hombres, LGTBI, etc., ¿Pero por qué no al revés? ¿Por qué no se pide a otras organizaciones o movimientos sociales que sean generosos y que incluyan la agenda feminista? Esa agenda que comienza con la abolición de la prostitución, sigue con la de los vientres de alquiler y se refiere en todo momento a la protección de las mujeres y las niñas.

Nos encontramos en un momento similar al de las pasadas elecciones autonómicas y observamos como la campaña electoral de la izquierda pide el voto feminista, utilizando tanto el insulto machista llamándonos públicamente “hijas de puta” si no les votamos, como el chantaje emocional de culpabilizarnos de la posible victoria de la derecha y sus políticas. Como si, en el ordenamiento actual del mundo occidental, izquierda y derecha no se hubieran convertido en las dos caras de una misma “moneda”.

Hay compañeras feministas que han militado- y algunas de ellas lo hacen todavía- en partidos de izquierda y sindicatos, y aunque tengan clara la importancia y la necesidad de priorizar el feminismo, siguen siendo sensibles a los mensajes y a las consignas del partido cuando éste las llama invocando su responsabilidad para que, según dicen, la democracia siga adelante. Pero la pregunta es: ¿Qué democracia? ¿La democracia patriarcal que nos sigue considerando ciudadanas de segunda tanto desde la izquierda como desde la derecha? ¿La democracia representada por unos políticos que no dan respuesta en los debates a ninguno de nuestros problemas, ni siquiera al terrorismo machista que mata mujeres cada día?

No caigamos en sus trampas. Nos quieren hacer responsables de la llegada de la “derecha feroz”, Una vieja acusación que arrastramos desde que en España las mujeres consiguieron el derecho al voto en el año 1931 y contra la que ya tuvo que luchar Clara Campoamor todo un icono indiscutible del feminismo español e internacional. Como muy bien expresó en su libro El voto femenino y yo: Las elecciones no se ganan, sino que se pierden. Y se pierden sólo por la mala gestión de un gobierno. Si en las próximas elecciones gana la derecha lo hará porque la izquierda representada por el binomio PSOE-PODEMOS no ha cumplido con las expectativas que había generado, en nuestro caso como “el partido más feminista de la historia”.

Recordemos que Clara Campoamor para conseguir el voto femenino necesitó enfrentarse a sus propios compañeros republicanos de izquierdas y ser apoyada por el partido conservador. Y si bien es cierto que en las primeras elecciones en las que votaron las mujeres ganó la derecha en España- por lo que se culpabilizó a Clara Campoamor y al voto femenino sin ninguna autocrítica por parte de la izquierda-, las siguientes elecciones en 1936 el triunfo fue para la izquierda –aunque esta vez no se agradeció ni a Clara Campoamor ni al voto de las mujeres la recuperación del poder-.

 Aclarado esto, ¿por qué no hablamos de la izquierda feroz? Esa que no apoyó a Clara Campoamor en su reivindicación del voto para las mujeres, o de la que actualmente no reconoce a la mujer como la hembra de la especie humana con las consecuencias que tiene de pérdida de todos los derechos basados en la opresión que sufrimos por nuestro sexo. Una izquierda que en la presente legislatura ha dictado leyes que han favorecido a los violadores, que amenaza a la infancia con una educación sexual basada en la pornografía, que pone en peligro a los y las jóvenes facilitándoles drogas hormonales que les hacen dependientes de por vida de una atención médica, que desestabiliza a las familias con leyes que no les permiten proteger a sus hijos e hijas…

La defensa de los intereses de las mujeres y las niñas no puede basarse en demonizar al PP. Votar a esta formación, nos dicen, significa votar a VOX que es una ultraderecha que niega, entre otras tropelías, la violencia que sufrimos las mujeres por el hecho de serlo -desde luego algo nada recomendable-

Pero ¿qué significa votar al PSOE considerando que el tan cacareado feminismo del PSOE ya no existe y que las valiosas y experimentadas feministas que lo constituían han sido borradas, ninguneadas y sustituidas por advenedizas y advenedizos que no saben lo que es el feminismo ni les interesa? Votar al PSOE es el voto del miedo. Es, también, votar a SUMAR, al que dejará los “asuntos relacionados con las mujeres”, como hizo cuando gobernó en coalición con UNIDAS PODEMOS. Pero SUMAR para las mujeres es otra “ultraderecha” -en este caso populista- puesto que niega el concepto de lo que es una mujer incluyendo en él a hombres -del mismo modo que VOX niega el de violencia machista-.

Desde estas premisas, a las feministas nos corresponde actuar con solidaridad hacia las mujeres que nos precedieron en la lucha por nuestros derechos y también con responsabilidad hacia las que nos sucederán. Debemos recordar que el feminismo no vota traidores y que el voto nulo nos ha dado buenos resultados en las pasadas elecciones ¿Por qué no volver a utilizarlo? No hay muchas más formas de expresar la indignación que sentimos como agraviadas por las políticas de los partidos en el poder y aquellos que nos amenazan con tomarlo. Lo contrario sería creer en cantos de sirena o premiar a nuestros maltratadores con nuestro voto.

A falta de un partido feminista en estas elecciones, el voto nulo es la alternativa más plausible para aquellas personas que quieran ejercer su derecho en coherencia con las reivindicaciones feministas y los objetivos de una ideología auténticamente de izquierdas.

Votemos sin miedo, compañeras.

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