Crítica a la teoría crítica

0

La escuela de Frankfurt fue una corriente de pensamiento que surgió en Alemania en la década de 1930, vinculada al Instituto de Investigación Social de la Universidad de Frankfurt. Sus principales representantes fueron Max Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcuse, Walter Benjamin, Erich Fromm y Jürgen Habermas, entre otros. Se caracterizó por realizar una crítica de la sociedad capitalista y de la cultura de masas, basándose en las teorías de Hegel, Marx y Freud. No obstante, las concepciones que divulgaron fueron una expresión del revisionismo y del oportunismo que renegaba de los principios fundamentales del materialismo dialéctico e histórico y del comunismo científico.

Así, la escuela de Frankfurt abandonó el análisis concreto de las condiciones materiales y las contradicciones de clase que determinan el desarrollo histórico. En su lugar, se dedicó a elaborar una teoría abstracta y especulativa sobre la alienación, la razón instrumental, la industria cultural y la personalidad autoritaria, sin ofrecer una alternativa revolucionaria al sistema capitalista. Según ellos, la sociedad moderna estaba dominada por un sistema irracional y opresivo que impedía el desarrollo humano y la emancipación social. Sin embargo, no supieron explicar las causas reales de esta situación ni las posibilidades de superarla. Ignoraron el papel determinante de las relaciones de producción y de la lucha de clases como motores del cambio social. Despreciaron el papel histórico del proletariado como sujeto revolucionario y la necesidad de un partido comunista como vanguardia organizada y, en su lugar, se refugiaron en el pesimismo y el nihilismo, considerando que las masas estaban manipuladas y sometidas por la ideología dominante y que no había posibilidad de emancipación.

La «teoría crítica», como terminó autodenominandose esta corriente filosófica, buscó otros sujetos sociales alternativos que pudieran desafiar al orden establecido, como los intelectuales, los estudiantes, los marginados o las minorías, pero estos no tenían ni la fuerza ni el interés para llevar a cabo una transformación radical de la sociedad y, además, al renunciar al partido comunista como instrumento político para organizar y dirigir la revolución proletaria, carecían de una estrategia clara para enfrentarse al poder burgués.

La escuela de Frankfurt se opuso al socialismo real construido por la Unión Soviética y el resto de países del Campo Socialista y, en vez de apoyar la lucha contra el imperialismo y el fascismo, se dedicó a criticar y difamar al socialismo como una forma de totalitarismo y a defender el liberalismo burgués como una forma de democracia. Para ellos, el socialismo real no era más que una versión burocrática y autoritaria del capitalismo que reprimía las libertades individuales y colectivas. No reconocieron los logros históricos del socialismo en cuanto a la eliminación de la explotación capitalista, la construcción de una economía planificada al servicio del pueblo, el desarrollo cultural y científico-técnico, la defensa de la paz mundial y la solidaridad internacionalista y se alinearon con las campañas antisoviéticas y anticomunistas impulsadas por el imperialismo estadounidense y sus aliados.

Esta «teoría crítica» se apartó del materialismo dialéctico al adoptar una concepción idealista y subjetivista del conocimiento. En vez de basarse en la práctica como criterio de la verdad y en la dialéctica como método de análisis, se basó en la interpretación hermenéutica y en la crítica cultural, sin tener en cuenta las leyes objetivas del desarrollo social. Para ellos, el conocimiento no era un reflejo del mundo material en la conciencia humana, sino una construcción simbólica y lingüística que dependía del contexto histórico y cultural. Así, renunciaron a la posibilidad de una ciencia revolucionaria que pudiera desvelar las contradicciones del sistema capitalista y orientar la acción transformadora de las masas.

En última instancia, la escuela de Frankfurt fue una corriente de pensamiento que, al rechazar el materialismo dialéctico y adoptar una concepción idealista y subjetivista del conocimiento, sirvió a los intereses de la burguesía.

Frente a la escuela de Frankfurt, los marxista-leninistas debemos reivindicar el legado teórico y práctico de la ciencia revolucionaria del proletariado como la guía para la construcción del socialismo y el comunismo. Solo así podremos acabar con la explotación del hombre por el hombre, que impera en el mundo actual, y avanzar hacia una sociedad más justa, libre e igualitaria.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.