Una deriva de injusticia

0

Por Belén Moreno

El pasado martes 21 de febrero se realizaron las pruebas en Torrelodones (municipio de la Comunidad de Madrid) para el acceso al cuerpo de Policía Municipal y creo que por primera vez desde que se publicó en el BOE la Ley Trans, nos encontramos con que un hombre realiza parte del ejercicio como si fuera una mujer, aunque no está demostrado que tenga realizado el cambio de sexo registral tal y como permite la ley injustamente aprobada. Este señor que se había inscrito como aspirante con su DNI de hombre vigente, al llegar el momento de una de las pruebas y ante la sorpresa del resto de aspirantes, tomó el balón que deben lanzar las mujeres, que tiene menos peso que el de los hombres y aseguró que era una mujer, realizando la prueba sin ningún pudor. 

Imagino la cara que se le quedó a los compañeros y compañeras cuando un señor con su peso, su corpulencia, su altura y su aspecto iba por la prueba asegurando que era igual que la mujer que un día le llevó en su vientre. 

Todavía está por decidir si la Comunidad de Madrid aceptará un documento notarial aportado por su abogado que “demuestra” que el susodicho es a partir de ahora “femenino”. Ni tan siquiera el ministerio de Igualdad tiene contemplado este tipo de situaciones así que tal y como nos tiene acostumbradas, su respuesta nos dejará perplejas. 

La ley, por desgracia, permite que esto pase. Es decir, los señores que se presenten a las oposiciones a la Policía Nacional, la Guardia Civil, los Mossos D’Esquadra, la Ertzaintza o la Policía Foral de Navarra, podrán realizar las pruebas físicas con las medidas y límites de las mujeres siempre y cuando hayan realizado el cambio registral, que como ya sabemos supone un esfuerzo mayúsculo. Ir al registro. Que lo mismo agota porque pilla un poco lejos, pero como no tienen que aportar más que su intención, el cansancio se sobrelleva un poco mejor. 

Las diferencias físicas entre hombres y mujeres son una realidad. Nuestros maridos, novios, primos, hermanos, amigos, compañeros o los hombres con los que nos cruzamos por la calle son en general más altos, más fuertes y con más musculatura. Habrá quien piense que eso es para que puedan colgar las cortinas o abrir un tarro de conserva, pero no. Existen por algo que la Madre Naturaleza estima oportuno y que se está asociado con la reproducción y la conservación de la especie y que viene determinado por esos enemigos de la teoría queer y de los colectivos con más letras que una hipoteca, que son los cromosomas. Esos malditos orgánulos condicionan hasta los aspectos más nimios de ambas biologías. Y nosotros tenemos que aceptarlos y vivir con ellos sin haber sido ni preguntados, pero en el caso de las mujeres, pagando bien caras las consecuencias de las miradas de los otros ojos.

Como el mundo se rige por estadísticas, en este cuadro podemos ver las distintas marcas a conseguir por cada sexo en el acceso a las pruebas de la Guardia Civil. Es solo un ejemplo, porque la valoración de cualquier oposición que incluya pruebas de este tipo es similar y todas, absolutamente todas están segregadas por sexo:

Cuando las feministas insistimos en que no tener en cuenta las características naturales de los dos sexos que otorgan a los hombres una ventaja física sobre las mujeres, no lo decimos porque seamos así de puntillosas, es que estamos tomando la realidad y mostrándola tal cual es. Deportes y oposiciones son un clarísimo ejemplo, pero en una agresión, una mujer, normalmente tiene las de perder si se mide cuerpo a cuerpo con su agresor. Por extensión de todo esto, una ley que permite a cualquier hombre que pueda cambiar en el registro la categoría jurídica sexo, se convertirá en un posible usurpador del puesto de una mujer. 

Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado fueron hasta hace relativamente poco tiempo, un campo vedado a las mujeres. Acceder a ellos ha sido un logro muy importante para nosotras porque nos situaba fuera de un gran espacio de presencia pública. Hoy, mujeres de todo tipo y condición, lucen los uniformes de policías, guardias o bomberas. Era injusto que no pudiéramos formar parte de estas profesiones y había que solucionarlo. 

En estos momentos, ese logro personal de la lucha feminista, está en la cuerda floja. Miles de aspirantes opositan cada año a un puesto en alguno de los cuerpos nombrados. Miles de ellos se quedan fuera porque no alcanzan los niveles exigidos en la convocatoria, pero ¿qué cara se les quedará a las mujeres aspirantes cuando vean sus alternativas arrasadas por hombres con una clara superioridad física, que simplemente tienen que hacer menos esfuerzo que ellas para lograr la clasificación? ¿Les dirá la ministra sencillamente que se joroben? ¿Qué olviden sus ambiciones personales y profesionales? ¿Eso es justo? Si la respuesta fuese afirmativa ¿para quién es justo?

Muchos de los que han luchado por la aprobación de la ley dirán que el colectivo no está interesado en esas oposiciones, pero sí habrá quién lo esté y usará la estratagema legal para beneficiarse. Ahí es donde está el fraude. Y por mucho que la Secretaria de Estado lo niegue, quién hizo la ley hizo la trampa. Si un canadiense se cambió el sexo registral para pagar menos en el seguro del coche ¿no usará la argucia un aspirante a policía que suspende en su categoría porque no llega a las cotas exigidas, pero sí al baremo de las mujeres, cuando no se le obliga a que cambie nada más de sí mismo? 

Sabemos que todo el mundo no tiene disforia de género ni de sexo, ni de nada. Sabemos que muchos viven de las apariencias y se lucran de una sociedad que está opacando y negando la ciencia, la estadística y la justicia social en pro de deseos personales y “felicidades”. Que buscan ser alguien, ser nombrados. Hay por otro lado muchísimos que a los que se les abre un abanico inmenso de posibilidades. De trabajo, de marcas deportivas, de permanencia en prisiones, de esquivar delitos, etc. 

Las leyes deben estar diseñadas para que otorguen derechos, pero nunca restando ninguno de los que tanto trabajo han supuesto conseguir. La fraudulenta ley trans está creada para favorecer a un porcentaje muy pequeño de la población, mientras socava los derechos de las mujeres, su presencia pública y su espacio personal. Además de abrir una veda de injusticia a todos aquellos que buscan una salida a un inconveniente o simplemente intentan demostrar que las mujeres somos privilegiadas porque exigir que nuestras características innatas sean tenidas en cuenta. Como no se ponga freno a esta situación, en el próximo día de las Fuerzas Armadas, desfilarán delante de los Reyes un montón de señores con faldas de los distintos cuerpos militares, que se habrán tenido que hacer a medida porque las tallas estándar no les valen. 

@Belentejuelas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.