El camaleonismo de Tamames

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Transcribimos y compartimos en video la reflexión de Antoni Puig Solé en el canal de la asociación cultural Volver a Marx.

La presentación de una moción de censura de Vox encabezada por Ramón Tamames intenta blanquear a Vox disimulando su carácter fascistoide. Paradójicamente, los medios de comunicación la utilizan también para invocar el pasado lejano de Tamames como diputado y dirigente del PCE y posterior integrante de Izquierda Unida, a través de una caricatura de partido ecologista.

Ningún partido político es responsable de las actividades de quienes lo abandonan y Tamames hace décadas que se alejó del PCE. El único responsable de los actos de Tamames es el propio Tamames y quienes ahora le dan cobijo. El Partido Comunista de España tuvo una influencia importante sobre la capa más numerosa de trabajadores politizados que participaron en la lucha contra la dictadura franquista. Esto lo distingue de otros partidos de izquierda que, pese a haber tenido en algunos casos un papel destacado y a veces heroico, no alcanzaron la relevancia del PCE. Este aspecto positivo provocó irremediablemente que algunos oportunistas se integraran temporalmente sus filas al considerarlo un buen trampolín. Tamames fue uno de ellos.

Los importantes méritos del PCE no deberían esconder sus errores y limitaciones. Estos días vemos cómo Tamames concede entrevistas caseras y recorre platós televisivos presentando algunos de estos errores y limitaciones, como si de aciertos y virtudes se tratara, y reclama su autoría.

Un ejemplo lo tenemos en la argumentación frívola sobre el abandono de la dictadura del proletariado por parte del PCE. Puede que algunos vieran aquel abandono como un simple tema de marketing para vender mejor su producto. Puede que consideraran preferible hablar de democracia económica y social como ya había hecho anteriormente el PCE. Sin embargo, la cuestión tal como la vestía Carrillo y como Tamames la reivindica, adquirió una mayor gravedad, pues prescinden de la concepción marxista del Estado. Su mistificación de la democracia burguesa esconde la faceta dictatorial y de clase presente en todas las formas de estado, incluidos los que incorporan contenidos democráticos.

Un segundo ejemplo lo tenemos en lo referente al marxismo. Tamames presume de haber logrado que el PCE dejara de considerarlo una ciencia para relegarlo a una vulgar corriente de pensamiento. Se trataría, según su formulación, de una cuestión meramente ideal sin relación con la práctica política. Dejaría por consiguiente de ser una guía para la acción en la lucha por la emancipación de la clase obrera. Curiosamente, Tamames alardea de su condición de catedrático de ciencia económica, o sea considera que la disciplina académica que impartió es una ciencia. Por el contrario, niega esta condición a la crítica a la economía política de Marx, que desmorona la economía burguesa y la economía vulgar y edifica lo que podríamos llamar la economía política de la clase obrera. Parece que Tamames nunca quiso leer El Capital de Marx. De hecho, todo indica que ni siquiera hojeó el prólogo, donde Marx da la constancia de las particularidades de su método científico.

Viendo la actitud chulesca de Tamames hacia la obra de Marx es fácil llegar a la conclusión de que fue un error extremo que la política económica del PCE quedara en cierta medida en sus manos. Nos consta que el PCE contó con una nutrida plantilla de economistas, algunos de gran valía y con un buen conocimiento de la obra de Marx. Es cierto también que muchos de los temas de la política económica del PCE fueron debatidos de manera colectiva y se aportaron documentos espléndidos. Pero esto no resta gravedad al hecho de que al final Tamames acabara siendo el primer espadachín.

Una lectura atenta de los libros de Tamames pone al descubierto que su proyecto político nunca fue pensado para la emancipación de la clase obrera. Como ya reconocía en los años 70, el suyo era un proyecto para España. Esta deriva españolista lo ha convertido en un vulgar falangista.

Cuando el PCE ya había sido legalizado y pudo participar en la política electoral, Tamames para apartar a los que se cruzaban en su camino, tuvo la perversa ocurrencia de proponer que el PCE inhabilitara para los cargos de dirección a los mayores de 65 años. Ahora, cuando roza los 90, se presenta a las Cortes generales con la pretensión de ser investido presidente del Gobierno.

Puede que alguien considere que Tamames ha tomado una deriva autodestructiva. No estamos de acuerdo. Como él mismo reivindica, su conducta actual tiene una base evolutiva y sigue siendo una persona cuerda. En esto le damos la razón. Tamames, como hemos dicho al comienzo, es el único responsable de sus actos, no se merece ningún tipo de comprensión ni de perdón, pues sabe lo que se hace y sabe con quién lo hace.

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