Ucrania y el imperialismo

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En 1920, Lenin redefinió el imperialismo como nueva etapa del capitalismo, para señalar la división del mundo entre naciones «opresoras» y «oprimidas», con las primeras explotando a las segundas. Todo ello tuvo lugar en una época en la que prosperaba la concentración y centralización de capitales y la exportación de los mismos. Con anterioridad, Lenin había formulado su teoría sobre la cuestión nacional, considerando que dentro del mismo marco estatal y en las mismas fronteras, puede haber una nación dominante que someta a otras contra su voluntad.

Ucrania se formó a partir de la teoría sobre la cuestión nacional de Lenin, que tipificó al imperio ruso como «cárcel de pueblos» que rusificó a las otras naciones y suprimió sus idiomas nacionales. A partir del reconocimiento del daño imperial ruso, tras la revolución rusa se trazaron fronteras internas para que las naciones pudieran ejercer la autodeterminación y disponer de sus derechos nacionales si se sumaban a la nueva unión de repúblicas soviéticas. Algunas de estas fronteras fueron ampliadas más adelante y de esta ampliación Ucrania salió beneficiada, con la anómala apropiación de Crimea.  Putin critica a Lenin y Stalin de ello y los culpabiliza porque después del colapso soviético, grandes fracciones de población rusa quedaron fuera de las fronteras de Rusia. Sin embargo, en lugar de acusar a los bolcheviques, debería acusarse a los que ampliaron alegremente las fronteras de Ucrania y, en especial, a la manera como se disolvió la URSS, pues Rusia abandonó al resto de naciones con las que convivía.

¿Era la URSS imperialista? Este fue un elemento de fricción dentro del movimiento comunista internacional. Los seguidores de los Partido Comunista de China y de Albania, tildaron al bloque soviético de imperialista tras la invasión soviética de Checoslovaquia y luego acentuaron su acusación. Sin embargo, no consideraron explícitamente que, dentro de la URSS, Rusia desarrollara políticas imperialistas hacia sus repúblicas internas; más bien vieron la constitución de la URSS como un ejemplo a seguir. En todo caso, la URSS ahora ya no existe y con su disolución y posterior incrustación del capitalismo, Rusia quedó muy debilitada, aunque no arrasada como desean los EE.UU.

El imperialismo va asociado a las rivalidades interimperialistas. Estas rivalidades se manifestaron violentamente en la 1ª Guerra Mundial.  Lenin las analizó para caracterizar la geopolítica de su época. Pero Lenin murió en 1924, lo que significa que si quieres seguir el camino de Lenin, debes tomar sus enseñanzas y aplicarlas a las realidades geopolíticas actuales, distintas a las de la 1ª y también de la 2ª Guerra Mundial.

Después de la caída de la URSS el mundo se partió en dos campos que de ningún modo pueden ser considerados homogéneos: 1º) la alianza liderada por Estados Unidos de antiguos imperios y estados ex fascistas que constituyen la OTAN y que llamamos «Occidente», 2º) los restos del campo socialista y el tercer mundo (Asia, África y América Latina).

De estos campos, sólo el 1º mantiene interés en conservar las ventajas económicas históricamente establecidas, tanto por la conquista violenta que en su día dieron lugar al colonialismo, como por los privilegios que los EEUU arrancaron tras la 2ª Guerra Mundial

Ucrania había permanecido en el campo contrario a la OTAN, pero desde 2014 ha tratado de unirse a él. Para que la OTAN se sienta cómoda con Ucrania, su territorio debe ponerse a disposición de la estrategia militar de los EEUU y la población pro-rusa dentro de Ucrania, debe ser neutralizada políticamente, si no limpiada étnicamente, lo que empujó a los ruso-ucranianos del Donbass hacia el separatismo.

Al quererse unir a la OTAN, Ucrania quiere unirse al campo que tiene un interés heredado en mantener al resto del mundo sometido, y que ha infligido un holocausto interminable contra el tercer mundo, por lo que, además de llamar al régimen de Kiev «neonazi» por exhibir esvásticas y reivindicar a los colaboradores del nazismo, hay que considerarlo pro imperialista.

La geoestrategia original de Hitler era convencer a Gran Bretaña y a los otros imperios «blancos» de que debían dejar de lado sus diferencias, y esclavizar al mundo no blanco, incluidos los eslavos. La OTAN ahora encarna la continuación de esa geoestrategia, que pasa por debilitar a Rusia y China y someter al mundo poscolonial.

La época del imperialismo es una época nacida bajo el signo de violentos conflictos y guerras de todo tipo. Estas realidades repercuten en cada uno de los países, en función del campo donde se encuentra y de su especificidad dentro de dicho campo.

El neoliberalismo occidental ha aparentado prescindía del Estado mientras animaba a la célula de base del imperialismo agrupada entorno a lo que podríamos denominar como capital monopolista y financiero internacional. Pese a ello, la intervención del Estado es cada día más importante, ayudando a determinados sectores industriales y financieros y acrecentando sus gastos civiles y militares como mecanismo para reflotar sus economías y prepararse para futuras guerras. Todo ello nos indica que seguimos instalados en una época de enfrentamientos cada vez más explosivos. Las percepciones que el movimiento obrero tenga de esta situación, lo bifurcan irremediablemente. En una parte, están los que aún creen que nos encontramos en la época de un sabio y pacífico progreso de occidente dispuesto a aceptar mejoras puntuales para la clase obrera. En la otra, los que consideramos que estamos en la época de la revolución y la contrarrevolución y que según la posición que tome la clase obrera, triunfará una u otra. Estos son los dos senderos practicables sobre los que la clase obrera debe elegir.

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