Santiago: «no ha habido una transferencia del Estado a las empresas privadas tan grande como la de este Gobierno»

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Enrique Santiago, portavoz de IU en el Congreso y secretario general del PCE, concedió una entrevista a Parlamento RNE este fin de semana en la que respondió preguntas sobre las recientes polémicas parlamentarias y aclaró, de un modo sorprendentemente sincero, cuáles son las expectativas e intenciones de la coalición de Gobierno, ya cercano a su fin.

Preguntado por las controversias generadas a partir de la «ley del sí es sí» o la «ley mordaza», Santiago procuró quitarle hierro al debate, mostrando una actitud moderada ante las distancias entre las diferentes fuerzas políticas que forman la coalición y atenuando las desavenencias, en este momento próximo al final de la legislatura.

En su intento por dirigir las preguntas de la entrevistadora sobre los matices polémicos hacia los «avances construidos por el Gobierno», Santiago dejó algunas declaraciones llamativas, como que «este Gobierno de coalición ha sido ejemplar para Europa en extensión de derechos económicos, en elevar el nivel de vida de las clases trabajadoras, proteger a la sociedad en la pandemia e incluso a los empresarios de este país; en la historia de España no ha habido una transferencia de recursos del Estado tan grande a las empresas privadas como la de este Gobierno«.

De un modo que recuerda otros logros del Gobierno, como la derogación por matices de las reformas laborales, sobre la Ley Mordaza reconoció que no se va a alcanzar lo que exigían las partes, pero que se derogarán los «puntos más regresivos y antidemocráticos de la norma», pero que eso «garantiza una recuperación de las libertades cercenadas», debido a que la legislatura se acaba y se necesitan cerrar esos acuerdos, entre los que se propone que dejen de ser sancionables las protestas sociales, o que incluyan sanciones de reeducación y ponderadas a los ingresos del infractor.

Sobre otro aspecto clave de las promesas de la coalición, la Ley de Vivienda, el portavoz admite en la entrevista que las discrepancias con el PSOE se limitan a la no subida en más del 2% sobre los alquileres.

De las palabras de Santiago podría inferirse que, en lugar de «hacer virar al PSOE hacia políticas sociales» como se esperaba, ha sido la parte «izquierda» del tradicional bipartidismo la que ha hecho girar a Unidas Podemos hacia una derecha que poco tiene que envidiar a la del PP.

De este modo, no resulta extraño que el Gobierno de coalición sea «ejemplar para Europa», pues lo que se ha hecho es obtener algunas leves mejoras -además bastante cuestionables- a través del endeudamiento sobre los fondos europeos y del gasto público del Estado, que es muy desigual para la clase trabajadora en comparación con las ayudas que reciben las grandes empresas, incluidas las que componen el IBEX35 y que también perciben suculentas cantidades de esos fondos.

Es de natural comprensión que el ejercicio de la política sea algo muy complejo, más aún en un escenario neoliberal y de crisis imperialista como el que nos ha tocado vivir, pero se espera de los representantes políticos de la izquierda parlamentaria (cuánto más si son los responsables del PCE, partido que se estima dentro del marxismo), que se exponga la cruda realidad de los hechos materiales a los trabajadores, en lugar de ofrecerles como exitosas reformas que firmaría el propio PSOE en momentos de urgencia para el sistema capitalista.

Estas actitudes, que parecen meras excusas para justificar un Gobierno que ha supuesto realmente un retroceso social, bloquean la posibilidad de construir un proyecto alternativo, una opción a la resignación ante la trampa de un capitalismo «de rostro humano», que proponga una verdadera posibilidad de transformación de la sociedad y conciencie a los trabajadores y trabajadoras en un futuro socialista.

Para mayor desgracia, la complacencia en las instituciones europeas (de las que se llegan a agradecer los elogios) significan una absoluta ceguera ante la situación internacional. Es inaudito que, desde una perspectiva teóricamente marxista, se oculte, se encubra, se disimule el cambio en el orden mundial que se está vislumbrando, así como las graves consecuencias que nuestra dependencia -sumisión- de la UE y la OTAN está provocando en la clase obrera europea.

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