Por Enrique Madrazo Gutiérrez
Y llegaste tú
con tu colección de revoluciones silenciosas
esa retorcida manía tuya de darle significado
a las cosas más insignificantes
me decías fíjate el reflejo de aquella ventana
se ha posado sobre tu frente
y creía verte sonreír mientras intentabas atraparlo
con la palma de tu mirada
a veces
cuando me llenaba de tristeza hasta mojar los cabellos
te metías las manos en el bolsillo y sacabas palabras
que arañaban la ropa y el alma
para arrojarlos con agresividad contra mis ojos helados
y gritabas no son más que molinos de mierda
tan sólo anclas puertas mal cerradas
arrecifes sobre la espalda
con tus matices y gamas de colores llegaste
tu fórmula de abofetearlo todo con verdades crudas
cuando a mí me habían gustado en su punto
esa terapia contagiosa de reírte de nosotros
cuando me quedaba en silencio
y me pellizcabas el semblante y yo te miraba con recelo
para qué necesitas algoritmos de rabia me decías
arráncate esa muela de esclavo
descuélgate de tu espalda
descamísate esos bolsillos con ojeras
devuélvete tus pies descalzos
y llegaste tú
a pesar de que nunca te fuiste
dispuesto a ocupar ese espacio que me queda entre la nariz
y mi pasado
derrocando de puntillas monarquías de humos y vendas
no mires abajo susurraste a pesar de que el vértigo me pisaba los pies
y si no he caído aún es porque nunca dejaré de hacerlo
pero no mires abajo
acéptate esta voluntad de pájaro
sólo aceptado su vuelo de esta manera
un día mirarás el espejo
y desde allí llegarán las palabras
ya has llegado.