Golpista Queipo ya no está en la Macarena

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En la madrugada de esta noche, la Hermandad de la Macarena ha efectuado la exhumación de los cuerpos del general golpista Gonzalo Queipo de Llano y de su esposa, así como los de su colaborador, el auditor Francisco Bohórquez VecinaLa salida de los restos se ha producido de la forma más reservada posible, con nocturnidad y ante la presencia de un escaso grupo de personas, entre las que se encontraban los familiares. 

La Hermandad había anunciado que finalmente se comprometía a cumplir las instrucciones del Gobierno, instadas a través de una carta dirigida a su Hermano Mayor, en la que le recordaba la imposibilidad de mantener los restos en el templo tras la aprobación de la nueva Ley de Memoria Histórica y Democrática, ratificada el pasado mes.

La nueva normativa, actualizada con la aprobación de dicha ley, establece en uno de sus artículos que «los restos mortales de dirigentes del golpe militar de 1936 no podrán permanecer inhumados en un lugar de acceso público, distinto a un cementerio, que pueda favorecer la realización de actos públicos de exaltación, enaltecimiento o conmemoración de las violaciones de derechos humanos cometidas durante la Guerra o la Dictadura». Así pues, la exhumación se produce en la primera ocasión que ha habido tras el apremio gubernativo, el día después de la festividad de los difuntos, en plena madrugada.

Finaliza así, tras 71 años de permanencia en el templo, una de las polémicas más controvertidas en cuanto a la memoria histórica de Sevilla y que postergaba de manera indefinida la incoherencia de mantener a un golpista responsable del asesinato de miles de inocentes en un lugar público y de culto, visitado a diario por numerosas personas. 

El cumplimiento de la ley se produce gracias a la infatigable labor de las agrupaciones memorialistas, que durante años llevan trabajando por la verdad, justicia y reparación, en numerosos actos en los que se reivindica la memoria de los millares de personas que fueron asesinadas en ejecuciones sumarísimas, encarceladas, sometidas a trabajos forzados o torturadas por la dictadura franquista.

Los escasos periodistas que han podido presenciar el momento de la retirada afirman que los familiares aplaudieron la salida del coche fúnebre y que las exclamaciones de «¡viva!» fueron acalladas por el grito de “Honor y gloria a las víctimas del franquismo» pronunciado por la presidenta de la asociación memorialista Nuestra Memoria, Paqui Maqueda, quien se encontraba entre el escaso grupo de personas presentes. Sus familiares aún están enterrados en alguna de las de fosas comunes en las que se hallan repartidos los miles de asesinados.

Si bien la nueva ley no da respuesta a las demandas de las Asociaciones
memorialistas
(como las referidas precisamente a las exhumaciones de las víctimas, que seguirán necesitando el modelo privatizado a cargo de familiares o asociaciones, o la reparación de las consecuencias jurídicas y económicas o de las responsabilidades patrimoniales de los bienes expoliados), al menos se cumple con la desaparición de un símbolo de la sinrazón que contradecía los criterios más elementales de democracia y respeto a los derechos humanos.

Horas antes de que un martillo neumático abriera la tumba de Queipo, fueron extraídos los restos de su ayudante en la tarea de exterminio, el auditor de guerra Francisco Bohórquez, hermano mayor de la hermandad durante la Guerra Civil y uno de los redactores del bando de guerra proclamado en Sevilla y redactor además de los procedimientos judiciales que instaban a los fusilamientos, aunque muchos de ellos se produjeron de manera sumaria y sin procedimiento alguno.

Justo en estos meses se estaba desarrollando la excavación de la fosa común de Pico Reja por encargo del Ayuntamiento hispalense, una de las fosas localizadas en el cementerio de Sevilla. Sólo en esta fosa se han rescatado 5.036 cuerpos. En el listado de asesinados figuran miembros de la corporación municipal de la época, alcaldes y hasta diputados. Sería la fosa donde podrían encontrarse los restos de Blas Infante, ejecutado precisamente en agosto de 1936 por orden de Queipo.

Otra víctima conocida de la atrocidad inhumana del golpista fue Federico García Lorca. Queipo de Llano lideró en Sevilla el golpe de Estado contra la legítima República. Para favorecer la estrategia golpista y por su propio interés personal, sembró el terror y exterminó con brutalidad a todo aquel que se opusiera o fuese acusado de oponerse a la sublevación militar. Historiadores consideran que solo en la provincia de Sevilla están documentados 12.854 asesinatos ordenados directamente por Queipo de Llano. Si se extiende a toda Andalucía, la cifra de víctimas asciende hasta las 45.000.

En su retiro, Queipo pasó sus últimos años en el cortijo de Gambogaz, una extensa propiedad obtenida en 1937 durante las represalias más atroces hacia los republicanos, en la que utilizó como mano de obra forzada a decenas de prisioneros de los campos de concentración que él mismo crearía. Se desconoce si será en esta propiedad o en otro lugar donde finalmente la familia deposite sus restos.

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