Episodios nacionales de la discafobia. Episodio I: marco teórico

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Quiero recuperar una tradición ya perdida en el mundo literario: las entregas literarias. Aprovechando una serie de acontecimientos, quisiera constatar con ustedes una tendencia social preocupante, el aumento de la discafobia o fobía a la discapacidad. Este término, molestia aparte, le acuñamos en la UPADD (Unidad Progresista de Apoyo a la Discapacidad y la Dependencia), hace ya casi una década, consiguiendo su introducción en la enciclopedia Wkipedia[1]. Aquí, se define la discafobia como: “el término discafobia hace referencia a la aversión (fobia, del griego antiguo Φόϐος, fobos, ‘pánico’) obsesiva contra personas con discapacidad o en situación de dependencia, lo que conduce a adoptar o consentir conductas de rechazo, discriminación e invisibilización de las personas con otras capacidades o en situación de dependencia. El adjetivo es «discafóbico»”Actualmente, este término se ha extendido y ya hay peticiones en plataformas como change.org para que la RAE incluya esta palabra y “capacitismo” en su diccionario.[2]

Pues bien. En la Facultad nos enseñaron que la fobia, odio o rechazo a un colectivo puede ser explícito o subyacente, ya que, como diría Pamela Valenciano, no solamente duelen los golpes, también el desprecio y el borrado. Precisamente de esos quiero hablaros, del mismísimo borrado de la discapacidad, sus responsables y sus consecuencias. Para eso, utilizaré un artículo de mi amiga Tasia Aránguez Sánchez, directora del ONFD (Observatorio Nacional de la Fobia a la Discapacidad) y compañera de la UPADD, la Profesora de Filosofía del Derecho de la UGR (Universidad de Granada), el artículo en cuestión se titula: “Objeciones a la teoría crip”[3]

En este artículo, la profesora Tasia hace una especie de análisis de la teoría crip, en comparación con el modelo psicobiosocial. Según el propio resumen del artículo de la profesora Tasia, esta es la hipótesis de la que vamos a partir de ahora en adelante en esta serie de artículos:

“El objeto de esta investigación es realizar una crítica fundamentada a la concepción de la discapacidad desarrollada por la teoría crip. Dicha teoría es una radicalización del modelo social, que sostiene que todo el mundo tiene discapacidad en algún grado porque nadie encaja plenamente en la norma social del pleno funcionamiento. Concluimos que la disolución de la categoría “discapacidad” en un continuo fluido conduce al borrado teórico y jurídico de la discapacidad. Nos oponemos al uso que hace la aproximación crip de eufemismos como «diversidad funcional». Estos términos sustituyen las reivindicaciones materiales por cambios en el lenguaje, y ocultan dolor y las limitaciones físicas, obligando a las personas con discapacidad a teñir de positividad sus experiencias. Desde un modelo biopsicosocial, sostenemos que la discapacidad tiene una base material objetiva que debe ser contemplada para reivindicar derechos y políticas públicas. La crítica a la teoría crip es un tema novedoso en la investigación científica y de gran interés debido a la incidencia creciente de la referida aproximación”.

Analicemos ahora, a partir de aquí, lo que puede suponer este borrado del concepto discapacidad en el subconsciente colectivo y su influencia en la creciente discafobia social e institucional.

Una forma de odiar la diferencia es rechazándola directamente, pero otra forma es ignorarla, ignorar sus diferencias y necesidades. Así, el exogrupo se verá como una versión defectuosa del intragrupo o grupo dominante. Ejemplos de esto son los Pueblos roma o gitano, kurdo o nativo americano, a estos Pueblos no se les ve como tales, sino como versiones “sucias”, “alcohólicas”, “nómadas” y “ladronas” del grupo étnico dominante: Personas payas, turkas o colonas de procedencia europea. Lo que no existe, no se debe respetar, algo así le ocurre a la discapacidad ahora mismo. 

En nuestro caso, esto nos afecta de dos formas diferentes:  En el aspecto médico y, curiosamente, también en el social.

En el aspecto médico, repito la crítica que hace la profesora Aránguez: mal diagnóstico, desatención médica, políticas erróneas…

Pero, es que este esperpento extremo del modelo social, llamado teoría crip, lleva al efecto contrario que se supone que quiere este modelo social, la integración social de las personas con discapacidad.

La primera consecuencia de esto es un retroceso de cincuenta o sesenta años en el tratamiento de la discapacidad. Si la categoría de discapacidad desaparece, la población común tirará del lenguaje popular para describir algo que, evidentemente, se ve y no sabe nombrar. Gente común no va usar un término creado en despachos universitarios como el eufemismo “diversidad funcional”. Por lo tanto, volveremos a ser las personas raras, las de la silla, las retrasadas, las que andan mal, etc, etc… Como he dicho antes, lo que no tiene nombre es un “subproducto social”, volviendo, en nuestro caso, a los tiempos de la “milana bonita” o “De ratones y hombres”. Por cierto, ¿de qué me suena ese último título?

Una consecuencia de esto es la falta de empatía y la deshumanización paulatina. Este proceso, empieza por una falta de empatía. Si yo no entiendo algo, si no se lo que es, es muy difícil empatizar con ello, no tiene nada que ver conmigo y no lo entiendo.

A su vez, esto afecta a la mentalidad equitativa que ha caracterizado a la sociedad española durante décadas. Dicho en lenguaje vulgar: “hay que ayudar a las personas que tienen problemas”. Realmente, se ve una falta de sensibilidad social en las últimas generaciones, sobretodo una falta de solidaridad real, en su lugar hay una especie de neocaridad desideologizada, un: “debemos ser buenas personas, porque es bueno ser buenas personas”. Esa pérdida de análisis vacía de contenido la supuesta acción solidaria, lo que la quita el sentido. De este modo, conceptos como el de equidad pierden su sentido político, dejando sin rumbo toda acción que se haga. De este modo, se crea una dicotomía maniqueísta de bondad y maldad en torno a nuestro colectivo. 

Por un lado, tenemos personas “solidarias” que actúan de la forma que he descrito anteriormente, con una gran dosis de paternalismo autocomplaciente, que refuerza la autoestima de quien da ese apoyo, no así de quien lo recibe.

Por otro lado, hay cada vez más presente un discurso negativo sobre nuestro colectivo, el discurso del privilegio. Ya hemos dicho, que la noción de empatía y de equidad social se pierde en el momento en que el concepto de discapacidad se difumina. Si a esto le sumamos una pérdida de derechos sociales y laborales en la población sin discapacidad, el coctel del odio está servido y aparece el discurso del privilegio. De esa forma, se ven las políticas sociales compensatorias para la discapacidad, (PNC, subvenciones, ayudas a estudios…), como privilegios del colectivo. Un ejemplo de eso, fueron los ataques xenófobos y discafóbicos que recibió el Diputado Echenique en las redes sociales al grito de: “le hemos pagados los estudios y viene a insultar a nuestro país”.

Para terminar, vivimos, afortunadamente, en una democracia y nuestras personas representantes son un reflejo de nuestra sociedad. Lo malo es que esto es así para bien y para mal. Y ahí es donde surge la discafobia institucional. Un ejemplo de esto fue la salida de tono del Procurador de Vox en las Cortes de Castilla y León y vicepresidente del Gobierno de esta Comunidad, Juan García-Gallardo, al espetar a la Procuradora con discapacidad del PSCYL-PSOE, Noelia Frutos, lo siguiente:

«Mira señora Frutos, yo no le voy a tratar con ninguna condescendencia y le voy a responder a sus faltas de respeto como si fuera una persona como todas las demás».[4]

Bien. En esta frase vemos un claro ejemplo de lo que estoy diciendo. Bajo una apariencia cínica de “igualdad” se esconde una discafobia brutal. De este modo, la mayoría de la gente se fijó en el hecho en sí y la utilización de la expresión: “Como si fuera una persona como todas las demás”. Sin embargo, yo quise ir más allá en un hilo de Twitter. ¿Qué filosofía política se esconde detrás y qué políticas sociales conlleva? 

La respuesta es obvia. La filosofía que lleva implícita esa frase es la que acabo de desgranar anteriormente, concretamente la del discurso del privilegio. La traducción sería: “No pienso dar ningún trato especial a las personas con discapacidad”. Y al mismo tiempo, efectivamente, deja claro que Noelia Frutos no es como las demás personas. Por último, si nos fijamos bien, (y dudo que sea una errata de la periodista), empieza la frase con un “Mira”, no con un “Mire”, aunque después se corrija con un “le”, lo cual deja claro que la diferencia de Frutos no es diversidad, sino inferioridad.

A la vista de esto, cabe esperar que el Gobierno de Castilla y León no lleve a cabo muchas políticas sociales compensatorias de la discapacidad al considerarlas “privilegios”, “paguitas para gente vaga y pícara”.

Partiendo de esa base teórica, en las próximas semanas, iré analizando casos concretos que, yo mismo u otras personas, hemos vivido de discafobia social e institucional. Así mismo, animo a más personas a hacerme llegar sus propios casos.


[1] Enciclopedia Wikipedia. Consultada el 28 de julio de 2022.

[2]  Portal Change.org. Consultado el 1 de agosto de 2022.

[3] Aránguez, T. (2022). Objeciones a la teoría crip. Revista Española de Discapacidad, 10(1), 131-145.

Doi: https://doi.org/10.5569/2340- 5104.10.01.06

Fecha de recepción: 16-02-2021 Fecha de aceptación: 01-06-2022

[4]  De la Calle Fernández, Isalbel.  Diario Público, 24/05/2022, actualizado el 25/05/2022. Consultado el 16/08/2022.

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