Responsabilidad compartida pero no a partes iguales

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Mientras que escribo este artículo la cifra oficial de mujeres asesinadas en lo que va de año por Violencia Machista asciende a 42 y a 1124 desde que en 2003 empezaron los registros, y la de menores asesinadas/os hasta el momento a 6 y ya son 43 desde que empezaron a contabilizarse en 2013.

La prensa tradicional ya ha recogido estos datos, se han hecho minutos de silencio y ha habido mensajes de condolencia por parte de algunos/as representantes políticos/as, por ejemplo, en la cuenta de Twitter del Presidente del gobierno podía leerse lo siguiente, “El machismo mata y esta terrible realidad debemos combatirla todos y todas.”

Efectivamente, y en concreto usted y su gobierno, ¿qué están haciendo para combatirla de forma efectiva? Resalto lo de efectiva porque estamos hablando de mujeres y niñas/os asesinadas por varones que al hacerlo no estaban repeliendo una agresión que ponía en riesgo su vida ni la de otros/as. Es prioritario entender qué mecanismo mental ha llevado a estos varones a acabar con la vida de sus semejantes. Y aquí nos encontramos con la pieza principal que articula el mecanismo: las mujeres y las/os menores asesinadas/os no eran sus semejantes, no eran sus iguales.

Para la insigne Celia Amorós “La diferencia sexual es un hecho, mientras que la igualdad es un valor del orden de lo ético que es necesario construir en lo social.” Pero no lo estamos construyendo. Las cifras de denuncias por Violencia Machista en cualesquiera de sus áreas (Sexual, Psicológica, Física, Económica, Vicaria) aumentan año tras año, y he oído en demasiadas ocasiones que una interpretación plausible de este hecho es que como hay mayor conciencia social se denuncia más; y no que necesariamente haya un aumento del número de varones agresores. Bien, aunque asumiéramos esa interpretación, el volumen de agresividad que muestran los varones españoles mayores y menores de edad es altamente preocupante, e indica que el proceso de socialización que configura nuestro modelo de sociedad no es bueno.

Son muchas las pensadoras Feministas que han analizado este proceso y sus consecuencias sobre menores y mujeres, y han exigido desde hace ya demasiado tiempo su sustitución:

  • Victoria Sau en 1998 afirmó: “los malos tratos individuales (…) son la manifestación particular y específica de los malos tratos estructurales, institucionalizados, que forman parte del orden patriarcal. Su propia institucionalización hace que pasen inadvertidos y circulen como un material obvio respecto del que no hay que dar explicaciones ni justificarse”.
  • Rosa Pastor en el año 2000: “La violencia estructural atrapa a las mujeres en un circuito del que sólo se puede salir a partir de la toma de posición, tanto personal como social, para lo que hace falta una decidida acción en el terreno de lo público y de lo privado”.
  • Esperanza Bosch y Victoria A. Ferrer en 2002: “A la hora de abordar el posible perfil del maltratador hemos encontrado en estos varones una clara concepción de dominio sobre sus parejas, confunden el amor con la posesión y el sexo con el poder. Quizá muchos sean lo que se viene llamando “analfabetos emocionales”, pero no son enfermos. (…) Los estereotipos sobre masculinidad y feminidad están directamente relacionados con los procesos de aprendizaje cultural, y con los complejos procesos de socialización a los que estamos sometidas/os desde el mismo momento de nacimiento, no son características que vengan determinadas por la biología.
    Si sólo se actúa individualmente, negando la evidencia de que la violencia contra las mujeres tiene un sustento estructural, nunca se afrontará la necesidad de planteamientos globalizadores que cuestionen las raíces patriarcales en las que se asienta el modelo de sociedad que tenemos.”  (Los tres fragmentos provienen del libro La voz de las invisibles. Las víctimas de un mal amor que mata, Esperanza Bosch y Victoria A. Ferrer).
  • Amelia Valcárcel en 2007:”Llamamos patriarcado a un tipo de esquema de poder universal y ancestral en el cual las mujeres han estado y están, real y simbólicamente, bajo la autoridad masculina. Lo que importa para entender la violencia masculina es este colocar a las mujeres bajo el poder real y simbólico de los varones. Insisto, es un poder que es tanto real como simbólico: hay un poder eficaz y efectivo, las mujeres están en manos de los varones, y toda una enorme capa de espesor simbólico que da legitimidad a esta manera de existencia de los sexos, las mujeres deben estar en manos de los varones. Todas las religiones y todos los discursos validantes han explicado esta misma verdad: que no sólo esto ocurre, sino que es bueno que ocurra. (…) Un sistema de poder no cursa sin violencia, y el patriarcado es un grande y vigente sistema de poder. (…) Es erróneo pensar que son las mujeres en situación marginal las que están realmente en peligro; que son las que no tienen empleo, con poca educación o pocas oportunidades, aquellas que sufren la violencia masculina. No, no sólo son estas mujeres las que sufren la violencia masculina, otras que sí tienen empleo, sí tienen familia, y sí tienen situación, también la sufren. Hablamos de un sistema que cursa en todas partes, existe de cien maneras, y se traslada en cien modos. (…) Al sexo masculino se le sigue repitiendo que cultive todas tus destrezas violentas, porque puede tener que utilizarlas alguna vez, porque están en el fondo del campo antropológico, porque son útiles, son verdaderas y confieren poder.” (La violencia contra las mujeres)
  • Mª Elena Simón Rodríguez 2008: “La violencia contra las mujeres es la consecuencia de la discriminación y del desequilibrio de poder entre mujeres y hombres. Es, a un tiempo, violencia sexista, porque discrimina a las mujeres convirtiéndolas en causa y objeto de esa violencia, y machista, porque arremete contra ellas para lograr su sometimiento. El objetivo de las acciones violentas contra las mujeres es, por tanto, controlar a la mujer para obtener de ella dependencia y subordinación. La violencia contra las mujeres está en la base de muchos de los pilares de nuestra organización social.” (Hijas de la igualdad, herederas de injusticias)
  • Almudena Hernando en 2015: “La principal trampa del orden social para legitimar las desigualdades consiste en enseñar a todos sus miembros a mirar el mundo a través de la mirada particular de quienes tienen el poder. Ese particular punto de vista se inviste de universalidad y, a través de las instituciones de enseñanza, información y publicidad se convierte en la verdad que toda sociedad reproduce, aunque no se ajuste a la experiencia de quienes no ocupan esa posición de poder.
    Dando por sentado que todos los seres humanos tienen las mismas oportunidades, si no se llega a ocupar posiciones de poder o autoridad, a tener éxito o simplemente a conseguir lo que otros (hombres blancos de clase media y alta) consiguen es porque una/o no tiene las mismas capacidades que ellos, ya que formamos parte de modelos de sociedad formalmente igualitarios.
    Al conceder valor de verdad al discurso del grupo dominante, se profundiza y ahonda el efecto perverso de atribuir a quienes no pertenecen a ese grupo la exclusiva responsabilidad de no estar en él, así como la culpa de no estarlo en virtud de las contradicciones y complejidades de su particular personalidad. El sistema no es deficiente pero los seres humanos sí. (…) Resulta imprescindible una reflexión colectiva que permita detectar esos modos de reproducción, los dispositivos a través de los cuales el orden patriarcal se sigue reproduciendo en la actualidad.” (Mujeres, hombres, poder. Subjetividades en conflicto)
  • Mª Elena Simón Rodríguez 2017: “Llegado y entrado ya el siglo XXI nos seguimos encontrando con “la escuela, la sociedad y la casa sin barrer”. Sin barrer de los restos y secuelas de la desigualdad, violencia e injusticia contra las mujeres que se crean y reproducen en los ámbitos familiares, del saber, del poder, de la empresa, de la creatividad, de la opinión, de la información y de las religiones. Aunque la escuela siempre haga gala en sus discursos pseudomodernos de tener el discurso de igualdad bien implantado en su seno y superadas las desigualdades ancestrales, en la práctica no lo aplica con todas sus consecuencias y de forma sistemática y generalizada.
    La igualdad no se aprende sola; no es un aprendizaje que surja por encantamiento o magia. Necesita de inversiones, no sólo económicas, para su puesta en marcha y programación. Necesita de las tres P: Presupuesto, Prioridad y Personal preparado. (La igualdad también se aprende. Cuestión de coeducación)

Señor Pedro Sánchez, Presidente de un “Gobierno de Coalición sí, pero Feminista no” (así titulé un artículo publicado el 1/5/21), ¿cuánto presupuesto, qué prioridad tiene y quiénes conforman el Personal preparado para aplicar las perentorias políticas de igualdad que consigan frenar el ascenso constante de denuncias por violencia machista y los feminicidios? Porque volviendo a su tuit, todas y todos debemos combatir los asesinatos machistas, pero algunos/as tienen más responsabilidad que otros, ¿verdad señor Presidente?

Es inaceptable el abandono en la implementación de las políticas de Igualdad por parte del gobierno que usted preside, que con la aprobación en 2007 de la Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres (Ley promovida y aprobada a iniciativa del PSOE) adquirió dimensión transversal y ha de ser aplicada a la generalidad de las políticas públicas en España, tanto estatales como autonómicas y locales. La Ley se ocupa en su articulado de la proyección general del principio en los diferentes ámbitos normativos, y concreta en sus disposiciones adicionales la correspondiente modificación de las muy diversas leyes que resultan afectadas. De este modo, la Ley nace con la vocación de erigirse en la ley-código de la igualdad entre mujeres y hombres.

Señor Presidente de un Gobierno de Coalición que el Movimiento Feminista no reconoce que aplique las políticas de Igualdad que nuestras leyes explicitan, NO ACEPTAREMOS LO INACEPTABLE y denunciaremos el incumplimiento de sus obligaciones y responsabilidades políticas en materia de Igualdad al frente de este Gobierno de Coalición.

Ante la evidencia de que el voto Feminista no encuentra quien lo represente políticamente en los partidos presentes actualmente en nuestro Parlamento, tendremos representación directa en el Congreso a través de un Partido Feminista, en el que las Vindicaciones Feministas articuladas políticamente en 1995 en la última Conferencia Mundial sobre la Mujer y recogidas  en la Agenda Feminista, tendrán voz y compromiso firme de cumplimiento.

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Puri Liétor
Purificación Liétor González. Licenciada en Psicología, siendo su área de formación y actividad profesional la Psicología Sanitaria. Nació en 1968 y eso le permitió conocer de primera mano la militancia política en clandestinidad en la figura de su padre y en su carnet del PCE. Es la nieta mayor de dos abuelas analfabetas cuyos maridos sí sabían leer y escribir, es más, su abuelo paterno llego a ser Secretario General del PSOE durante la República en su pueblecito de Jaén. Pasó de feminista anónima a activista feminista cuando conoció la primera sentencia de La Manada de Pamplona de la Audiencia de Navarra, y pasó de votante a militante de Podemos cuando en su Municipio se quedaron a un puñado de votos para tener un concejal mientras que VOX conseguía dos. Actualmente es la Secretaria General del Partido Feministas al Congreso (PFAC).

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