En el mes de julio saltaron las alarmas cuando la Xunta decidió a pocas horas del plazo legal decretar el cierre de un aula en esta escuela infantil de Vigo, lo que fue considerado un paso consciente en una estrategia de desmantelamiento de la Escuela. La supresión de esta unidad conlleva para la escuela la pérdida de tres docentes, quedando para el inicio de curso 21-22, si la Xunta no da marcha atrás, con tan solo dos.
Con estos recortes de plantilla el centro no ha podido realizar las jornadas de puertas abiertas, actividad clave para garantizar nuevos alumnos. Las jornadas de adaptación para los más pequeños, cuya incorporación es progresiva, solo se podrá realizar a costa de un importante sobreesfuerzo de la reducida plantilla. No se podrá tampoco mantener los grupos burbuja durante el curso y las medidas de atención a la diversidad van a verse reducidas.
Todas estas circunstancias dificultarán la matriculación de niños en la Escuela en el futuro, abocándola al cierre, en una etapa, el primer ciclo de educación infantil, que presenta un alto grado de privatización y una escasez de plazas públicas. El deterioro de los servicios públicos es parte de una estrategia para favorecer la educación privada y parece que aquí la Xunta está cumpliendo la agenda.
