No, “querides”, aún no hay “Ley Trans”

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Así es, “querides amigues”, aún no hay “ley trans” con “autodeterminación del sexo” (sea lo que sea esta parodia acientífica). Por mucho que desde el Ministerio de Igualdad, Unidas Podemos y los colectivos transactivistas celebren que ya haya ley (en el PSOE lo denominan, prudentemente, anteproyecto), desde estas páginas quisiera recordarles que es el Parlamento, como sede de la soberanía popular, donde se sancionan las leyes, ¿o su afán de dictadorzuelos del tres al cuarto también pretende robarnos las Cámaras?

Como decía, aún no hay “ley trans”. Ni se la espera en los próximos meses, ya que faltan los informes preceptivos (confío en que esté incluido el de impacto de género, que se exige hasta para reformar una plaza, al menos en el papel, que lo aguanta todo), la consulta popular, la introducción de enmiendas en el Congreso, la introducción de enmiendas en el Senado y, finalmente, las votaciones en ambas Cámaras. Y esto sin contar con el más que factible recurso de inconstitucionalidad que ya “amenazan” con introducir algunos partidos políticos. Esto quiere decir, que todavía hay partido, y lo saben.

El ataque frontal a los derechos de las mujeres y el peligro que significa para mujeres y niñas que varones autoidenficados mujer sin requisito alguno –y no me nombren lo de los tres meses, porque, como diría mi abuela, “no me hagas reír, que tengo el labio partido”— accedan a nuestros espacios seguros (baños, vestuarios, cárceles…) y cupos, sigue encabezando el verdadero propósito de esta ley. Pues la autoidentificación es exactamente eso: un brutal intento de legislar el borrado de las mujeres como sujeto. Algo que puede apreciarse sin disimulo alguno en el artículo 48: “[…] se diseñarán medidas de acción positiva, como incentivos para la contratación de las personas trans […] En la elaboración de dichas medidas o planes, se tendrán en cuenta las necesidades específicas de las mujeres trans”, es decir, todos los hombres que decidan autoidentificarse mujeres tendrán prioridad en lo referente al acceso al empleo frente a las mujeres, las hembras humanas adultas. Medidas de acción positiva para hombres en el siglo XXI, sí, esta es la realidad, y quien no vea el borrado de mujeres y la puerta abierta de par en par al fraude de ley es que necesita hacérselo mirar.

Sin embargo, el resto del articulado –refiriéndonos siempre a los artículos que tratan la “cuestión trans”, y aquí habría mucho que decir– es premeditadamente ambiguo. Han desaparecido los lineamientos explícitos de la hormonación infantil, las intervenciones quirúrgicas –como, por ejemplo, las dobles mastectomías, entre otras– y la inclusión específica de las “personas trans” en los deportes femeninos, por ejemplo. También han desaparecido las definiciones que tenían los anteriores anteproyectos y las justificaciones basadas en supuestos convenios internacionales, como el burdo intento de dar legitimidad a los Principios de Yogyakarta, que fueron organizados y votados por entidades privadas y personas a título individual, y que ningún país ni organismo internacional ha ratificado.

¿Qué quiere decir esto? Vaya por delante que mis conocimientos jurídicos son escasos, por no decir inexistentes, así que me baso en la información, simplemente, y el análisis jurídico lo dejo en manos de quien corresponde: las juristas.

Por un lado, quizás consideraron que era “innecesario” ser explícitos, en un absurdo intento por “contentar” al feminismo –y aquí es bueno acotar que cambiaron “identidad de género” por “identidad sexual”, como si, además de ser una entelequia, no fuese incluso peor, pues el género, como construcción social, aún tenía una minúscula, aunque tremendamente sexista, argumentación; pero autodeterminar el sexo entra de lleno en el absurdo acientífico y misógino sin paliativos–; y, de paso, no levantar la liebre entre madres y padres, que están comenzando a preguntarse de qué va esto de que se les pueda retirar la custodia si no permiten el cambio de sexo registral de sus hijas e hijos y la hormonación apenas entrando en la pubertad. Incluso intentan esquivar el “problema” que se plantea al infiltrar a varones en el deporte femenino, y aquí debemos estar ojo avizor con la nueva Ley del Deporte que está a punto de llegar a Consejo de Ministros. Es decir, han optado por fiarlo todo al desarrollo de reglamentos.

En este punto hay dos posibles lecturas: ¿serán estos reglamentos los que incluyan de forma inmediata a la supuesta aprobación de la ley los temas que han obviado y saben que causarían sospechas entre la ciudadanía o bien desde el gabinete de la vicepresidenta Carmen Calvo han usado la estrategia de enviar estos reglamentos a dormir el sueño de los justos?

Me explico. En nuestro país hay un buen puñado de leyes cuya aplicación es mucho más que dudosa debido a que esos necesarios reglamentos ni están ni se les esperan. Claro ejemplo de esto son los famosos planes de igualdad de las empresas incluidos en la Ley de Igualdad de 2007, y modificada en este sentido por Real Decreto 713/2010, que asegura que el registro de estos planes debe hacerse en un registro habilitado por el Ministerio de Trabajo, pero hasta abril de 2021 no se desarrolló el reglamento que teóricamente habilitaría el registro único, es decir, 14 años después de ser aprobada la ley, y de momento desconocemos si está o no funcionando realmente. Además, aunque estos planes son teóricamente obligatorios para empresas de más de 50 trabajadores, lo cierto es que tampoco está convenientemente reglamentado el proceso de seguimiento por parte de los organismos públicos, y algo similar ocurre con el procedimiento sancionador, a cargo de la Inspección de Trabajo –ya sabemos de las carencias de este organismo–, del que tampoco se tienen noticias. En definitiva, hasta ahora, papel mojado.

Si se aprueba la «ley trans», no tardará en desvelarse cuál ha sido la estrategia: ¿engañar descaradamente a la población, que no se molestará en hacer seguimiento de los reglamentos, o un intento por parte de Carmen Calvo de “obedecer” para no tener líos con las amenazas podemitas de romper la baraja planteando una “solución” que finalmente quedará enredada en subterfugios parlamentarios y a la espera de unos reglamentos que nunca llegan?

En referencia al tema del recorrido que tendrá la tramitación de esta ley, decía al principio que desde el PSOE siguen llamándolo anteproyecto, y no es de extrañar, pues no las tienen todas consigo, ya que está comenzando a ser público y notorio que no son pocas las voces de cargos del partido que se muestran contrarias a esta ley, y nos consta que algunos de esos cargos públicos, fundamentalmente, como no podía ser de otro modo, las feministas del partido –que haberlas, haylas, y no son tan pocas como nos quieren hacer creer–, están organizándose. Suponemos, de igual forma, aunque quizás con un exceso de optimismo injustificado, que una vez escuchadas estas voces discordantes, la propia militancia tendrá algo que opinar.

Es decir, hay una posibilidad real de que la ley aprobada no se parezca al anteproyecto que hoy conocemos. Y aquí permitidme añadir que una fuente cercana a la vicepresidenta primera del Gobierno asegura que la “cesión” de Carmen Calvo se basó precisamente en su confianza, tanto en los apoyos que sabe habrá durante la tramitación parlamentaria, como en la premeditada ambigüedad que supedita la hormonación infantil, por ejemplo, al desarrollo de reglamentos, reglamentos que ella apuesta, nunca verán la luz: “Carmen Calvo no se rendiría jamás ante los ‘caprichos’ de Irene Montero sin una baza para seguir plantando batalla”.

Por último, y sin lanzar las campanas al vuelo –porque ya sabemos que la “fidelidad” al voto de partido en nuestro país se ha seguido prácticamente a rajatabla hasta hoy–, también son firmes los rumores de diputadas, y algún diputado, disidentes. Con lo que asistiríamos, cuando ya quedaría muy poco tiempo para el fin de la legislatura, al fin del sueño obsesivo y llorón de Irene Montero, que no ha cejado en su empeño con esta ley, mientras que cuando una mujer es asesinada, muchas, demasiadas, por cierto, se limita a poner un tuit hecho con plantilla que reza: “Abrazos y besos cariñosos a la familia de…”, y a declarar, con una desfachatez que no tiene nombre: “Sentimos no haber llegado a tiempo”, sin que siquiera le brillen los ojos.

Que no se me malinterprete, por favor. Con lo dicho no pretendo restar ni una mísera gota de responsabilidad en el visto bueno de este aberrante anteproyecto de ley en Consejo de Ministros, todo lo contrario, porque tampoco se le escapa a nadie quién preside el Gobierno. Simplemente quiero apuntar que aún hay partido. Partido que el movimiento feminista seguirá jugando incluso si se acaba la prórroga. 300 años de lucha incansable son suficiente aval para que sepan que #NoNosCallarán.

1 COMENTARIO

  1. Buenas argumentaciones como siempre, las de Sonia Méndez Gómez. De cuántas discriminaciones haya habido en este «mundo de Dios», la que más pesa es la que tenemos que soportar las mujeres, que además de todas las humanas, tenemos que soportar la condición de mujer en un mundo hecho para hombres que en muchas ocasiones se vuelve misógino.
    Demasiada agresión recibida y demasiado alto precio hemos pagado, como para retroceder ni un paso atrás por muy camuflado en (falsos derechos), que nos lo quieran hacer dar.
    Comparto con ella la malévola intención del borrado de las mujeres, que de soslayo nos quiere rentar ahora este Sistema que tan poco nos quiere.

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