Mientras haya un pirata en frente como EE.UU, el comandante Fidel y yo, en la misma trinchera, disparamos contra él

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En el año 2004, Cuba sufría una de las habituales campañas de agresión mediática auspiciadas por el Imperialismo. La particularidad de aquella iniciativa es que fue protagonizada por referentes del «progresismo» y la «izquierda europea». En ese contexto, los compañeros Alejandro Massia y Antonio Garrido realizaron esta interesante entrevista al ex-Coordinador de Izquierda Unida, Julio Anguita, donde tratan interesantes temas como la solidaridad con Cuba, la UE y los acuerdos de Maastricht, el imperialismo estadounidense o las relaciones con el PSOE. Esta entrevista fue publicada por primera vez en formato digital e impreso en la revista de la Asociación de Amistad con Cuba de Sevilla, Bartolomé de las Casas.

Creemos que es interesante recordar un pasado no tan lejano, para confrontarlo con la realidad actual, donde la antigua «izquierda transformadora» actúa, sin rubor, como muleta del PSOE, ejecutando los planes de saqueo de la UE e incluso llega a saludar los compromisos de España con la OTAN.

Esperamos que sea de su interés.

Julio Anguita no parece haber perdido las buenas costumbres porque llega a nuestra cita con puntualidad militante. Durante la entrevista, comprobamos que el que fuera coordinador general de IU durante muchos años, mantiene la pasión por la política y conserva la misma lucidez y perspectiva crítica de siempre, aunque eso sí, parece más pesimista con la situación mundial actual. Asegura que Cuba es una aportación indiscutible a la historia de la revolución y opina que apoyarla significa hoy «compromiso contra la globalización». Fustiga a los políticos de izquierdas que tienen miedo a presentarse «como lo que somos, rojos,» y augura un porvenir sombrío para el Estado Español si no se reconoce a los distintos pueblos que lo integran. Al término del encuentro, pudimos darnos cuenta de lo que se echa en falta una figura de su talla en estos tiempos de tanta mediocridad política.

Para empezar, nos gustaría que hablara de las veces que ha estado en Cuba y las impresiones que le causaron sus distintos viajes.

Bueno, yo he visitado Cuba en 5 ocasiones y he visto el país en distintos momentos de su historia reciente. Las primeras 2 veces, allá por los años 80, vi una revolución muy pujante, donde hasta los propios cubanos que estaban en contra me reconocían que la formación política que tenían para combatir el régimen se la había proporcionado el propio Castro. Me llamó mucho la atención la tremenda libertad de la gente corriente, el alto nivel político y cultural de la población, la participación de la sociedad en los asuntos del país… Vi un sistema democrático, no de partidos, que me gustó muchísimo.

Después, tras la caída de la URSS, he viajado en otras tres ocasiones y he visto los problemas derivados de la escasez de petróleo, el tener que admitir el tema del turismo y los empresarios españoles, el desencanto de parte del pueblo, el tener alguna que otra emisora de radio permanentemente bombardeando los oídos de los cubanos sobre un supuesto paraíso americano… Todo esa perspectiva también la tengo. Pero aun así he de decir que Cuba, a pesar de todo, ha seguido conservando su personalidad.

¿A qué se refiere exactamente?

Sí, a que hay sectores de la población, por ejemplo el colectivo de las personas negras, que saben que es el único sitio donde son iguales que los blancos. Y otros que mirando a su alrededor se dan cuenta que viven mejor que su entorno si se atienen a la calidad de vida en cuanto a sanidad, educación, acceso a los libros o posibilidades de participar se refiere. Lo que pasa es que esto a veces no es valorado lo suficiente por los propios cubanos, porque las generaciones que hicieron la Revolución y levantaron el país van muriéndose poco a poco. Entonces, entra gente que eso que es tan importante le suena a las batallitas de papá y así es como se van minando las resistencias.

¿Qué balance global haría de estos 45 años de Revolución?

Para mí Cuba constituye una aportación fundamental a la historia de la revolución mundial, guste o no guste a los EE.UU o a una cierta izquierda europea, por llamarla de alguna manera. Yo me dirigiría a los que no estamos en Cuba y les diría que observemos el proceso, veamos cómo arrancó y tengamos el valor suficiente para afirmar que aquello sigue siendo una vía válida con todas su fuerza y con todos sus fallos. Para mí el apoyo a la Revolución Cubana hoy es compromiso contra la globalización. Mientras haya un pirata en frente como EE.UU, violando el derecho internacional y apretando a una pequeña nación llamada Cuba, el comandante Fidel y yo, en la misma trinchera, disparamos contra él. Y después, entre tiro y tiro, podemos discutir ciertas cosas en las que a lo mejor no estamos de acuerdo.

Lo que acaba de afirmar no es muy políticamente correcto que digamos, sobre todo en estos tiempos que corren…

Sí, sé que no está bien visto hablar así, pero eso es un problema de los que tienen miedo al que dirán, el mío no lo es desde luego. En la vida uno tiene que tener sentido de la propia estima. Por eso, intentar medir con los parámetros de cualquier otro país a Cuba, olvidando la Ley Torricelli o la Helms-Burton, los más de 500 atentados montados por la CIA y reconocidos por el Senado norteamericano contra Fidel, los bombardeos con ciertas bacterias sobre campos de caña de azúcar, el bloqueo que la Asamblea General de Naciones Unidas tantas veces ha condenado, etc, etc. me parece indecente, indecoroso y además suicida. Tengan en cuenta que yo soy de un partido con una ideología que nunca fue fuerte en el mundo y cuando nos apuntamos a esta fuerza política sabíamos lo que era y que íbamos a contracorriente.

Sin embargo, entre los partidos políticos españoles tradicionalmente de izquierdas hay mucho miedo a la hora de pronunciarse sobre Cuba.

Hay mucho miedo y a veces, perdonadme la expresión, muy poca vergüenza también. Yo hace poco he visto algunas declaraciones de ciertos dirigentes que cuando se les ha preguntado por el tema de Cuba se han asustado. Y lo que no saben es que eso les hace perder votantes y encima no ganan a los otros. No son ni siquiera buenos compradores.

¿A qué achaca esa actitud? ¿Afán de respetabilidad quizás?

¿Pero de qué respetabilidad hablamos? Será la respetabilidad del usurero, porque para mí, por ejemplo, ni Aznar ni Solana tienen ninguna respetabilidad. Son ilustres delincuentes que no pueden ser detenidos y juzgados simplemente porque no hay una correlación de fuerzas que lo permita. Yo llamé en su día a Javier Solana criminal de guerra y lo sigo manteniendo. Además, estamos viviendo unos momentos en que parece que las cosas están dormidas y es precisamente ahora cuando hay que tener las posiciones claras, lo que no quiere decir irreductibles. Yo no creo que haya que encastillarse en la defensa de unas posiciones sin argumentarlas, eso es un numantinismo que no entiendo.

¿Se equivoca entonces la izquierda cuando condena al sistema cubano?

Claro que sí. La izquierda, si algún día quiere revitalizarse, tiene que acudir a la historia y aprender lo que supuso el régimen de Batista y lo que ha supuesto el intento permanente de EE.UU por hacerse con la isla porque era un enclave perfecto para sus intereses. Pero resulta que de pronto le sale una Cuba que le dice «mire usted, yo soy independiente». Entonces, esa bandera de independencia es lo que le jode verdaderamente a EE.UU, no que Castro sea comunista. A partir de ahí han ido construyendo la idea de que Cuba es la mala oficial, un lugar siniestro donde hay un dictador sangriento, etc. Todo esto, además, enmarcado dentro de una filosofía muy de El Corte Inglés, ensalzadora de lo joven, y claro, Fidel no es ningún chaval. Ahora bien, la juventud es algo extraordinario, por supuesto, pero por sí misma no es garantía de que sea lo mejor.

De sus encuentros con Fidel ¿qué es lo que destacaría? ¿Con qué se queda?

Lo que más admiro es su gran preparación y su capacidad didáctica. Los discursos que yo le he visto dar están siempre impregnados de humor, de acercarse con cierta sorna a la gente, pero al mismo tiempo si uno se fija puede apreciar que han sido concienzudamente preparados y que están hechos desde la precisión y el análisis marxista más ortodoxo. No se me olvidará nunca un discurso que dio en Managua (Nicaragua), en la toma de posesión del presidente Daniel Ortega, a la que acudió sorpresivamente y allí dijo: «los americanos me han criticado porque yo me he presentado de manera sorpresiva y sin avisar, ¡cómo si no supieran ellos que yo no puedo avisar de mis viajes!». Fue bastante gracioso la verdad. Por cierto, en aquel viaje Fidel vino acompañado por el entonces director de El País, Juan Luis Cebrián, quien estaba totalmente obnubilado. Sí, sí, parecía la novia arrebatada de amor al lado del comandante. Vivir para ver.

Antes ha dicho que había cosas de Cuba con las que no estaba de acuerdo. ¿Podría decirnos alguna?

Por ejemplo los últimos fusilamientos. Yo no estoy de acuerdo con la pena de muerte, venga de Castro o de quien sea. Pero independientemente de eso, es que creo que se cometió un error con esos tres fusilados. Si lo que se pretendía era dar un escarmiento, en ese caso pienso que hubiera bastado con condenarlos a trabajos forzados o algo por el estilo. De todos modos, esa es mi visión desde aquí, habrá que ver lo que está sucediendo allí. Dicho esto además, estoy seguro que hubo materia de sobra contra ellos y que en Estados Unidos por cosas 100 veces menores están tostando a cientos de personas… Y, por supuesto, como hice público en su día, estar en contra de la pena de muerte para mí no equivale a estar en contra de la Revolución. Volviendo a la metáfora que usé antes, éste sería el debate en la trinchera que yo mantendría con Castro mientras los dos le disparamos a los hijos de puta de en frente. Porque, vuelvo a repetir, nos la estamos viendo con la cara más fea del capitalismo y del imperialismo y, ante esto, hay que tener las cosas claras y no confundir al enemigo.

Sin embargo, mucha gente aprovechó el momento para romper definitivamente con Cuba. El mismísimo José Saramago hizo una condena pública al día siguiente en el periódico El País. ¿Cómo valora ese gesto?

Bueno, es que siempre que sucede una cosa así suele venir acompañada de una provocación a las fuerzas de izquierdas para que éstas se posicionen. Y la campaña que se desató fue tremenda. Yo no es que pretenda disculpar a Saramago pero no puedo ocultar una especial debilidad por él. Saramago es rojo de verdad. Quizá fue la presión del momento lo que le llevó a pronunciarse así. No lo sé.

¿Se podría decir que la posibilidad de una intervención militar en Cuba puede ser ahora más real que nunca?

Sin duda. Hasta ahora no lo había dicho nunca, pero para que entendáis hasta qué extremo puede llegar el poder os contaré que antes de emprender mi último viaje a Cuba, en el año 97 o 98 -no recuerdo bien ahora-, el entonces Ministro de Exteriores, Abel Matutes, me llamó por teléfono y me vino a decir algo así como: «Mire, estoy aquí con Más Canosa y nos hemos enterado de que vas a ir a ver a Castro. Oye, me ha dicho Más Canosa que le digas a Castro que si permite unas elecciones libres, o con cierta sordina en la isla, estará dispuesto a que no haya problemas con Cuba».

¿Se lo comentó a Fidel?

Ni se lo mencioné. Yo a Fidel con cosas de gángster no le voy. Pero para que veáis, esto es sólo un ejemplo de como se mueve todo un Ministro de Relaciones Exteriores de España. Por eso os digo que a estas alturas del partido no me parecería extraño que Bush, con tal de ganar las próximas elecciones y mantenerse en el poder, fuera capaz de atacar a la isla. Ya sabemos los favores que este pirata le debe a la mafia de Florida. Y Cuba, además, es apetitosa porque con ella el emperador podría colgarse el trofeo de haber acabado con el «Mal».

Pero, ¿no cree que una agresión de ese tipo levantaría un gran rechazo a nivel mundial?

Miren, precisamente en estos momentos la capacidad de aguante y de encallecimiento de la conciencia, tanto de periodistas como de medios de comunicación o de dirigentes políticos, no tiene parangón donde quiera que estén. Tengan en cuenta que la libertad de información no existe y que lo alternativo llega a poca gente. Si se produjera una invasión, habría seguramente protestas, pero la gran mayoría miraría para otro sitio.

Cuando se habla de Cuba, al final la pregunta de qué pasará cuando muera Fidel casi siempre termina apareciendo por algún lado. Nosotros no le vamos a pedir que juegue a ser adivino pero…

Yo se lo agradezco. No quisiera contestar a esa pregunta para no transmitir desánimo, porque la cosa está muy difícil, la verdad. El adversario es muy poderoso y los aliados que pueda tener Cuba son hoy por hoy muy sui generis, aunque yo sea un gran defensor de Hugo Chávez y su causa. Por otro lado, ni Raúl Castro ni los demás son como Fidel. Ese es el problema de contar con una personalidad tan excepcional, pero que es finita, y tener en frente lo que se tiene. Yo no quiero parecer pesimista, simplemente pretendo ser realista. Y ahora nos va a tocar pasar una fase muy dura de hegemonía del Imperio, de Bush o del que venga después, eso da lo mismo. Y la única que podría jugar un papel de contrapeso importante sería la Unión Europea, pero ésta no está por la labor, no tiene ninguna dignidad. De todos modos, cuando llegue ese día que habéis mencionado, la partida se jugará, cada uno tendrá que mover sus peones y ya veremos qué es lo que pasa. Por ahora lo único que puedo desear es que Fidel Castro dure mucho tiempo.

Sin embargo, paralelamente a esa crisis de la izquierda que usted ha señalado, asistimos también al renacer de ciertas opciones progresistas en América Latina, al tiempo que crece el movimiento antiglobalización…

Sí pero en nada comparable, a mi modo de ver, con los movimientos que se dieron en torno a Mayo del 68, cuando había figuras de la talla de Tito, Nehru, Lumumba o el propio Fidel Castro, o cuando se creó la Conferencia de los Países No Alineados. Pero es que además también se ha perdido la figura del intelectual comprometido. Algunos de ellos fueron seguidores de lo que pasaba en la URSS sin espíritu crítico; otros se situaron en un mundo de construcciones teóricas y se alejaron de la realidad de la gente; mientras que el resto abrazó el neoliberalismo y por tanto dejaron de ser intelectuales.

Para mí el hecho de que un partido como el Laborista británico tenga de secretario general a un tal Tony Blair y que Thomas Giddens sea su teórico oficial me indica mucho de hacia dónde vamos. Y lo mismo digo del Partido Socialista Obrero Español, que tiene entre sus filas a gente como Javier Solana, con lo que ha hecho este tipo. O lo que está pasando en Rusia, donde hoy vemos cómo muchos de los burócratas que manejan las finanzas y el dinero sucio son antiguos miembros de la dirección del Partido Comunista.  En fin, no me gustaría transmitiros una imagen pesimista, porque no me considero así, pero ante esta realidad inmediata no puedo mostrarme de otra manera.

Y mientras el movimiento obrero siga en esta postración, que yo creo que no va a cambiar porque ha perdido totalmente su sentido de clase, me temo que esto va a tener que bascular sobre otros colectivos. Estoy diciendo algo que para un marxista puede significar una especie de herejía, pero qué le voy a hacer.

Cambiando de tema, estamos cerca de las próximas elecciones, ¿qué le parece cómo se está desarrollando la precampaña?

La precampaña se está centrando en las políticas de imagen, del insulto, de ordenadores sin cuenta en el instituto. ¡Serán estúpidos! Los institutos lo que necesitan es mil y una particiones clónicas de Sócrates. Asistimos también a una carrera loca por ver quien rebaja más los impuestos, presentándolo como si fuera una propuesta de izquierdas. ¡Serán imbéciles!. Existe un miedo tremendo en la izquierda a decir claramente que somos rojos. A mí, sinceramente, me causa risa esa tontería de la izquierda plural como si fuera una gaseosa. Por eso, salvo una excepción que voy a hacer con el compañero Rejón -con quien tengo una afinidad personal y política importante-, este año no pienso hacer campaña en ningún sitio. Yo no puedo hablar de la izquierda plural sin que se me corra el maquillaje porque es que no me lo creo; ni tampoco puedo decir eso de que hay que acabar con la derecha con el apoyo del PSOE. No sirvo para eso, se me nota, me da ataque de risa.

¿En qué espacio dentro de IU se siente más cómodo Julio Anguita? Últimamente se le ha visto en algún que otro acto de la llamada «corriente crítica» que se impulsó en Andalucía.

Yo he ido a todos los sitios donde me han llamado para que hable y siempre he procurado dar mis intervenciones por escrito para que no se me malinterpretase. No, no estoy enmarcado en ninguna familia ni en ningún cuartel. Mi posición está en los informes que se han hecho y en lo que se ha ido aprobando durante mucho tiempo. Es decir, yo reivindico el discurso de las dos orillas, estoy escandalizado de cómo los nuestros han asumido la mentira de la pinza y creo que el discurso de IU actualmente, pues no sé… cuando pase la noche del 14 de marzo ya hablaremos.

¿Qué crees que dirá al final IU con respecto al referéndum de la Constitución Europea?

La manita de Julio Anguita González desde luego va a votar que no. Si mi fuerza política optara por defender un sí crítico, con todos los respetos al mundo homosexual, estará cometiendo una mariconada. Eso no se puede votar desde la izquierda. Y los sindicatos, con todos mis respetos, cuando están diciendo que eso es una maravilla están demostrando que no sólo han perdido el norte sino también el sur, el este y el oeste, definitivamente están desnortados.

Están dentro del pensamiento único…

Joder es que eso ni siquiera es pensamiento. Un sindicato no puede anunciar que va convocar manifestaciones y luego decir que Maastricht es bueno. Eso es como gritar ¡viva la virginidad! y hablar después del amor. Esa estupidez de mensaje, propia de los que no tienen alma ni conocimiento ni sentido, es lo que está delirándose. Me dicen que soy muy duro pero más dura es la realidad. Es que están votando aquello por lo cual mañana van a salir a la calle a protestar. Porque cuando dijeron que sí a Maastricht estaban también diciendo que sí al Pacto de Estabilidad, al déficit cero, a la reforma del mercado laboral, a la competitividad vía rebaja de salario y a acabar con el sector público. ¿O es que no han leído lo que firmaron?

Lo mismo que hablábamos antes. De nuevo el temor a señalarse lleva a la izquierda a adoptar posiciones de derecha…

¡Pero como no te vas a señalar! Cuando uno entra en el PCE, en IU o en CC.OO ya se está señalando en el momento que decide coger ese camino. ¿Cómo tú puedes pretender pertenecer al partido comunista, por ejemplo, sin señalarte? Cuando uno decide formar parte de una determinada cofradía tiene que saber a lo que se expone.

Otro de los temas tabú aquí en España puede ser el del País Vasco, ¿no cree?

Sí. Sobre el País Vasco se podrían decir muchas cosas.Yo tuve que arrostras parte de las siglas de mi organización para traer a Córdoba a Juan José Ibarretxe simplemente a hablar, y fueron bastantes cosas feas las que se nos dijo. Yo, la verdad, cada día estoy más seguro de que la ETA actual está teledirigida por las cloacas del Estado. Por otro lado, existe una gran manipulación en los medios de comunicación. Un ejemplo lo encontramos en el último fallo del Tribunal de Estrasburgo, que nos lo han vendido como un gran espaldarazo a la Ley de Partidos y lo único que dictó es que el Gobierno Vasco no podía interponer ese recurso porque no era competente. A la gente hay que decirle, por tanto, que ha sido un problema de procedimiento y no de contenido. Y lo que están consiguiendo es que cada vez más gente se haga del PNV. Querían ir a las bravas y así no van a conseguir nada. Sinceramente creo que España está todavía por hacer. por manifestar su voluntad. Yo me siento español, creo que podemos hacer este proyecto, pero sabiendo quienes son las partes que lo componen. Sin embargo, mientras haya esa imposición, los otros seguirán radicalizándose y así no vamos a ningún lado. En concreto con el País Vasco el gobierno se ha encerrado como el toro en el burladero. Y van a perder.

Echando un poco la vista atrás, ¿cuál cree que ha podido ser su mayor error político Julio?

Uno muy gordo: creer que lo que yo veía lo podían ver también los demás. Yo me imaginaba que las cosas estaban claras y que lo que se aprobaba en el partido era para ser asumido pero no era así. Quizá tenía que haber tenido menos de esa ilusión optimista y haber pensado más en la condición de la naturaleza humana.

¿Y su mayor acierto, aquello de lo que se siente más orgulloso?

Pues que dije lo que pensaba, defendí lo que creí y, además, con el paso del tiempo los hechos me han dado la razón.

¿Podría ser más concreto?

Sí, por ejemplo, cuando hubo que aguantar el tema de Nueva Izquierda y mira ahora, están en el PSOE, como algún que otro secretario general de CCOO. O también algunas cosillas que dije en su día sobre Maastricht o los sindicatos y mira lo que está pasando.

Además lo dijo en plena época del felipismo, con lo difícil que era eso entonces…

No creáis. Felipe González era un virtuoso de las fumatas, era el Maradona del humo. Pero es que el de ahora (refiriéndose a Aznar) es piedra berroqueña, un alcornoque tallado en pensamiento joseantoniano. Y contra un alcornoque no cabe casi nada. Éste además utiliza lo peor del sentido común popular y conecta con los partidarios del miedo, ésos que no se manifiestan contra la guerra ni tampoco a favor pero que están de acuerdo y son tan responsables como los que la hacen. Me estoy refiriendo a ese honesto ciudadano que está en su piso y no quiere saber nada de lo que pasa, que se santigua y todo, pero que está conforme con que se vaya a Irak y se mate a tanta gente. El problema de la revolución es como ir cambiando eso; ahí está la costra, la mugre. Y Aznar es un producto que sale de esa mugre.

Bueno, centrándonos ya en el plano personal, nos gustaría saber qué es del Julio Anguita actual. ¿A qué se está dedicando ahora? ¿Tiene algún proyecto en mente?

Pues hago una vida normal en casa y voy al gimnasio tres veces por semana. En lo que se refiere a mi actividad productiva, os diré que los lunes suelo escribir un artículo para la revista La Clave, donde comparto sección con el ex ministro Pimentel y Pablo Castellanos. Los martes voy al Instituto donde he ejercido como profesor para impartir un curso sobre el tema europeo a 32 personas, entre las que hay alumnos de 2º de bachillerato, profesores y padres. Tengo también programadas en mi agenda varias conferencias que dar en distintas Universidades españolas; las más inmediatas  en la Autónoma de Madrid y en Alcalá de Henares. Y además participo en el colectivo Prometeo de Córdoba y en la plataforma Unidad Cívica por la República.¡Ah se me olvidaba! también estoy escribiendo lo que iba a ser mi tesis doctoral, que en su día no pude acabar porque me eligieron alcalde y la tuve que dejar aparcada. ¡Así que si hay algún jubilado que tenga tanto como yo que me lo diga!

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