La de nunca acabar

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Pareciera que la derrotada en los comicios del 6 de junio, se hubiera propuesto atormentar la vida de los peruanos concertando una pataleta de nunca acabar. Hoy asoma –como lo señala Hildebrandt- subida en un tanque, y disparando fuego contra el mundo.

Mientras ella era candidata, lucía como un dechado de virtudes. Inocente, pulcra, acongojada por errores “del pasado”, trasparente y virginal; buscaba representar a la Madre Teresa de Calcuta, dispuesta a cualquier sacrificio con tal de recuperar la confianza de los peruanos, y lograr que se la ungiera en la máxima jerarquía del Estado.

Pero esa imagen, duró lo que dura un merengue en la puerta de un colegio. Se desinfló “al tiro”. La misma noche del 6, luego de un primer y desafortunado alegrón, que todos vimos por la tele; comenzaron a llegar a las casas de los peruanos las cifras reales de la consulta electoral; y la risa se fue trocando en un gesto adusto y pendenciero, que dura hasta hoy.

Desde el martes 7, la carga del resentimiento procedió a desnudarse de a pocos. Comenzó con una sospecha: se habría producido un “fraude” en mesas, que el Keismo atribuía al todopoderoso partido contendiente: Este, habría logrado “copar” las mesas electorales dado que “Fuerza Popular” no lo era tanto, y no había alcanzado a colocar personeros en muchas partes. Por eso aparecían boletas sin votos de Keiko que, al decir de la doña, le habían sido birlados.

La queja, por cierto, era extemporánea. No solo porque esos asuntos se discuten antes de cerrar las actas, y en mesa; nunca después. Sino también porque los votos se destruyen, y no queda posibilidad alguna de revisar lo actuado. Por lo demás, en los votos de Miami, Castillo parecía en cero ¿No era “fraude”?

Muchas veces ocurrió que los  Partidos de Izquierda y los movimientos locales, carecían de una adecuada red de defensores de la voluntad ciudadana; pero ciertamente era impensable que eso pudiera acontecer con Fuerza Popular, con “plata como cancha”. Keiko podría disponer de personeros hasta para la exportación. Si faltaban, era su culpa. De nadie más.

El rechazo a esas mesas, en las que la candidata no había logrado nada, fue acompañado de un sesgo marcadamente racista. Se trataba de votos “de la serranía”.

Allí, en los  parajes andinos, las poblaciones originarias -hablando Quechua- se había coludido con PL para hacer ganar abrumadoramente al lapicito, y habían consumado un fraude imperceptible. Porque lo era así, no resultaba posible presentar pruebas, aunque sí “dejar la sensación” de fraude.

Y poco a poco ese mensaje fue creciendo. Se fue nutriendo de denuncias puntuales sin crédito alguno: letra repetida, firmas distintas entre el padrón y el DNI, apellidos iguales en mesas de sufragio; cuando no también “muertos que votan”.

Uno a uno estos “casos” fueron desbaratados y quedaron al descubierto. No se pudo establecer ninguna irregularidad que hubiese cambiado el curso de la votación. El cómputo, era irreversible. En el Perú, Castillo obtuvo más de 120 mil votos que Keiko, aunque en el exterior FP “acortó” distancia.

No obstante, la campaña continuó a través de la “Prensa Grande” y la Tele local. “Opinólogos”, “Politólogos”, “Juristas” y otros personajes “notables”, desfilaron acreditando lo mismo: Se trataba de asuntos que confirmaban la existencia de un “fraude”. Era indispensable, entonces “tomar otras medidas”: ampliar plazos para denuncias, tiempo adicional para investigar irregularidades, revisar “hasta el fin” cada voto.

Como se dijo en las redes, la hija cambió el slogan del padre. En lugar de “disolver”, usó el verbo “prolongar”. La idea era postergar al máximo todo, mientras se alentaban dos procesos paralelos: desacreditar el cómputo y alentar el Golpe.

Para lo primero, la campaña de prensa era lo ideal. Sobre todo, las presentadoras de la Televisión se prestaban de maravilla al jueguito ése. Para lo segundo, las proclamas de los “retirados”, aunque estuvieran procesados por delitos de Lesa humanidad -como Morales Bermúdez-, violación de derechos humanos; o incluso, robo de combustible, alquiler de armas a bandas delictivas, o venta de municiones.

También, las “Marchas” hacia el Pentagonito y el Ministerio de Defensa, aunque se bloqueara la vacuna COVID a los ancianos. ¡No importa!

En el camino, se les cruzaron varias dificultades: no pudieron probar nada, les fallaron los cálculos, se les vencieron los plazos, la gente no les hizo caso. Recursos adicionales entonces: Habeas Corpus, Habeas Data, publicación de Padrones. Tampoco. Luego, en palabras mayores, la OEA, el Departamento de Estado Norteamericano, la Unión Europea y hasta los Observadores Internacionales. Todos, desestimaron la pataleta. Lucía irremediable.

Entonces, sacaron su Misil de largo alcance: al Fiscal Arce Córdova. Apenas en minutos, le hicieron “redactar” una carta largamente preparada con acusaciones falsas, cargos infundados y especulaciones perversas; orientadas todas a un sólo propósito: lanzar estiércol contra el Jurado Nacional de Elecciones.

Pensaron  que ese, era un disparo en la línea de flotación del órgano electoral. Los Vice Almirantes, se sintieron Almirantes -mismo Grau- y exigieron la nulidad de las elecciones.

De hacerles caso, siguiendo los consejos de López Aliaga, habría que acabar con todo, incluso la elección parlamentaria de abril, que proyectó convertirlos en fugaces “Padres de la Patria”.

Hinostroza Pariachi y Arce Córdova se definieron así mismos hace un tiempo: “Juntos, somos dinamita”, se dijeron entre risas. Tenían razón. Sólo que no repararon que, en los tiempos de hoy, su pólvora, ya estaba humedecida.

Aun así, la gente se pregunta: ¿Hasta cuándo habrá de durar este juego siniestro?

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