Hospitales españoles sufren aún el efecto «salvar la Navidad»

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Unos cuarenta días después de que se anunciaran las decisiones para retirar por fases las medidas de contención de la pandemia durante las fiestas navideñas, los hospitales españoles han registrado hoy por primera vez un leve descenso -más bien contención- del número de camas ocupadas por pacientes con covid, cuya cifra se había disparado desde el 31 de diciembre.

Las medidas que desde octubre se endurecieron con el propósito de «salvar la Navidad» (léase salvar el consumo) y que sirvieron para lograr un punto de inflexión en la segunda ola, se relajaron para permitir cierto grado de desplazamientos y reuniones y, en especial, la realización de compras navideñas y la apertura de los negocios hosteleros, puntales de la economía española en esas fechas. El resultado aún sigue agotando los recursos de los hospitales y las fuerzas de los sanitarios hasta casi finalizado este mes de enero, en el que los mandatarios centrales y autonómicos han tenido que reconocer la necesidad de regresar a los adelantos de los toques de queda y los cierres perimetrales, para doblegar una tercera curva que ha superado los anteriores registros.

Estas dos últimas semanas han sido en términos de casos acumulados las dos peores desde abril de 2020, en las que se ha llegado a una incidencia de 900 por 100.000 habitantes. El porcentaje de unidades intensivas dedicadas a enfermos de covid alcanza el 42%, pese a que tras un año de pandemia se ha aumentado, por necesidad, el número de camas y profesionales dedicados al respecto. Es decir, hay que tener en cuenta el aumento relativo de medios en este tiempo.

Los profesionales sanitarios de algunas comunidades están saturados, han visto restringidas sus vacaciones y -aunque ahora disponen de más equipos EPI- los contagios se siguen produciendo. Comunidades como Andalucía han pasado a los primeros puestos de nuevos contagios (de unos 150 casos por 100.000 en diciembre ha pasado a 900), o Galicia, que alcanzaba hoy su cifra máxima de ingresos en UCI; sus respectivos gestores a nivel regional se han visto obligados a pedir medidas más estrictas de movilidad y cierres de negocios hosteleros y reducción de horarios comerciales tras haber permitido la relajación de las normas en las fiestas navideñas.

Mientras tanto, la campaña de vacunación en España sigue su ritmo pausado y hasta estos días son un millón trescientas mil personas las que han recibido una primera dosis de la vacuna, de las cuales el 12%, unas 170.000, han completado la pauta de dos inyecciones, tras un mes de proceso. También en este aspecto prevalece el interés económico al interés por salvar vidas y continúan las polémicas sobre las patentes de las vacunas y la especulación que las grandes compañías farmacéuticas están realizando. Justo esta semana la OMS anunciaba que el mundo ha llegado a los 100 millones de personas contagiadas. El número a nivel global de fallecidos por esta causa sube de los 2 millones. Ni siquiera estos dramáticos guarismos sirven, al parecer, para hacernos comprender que las vidas no pueden estar supeditadas a los intereses económicos de unos pocos, ni que la salud es una necesidad que deberíamos considerar pública y universal, en lugar de dejarse en manos de especuladores y capitales privados.

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