La fusión entre las entidades bancarias CaixaBank y Bankia, explicada en el Congreso por la vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, llevará al nuevo grupo financiero a convertirse en el mayor banco de España con el liderazgo en número de clientes. Esta operación supone la extinción de Bankia y el traspaso -por absorción- de todo el patrimonio a La Caixa. Las acciones quedarán canjeadas en una proporción aproximada de un 75 y 25% del capital.
El Estado será el principal accionista de Bankia, con el 61,8% de las acciones, a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB, autoridad encargada de tramitar los procesos de las entidades de crédito e inversión en España, creada a causa de la crisis financiera de 2008).
El Estado español ya había inyectado más de 22.000 a Bankia para su rescate —el mayor de la historia—, importe que tuvieron que asumir los contribuyentes españoles en el 2012 para recapitalizar la entidad. A ellos hay que sumar los más de 1.600 millones inyectados en Banco Mare Nostrum, absorbida por Bankia. En total, el Banco de España cifra la inyección de dinero público en el grupo en 24.069 millones.
Esto es en lo que se refiere al caso particular de esta fusión. Recordemos que el pasado mes de octubre el presidente del FROB desveló que el coste del plan de salvamento para el erario público ascendía a 49.353 millones de euros, lo que implica un aumento de casi 7.000 millones respecto de las últimas cifras hechas públicas por el Banco de España hace algo menos de un año.
Por su parte los sindicatos han manifestado su preocupación por que la operación suponga en despidos la cantidad de 8.000 salidas de empleados de manera forzosa, lo que califican de «fracaso social», y manifiestan la inquietud de los más de 50 mil empleados que compondrán la entidad resultante ante la posibilidad de futuros despidos y ante la política de reducción de plantilla, el cierre de oficinas y la potenciación de las operaciones bancarias a través de aplicaciones informáticas.
En otro sentido, las cuentas de la nueva entidad CaixaBank, una vez absorbida Bankia, serán auditadas por la empresa PwC (Price Waterhouse Coopers), una de las cuatro grandes empresas a nivel mundial -Big Four tal como se las conoce en el mundo de la consultoría financiera- cuyas gestiones alcanzan no sólo a grandes multinacionales sino al asesoramiento a gobiernos. PwC es la auditora favorita del Ibex 35 ya que ha gestionado operaciones de similar calado en entidades como Banco Santander, Telefónica, Acerinox o Repsol. Una visita a su página oficial muestra cómo esta importante corporación norteamericana es experta en asesorar a grandes y pequeñas empresas en el aprovechamiento de las inyecciones de capital público, actualmente y en especial las referidas al histórico plan de transformación y resiliencia, el Plan Europeo de Recuperación (Next Generation EU).