El Imperio del César

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La guerra que comenzó el Imperio y sus aliados contra la República Árabe Siria en el año 2011 entra en una nueva e indignante fase. Tras la humillante derrota militar de EE.UU. y la OTAN en Siria y tras el fracaso de sus entes terroristas en el país, el Imperio descarga toda su artillería a través de un sistema de presión y acción con el que busca ahogar a una nación soberana, se trata del terrorismo económico. Esto no es nada nuevo, cuando la guerra militar, el asesinato mercenario o los métodos corruptos no concluyen de manera satisfactoria, la administración norteamericana, ya sea demócrata o republicana, utiliza las sanciones económicas y el bloqueo para debilitar y estrangular la economía de un país enemigo o no alineado que no sirva a los intereses de EE.UU. en la región. De esta manera, ejerce intimidación para liquidar a un gobierno legítimo a base de dinamitar todo el sector económico y financiero al mismo tiempo que empobrece al pueblo. Un pueblo que legítimamente ha elegido a sus dirigentes. Dirigentes que no interesan o gustan a EE.UU. y a su brazo militar, la OTAN.

La lista de injerencia de los Estados Unidos y Europa en el mundo es larga; Chile, Venezuela, Congo, Honduras, El Salvador, Irán, Argentina, Iraq, Granada, Afganistán, Cuba, Burkina Faso, Palestina, Guatemala… y un largo etcétera. En el caso de Siria tampoco es algo nuevo, desde que fuera incluida por George W. Bush en el famoso “eje del mal” y con la excusa de la lucha contra el terrorismo y la exportación de la “democracia” y la “libertad” por el mundo, este tipo de agresiones y ataques económicos han sido una constante sobre la nación árabe. Es parte de la política ofensiva estadounidense contra un adversario que resiste. Cabe recordar que las garras del Imperio azotan a Siria desde 1949, poco después de su independencia, y ya desde hace decenios las sanciones contra la República son el día a día que se vive en el país. En las últimas dos décadas, tanto George W. Bush como Barack H. Obama y sus respectivas administraciones continuaron contribuyendo a este ataque económico contra el Gobierno sirio y fue a partir de 2011 cuando el Nobel de la Paz combinó estos ataques económicos con acciones militares a la par que financiaba grupos terroristas que operaban en el terreno para desestabilizar el país. Un combo completo “made in USA”.

Meses después del inicio del conflicto sirio, la Unión Europea acordó sancionar a altos cargos del Gobierno sirio, en su mayoría militares, a los que inmovilizaron sus fondos en Europa y prohibieron viajar a los países miembros de la UE. Además, suspendieron los créditos millonarios del Banco Europeo de Inversiones (BEI) en el país árabe que iban destinados al sector eléctrico, infraestructura urbana y a la modernización y desarrollo del tratamiento de aguas y el servicio sanitario. En los años siguientes estas sanciones se fueron endureciendo a medida que la escalada de violencia en el conflicto aumentaba. El 2 de abril de 2014 se dirigía una carta firmada por el que entonces era el Representante Permanente de Francia ante las Naciones Unidas y que se convertiría en Embajador francés en EE.UU., Gérard Araud, a la Presidenta del Consejo de Seguridad de la ONU donde se recogían a través de un informe la supuesta “práctica de la tortura y la ejecución sumaria de personas detenidas por parte del régimen sirio”. Dicho informe sería la antesala a lo que llegaría después.

En 2019, el Consejo de Representantes de los EE.UU. aprobaría por unanimidad este proyecto de ley con todo el paquete de duras sanciones, la Ley de Protección Civil de Siria Caesar 2019 estaba hecha. Presentada por el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Consejo de Representantes, Eliot Engel, conocido congresista sionista del Partido Demócrata, fue ratificada por el presidente estadounidense Donald Trump y apoyada por la Unión Europea en 2020. Pero esto no quedará aquí, ya que como afirmó el Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, estas medidas seguirán en aumento contra el gobierno de Assad y sus simpatizantes.

Pues bien, la nueva ley entró en vigor el 17 de junio de 2020 a través del Departamento del Tesoro, la denominaron como “Caesar Syria Civilian Protection Act” o, en resumen, “Ley César”, en alusión a un presunto desertor de la policía nacional siria que trabajó de infiltrado para la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA), falsificando y manipulando datos sobre la supuesta represión del Gobierno sirio contra la población civil y opositores. A este traidor se le asignó el nombre en clave de “César” y sus informes, que muchos recordamos por su  inverosimilitud, fueron el germen para redactar el documento que acabaría transformándose en dicha ley.

Esta ley forma parte del presupuesto millonario aprobado para el Pentágono y consiste en nuevas sanciones económicas más severas de las ya impuestas sobre el presidente sirio, su mujer y altos cargos del país. Abarcan una acción mucho más amplia de las que ya estaban en vigor sobre la nación árabe. Los tentáculos de dicha imposición unilateral no sólo se aplican a representantes sirios, entidades gubernamentales o empresas del país, también a toda nación, empresa, organización, personalidad o individuo que colabore o intente colaborar con Siria. Esto es coacción y amenaza a todo lo que sea susceptible de negociar con el Gobierno del presidente Bashar al-Assad para así evitar la recuperación y autosuficiencia del Estado. Una nueva artimaña de EE.UU. para ahogar a Siria y detener de inmediato la reconstrucción de un país que poco a poco resurge de sus propias cenizas. De esta manera se pretende dejar sin opciones al Gobierno y así evitar una vuelta a la paz y a la normalidad, impidiendo paliar la destrucción provocada por una guerra impuesta desde el exterior. No hay que olvidar que en los últimos años, la reedificación y la reparación de todas las construcciones destrozadas por los combates estaban acelerándose y eran más que evidentes en todas las zonas y regiones que eran liberadas por el bando gubernamental.

Un mecanismo internacional para asfixiar la economía de la nación y disuadir todo capital extranjero e inversión que participe en la reconstrucción de Siria. Sanciona directamente al Banco Central Sirio congelando todos los activos destinados a la cooperación con la nación árabe. Por supuesto, gran cantidad del dinero destinado a intentar devolver la normalidad a la nación de Oriente Próximo procede de sus aliados en la región y en el conflicto; Rusia, Irán y China, los grandes enemigos del bloque EE.UU./OTAN. A todas voces se trata de un ataque a todas y cada una de esas naciones que no sólo colaboran en la reconstrucción del país sino también a las que se posicionaron junto al lado sirio y contra la agresión e injerencia extranjera en el país, en especial aquellos que apoyaron militarmente al Ejército Árabe Sirio sobre el terreno en su lucha contra el terrorismo internacional. Un terrorismo internacional que podría aprovechar el impacto y las secuelas de estas nuevas e injustas sanciones para resurgir y volver a poner en jaque al gobierno y ejército sirio, así como a sus aliados en la región, provocando un enquistamiento del conflicto y una sentencia a cadena perpetua para el pueblo sirio. La población será quien realmente sufra todas las consecuencias de esta ley al no poder avanzar en ningún terreno, desde el tecnológico, industrial o servicios hasta el comercial. Afectará al uso de los sistemas  de comunicaciones, consumo energético, así como dificultará la adquisición y abastecimiento de todo tipo de repuestos, ya sean para uso empresarial o doméstico. También dañará el sector turístico, que comenzaba a retornar tímidamente. La Ley César no deja títere con cabeza.

Este castigo salpica también a naciones vecinas como el Líbano quien, a través de su Primer Ministro, ha advertido de las repercusiones perjudiciales de la Ley sobre la vida y economía de la población libanesa. También el movimiento libanés Amal apuntó la necesidad de enfrentar esta imposición estadounidense. Unos de los principales aliados en la región, Hezbollah, a través de Hassan Nasrallah, reiteró su apoyo a Siria tanto en el campo de batalla como en el terreno económico. Igualmente, Palestina mostró su rotundo rechazo a la Ley César y la enmarcó dentro de una misma acción ofensiva contra el pueblo palestino y todo el eje de la resistencia en la zona. Países solidarios lamentaron y condenaron este nuevo  atentado económico y ejemplos de resistencia como Cuba, quien sufre un criminal bloqueo estadounidense desde hace más de seis décadas, mostraron su apoyo a la República Árabe Siria y su total rechazo a las sanciones exigiendo su inmediato levantamiento. Incluso enemigos de Siria se han declarado contrario a dichas sanciones unilateriales, es el caso de Turquía, quien se unió a Rusia e Irán en el rechazo conjunto de la Ley César. Asimismo, los kurdos autodenominados AANES (Administración Autónoma del Norte y Este de Siria) celebraron una reunión para los comités del consejo Provincial de Al-Hasaka donde manifestaron que la implementación de estas nuevas sanciones contra Siria empeorará la situación en el norte y este del país.

Al ya malogrado sector petrolero y gasístico de Siria habría que sumar la pérdida de control durante la guerra por parte de la administración estatal de los yacimientos tanto de gas como de petróleo que rentabiliza el invasor estadounidense a través de sus lacayos kurdos en el norte de Siria. Yacimientos que serán explotados por empresas norteamericanas o europeas. Mientras tanto, la libra siria se desploma y la lira turca se impone en algunas aldeas y pueblos del norte del país. Antes del conflicto la libra siria se cotizaba aproximadamente a 47 libras por dólar, 64 libras por dólar en 2012, actualmente un dólar puede alcanzar un precio que oscila entre las 700 y las 3000 libras sirias, incluyendo el mercado negro. Esta inestabilidad hace que la lira turca impere y los lugareños prefieran su uso al dar una estabilidad que no consiguen con la moneda siria.

A todo esto hay que añadir las graves consecuencias que las cruentas sanciones provocarán a Siria en su lucha contra la pandemia de la COVID-19 que enfrenta al mundo y cuyo goteo de casos se van confirmando por parte del Ministerio de Salud sirio, ya que dichas sanciones afectan directamente y de manera sensible a medicinas, medicamentos y a todo material destinado para el tratamiento y posible cura de dicha enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2. Una crisis sanitaria ya de por sí complicada de gestionar, más aún en un país en guerra, sancionado y con parte de la población desplazada o sin recursos y sin posibilidad de oportunidades y accesibilidad. La imposición de estas criminales sanciones en plena crisis sanitaria mundial demuestra la impasibilidad y falta de escrúpulos de EE.UU. y Europa contra la población civil siria.

El Gobierno de EE.UU. y la mayoría de los gobiernos de Europa no tienen interés alguno en salvar o mejorar la vida de los pueblos con necesidades que se encuentran más allá de sus fronteras, sólo les interesa sacar rédito de ellos y seguir explotando sus recursos. Eso sí, todo en nombre de la Paz, la Libertad, la Solidaridad y la Democracia. Al fin y al cabo, es su modus operandi desde hace siglos.

La población siria se encuentra hostigada por los efectos de la guerra, sin embargo, durante estas semanas que han precedido a la entrada en vigor de la ley, el pueblo sirio salió en masa a las calles, tanto dentro como fuera de sus fronteras, para protestar contra esta nueva y abusiva represalia. Demostrando así que la nación siria no sólo se mantiene unida, sino que nunca se doblegará ante ningún tipo de agresión, ya sea militar, terrorista o económica, defendiendo siempre su derecho a decidir sobre su futuro y a mantener su soberanía nacional. Un pueblo que no se rinde, un pueblo valiente, un pueblo digno, un pueblo que resiste, un pueblo que, sin duda, vencerá.

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