Los intentos de la OTAN para convertir la ofensiva liberadora de Siria en Idlib en un conflicto a gran escala de Turquía con Rusia e Irán

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Los estrategas de la OTAN tratan de aprovechar la crisis militar creada por las bandas islamo fascistas y sus aliados del ejército turco en la provincia siria de Idlib. Buscan reforzar el alineamiento del régimen de Erdogan y su ejército para con ellos mismos. Y si pueden forzar una guerra de Turquía con Rusia. 

La alianza de Turquía con la OTAN viene de lejos.

Después de la Segunda Guerra Mundial en el marco de lo que se considera “guerra fría” que no es sino la voluntad del imperialismo norteamericano y sus aliados occidentales de destruir el socialismo soviético y las democracias populares, los EEUU incorporan a Turquía a su dispositivo antisoviético. El 22 de mayo de 1947 firman un Acuerdo con Grecia y Turquía y el 12 de julio de 1947 un acuerdo específico con Turquía. Los EEUU pertrecharon un fuerte ejército turco de medio millón de soldados. En 1952 Turquía dio un paso decisivo al convertirse en miembro de la OTAN que reforzó el control norteamericano sobre las Fuerzas Armadas. En los años 60 los asesores militares norteamericanos aumentaron su influencia política sobre la junta militar que dominaba el país. En los 70 y 80 la OTAN impulsó regímenes fascistas dictatoriales en el país turco.

El 12 de septiembre de 1980 el día en que empezaban unas maniobras militares llamadas Anvil Express con tropas de 6 países el Estado Mayor, el ejército turco tomaba el poder mediante un golpe de Estado fascista dirigido por el general Kenan Evren.

La OTAN mantiene desde hace décadas bases militares en el país incluyendo la base estratégica de Incirlik.

No ha sido la OTAN garantía del respeto a un sistema democrático y a los derechos humanos sino todo lo contrario. Ha sido el pilar de las sucesivas dictaduras represivas.

En 2011 desde Turquía los servicios de inteligencia de la OTAN lanzan la guerra contra Siria.

Hay pruebas indiscutibles de la preparación intensa en Turquía de las bandas terrorista que desde 2011 invadieron Siria con el objeto de derribar la Revolución baasista e instaurar un califato colonial como el instalado por la OTAN en Libia. Erdogan aseguró como el fanfarrón que es que en breve rezaría en la Mezquita de los Omeyas en un Damasco conquistado por la combinación OTAN/terroristas.

El miembro de la agrupación terrorista de los Hermanos Musulmanes Recep Tayip Erdogan soñaba con el derrocamiento del Partido Baas Árabe Socialista y la masacre de sus dirigentes siguiendo el camino de martirio sufrido por los presidentes comunista afgano Najibullah, socialista serbio Milosevic y el baasista de derechas iraquí Saddam Hussein y el líder revolucionario libio Gadafi. Sin embargo, la Revolución baasista siria supo articular la unidad de pueblo en defensa de la sociedad y con la ayuda decisiva desde 2012 de Irán y Hezbolá y desde 2015 de Rusia no siguió el camino a la catástrofe anhelado por los estrategas del Pentágono y los generales turcos. Una muestra de la rabia que sintió el régimen de los “Hermanos Musulmanes” turcos ante la ayuda de Rusia a Siria fue su derribo en diciembre de 2015 de un caza ruso que se disponía a golpear a las bandas criminales traídas por la OTAN que fueron cambiando de “bandera de conveniencia” (primero “Ejército sirio libre”, luego Frente Al Nusra afiliado a Al Qaeda para terminar con “Estado islámico” Daesh y volver a emplear diversas sigas, nombres y “banderas”).

A partir de 2016 Turquía se acerca a Rusia

El fracaso de la guerra terrorista de la OTAN contra Siria revolucionaria (insisto, la única revolución en Siria la ha realizado el partido Baas desde 1964 por etapas y liderazgos sucesivos) ante la intervención fundamental de Irán, Hezbolá y sobre todo de Rusia cambió la estrecha subordinación de Erdogan a sus aliados occidentales. La retención rusa en su respuesta a la abierta provocación turca de fines de 2015 creó las condiciones para un acercamiento primero cauto y luego más cercano de Turquía a Rusia.

De manera inesperada un sector del Ejército turco bajo influencia del religioso suní de extrema derecha que había pasado de aliado a enemigo de Erdogan, Getulla Guhlen, fracasó en un intento de derribarlo y asesinarlo al presidente en julio de 2016. Guhlen refugiado en los EEUU es un estrecho colaborador de los servicios norteamericanos de inteligencia. Erdogan responsabilizó a Washington de relación e incluso complicidad con la intentona.

Una hipótesis sobre las razones que tuvieron los EEUU en implicarse en esta aventura es la de cortar radicalmente el acercamiento de Turquía a Rusia que es visto como una amenaza estratégica contra la influencia norteamericana en Oriente Medio, Mar Negro, vecina Ucrania, Cáucaso y Balcanes. El fracaso del golpe tuvo el efecto contrario: un mayor acercamiento de Ankara a Rusia.

Turquía trata de preservar sus intereses y combinar su atlantismo y su relación con Rusia

Erdogan hace equilibrios malabares porque no desea romper su relativa subordinación a los EEUU por su nueva relación con Rusia e Irán ni dejar de considerar a Siria su enemiga ni cortar su relación con las bandas islamo fascistas que ha creado y sigue controlando. Y por si fuera poco desea aplastar a las milicias YPG que surgen desde 2012 al norte de Siria al retirarse el Ejército Árabe para reorganizar su esquema defensivo frente a la oleada terrorista. Esto complica la relación con Erdogan con los EEUU, Francia y reino Unido que dan apoyo militar a la milicia kurda con la intención de desmembrar Siria. Erdogan emplea su reciente amistad con Rusia como presión contra sus aliados de la OTAN para que limiten su apoyo a las YPG y les permita aplastarlas con sus tropas. Rusia hace algún intento de atraerse a las YPG para ejercer de intermediario entre éstas y Ankara, pero la dirección kurda se hace muy reacia a perder la protección que recibe de las potencias occidentales. En la medida en que Erdogan acepta las conversaciones de paz de Astana la prensa mainstrean como El País empezó a airear las numerosas violaciones contra los derechos humanos cometidos por el turco contra el pueblo kurdo-turco, la minoría religiosa aleví y la oposición parlamentaria. Los “derechos humanos” son empleados como elemento de presión política occidental contra Turquía.

El régimen turco incluso estrecha relaciones con la Venezuela bolivariana acosada por los EEUU, el colmo del desafío en su contra.

La ruptura paralela del emirato terrorista wahabí de Qatar con su hermano gemelo la dictadura wahabí saudí crea un eje Turquía-Qatar que se acerca cautelosamente a Irán y concentra su ayuda sobre un sector de los denominados “rebeldes”, léase una fracción pro turca del amasijo terrorista concentrado en Siria e Irak.

Turquía se compromete con Rusia e Irán en controlar las bandas criminales jihadista bajo su mando en Idlib. Pero Erdogan incumple el pacto y estas bandas reactivan el terrorismo a gran escala contra la población civil siria y las posiciones del Ejercito árabe sirio.

El oportunismo de los EEUU y la OTAN

No pierden ocasión los EEUU que dirigen la OTAN para tratar de convertir la ofensiva liberadora y purificadora del Ejército Árabe Sirio lealmente respaldado por Irán, Hezbolá y Rusia en una crisis mayor de Turquía con Rusia. Tanto Trump, como el encargado de su gobierno para Siria como el secretario y el alto mando de la OTAN han multiplicado sus expresiones de apoyo al régimen reaccionario turco.

Pero Turquía no se atreve a atacar a gran escala a Siria, Irán y Hezbolá por temor a la respuesta implacable de Rusia. Algunas fuentes señalan que la aviación rusa ya ha liquidado decenas de tanquies y blindados turcos entrados ilegalmente en Siria (http://avia-pro.fr/news/turciya-grozit-postroit-neboskryoby-iz-cherepov-ubityh-rossiyskih-voennyh)

El “Hermano” Erdogan no es realmente un aliado fiable para nadie. Su política expansionista refleja los intereses de la burguesía de su país que ha aprovechado las oportunidades de negocio y expansión abiertas tras la caída del campo socialista. Las bases contradictorias y frágiles sobre las que se asienta su república (laicismo frente a religión, alianzas contradictorias, indefinición en objetivos exteriores, desigualdades interiores…) lo van a convertir en el “hombre enfermo” como era el Imperio otomano en su agonía.

Sólo una revolución democrática profunda la convertiría en un país realmente fuerte, unido, libre, próspero e influyente.

Por el momento es la creciente fuerza política, diplomática y militar de Rusia en Oriente Medio y el Mundo el principal baluarte para contener el belicismo turco y de la OTAN.

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