Creo que es lo único que me falta por escuchar a los propagandistas del gobierno PSOE-UP. No es que yo espere mucho del nuevo gobierno, pero es realmente sorprendente la agresividad de sus defensores, que están predispuestos a justificar cualquier tipo de iniciativa que salga del Ejecutivo actual, sea cual sea.
Tampoco es un fenómeno nuevo, en España la cosa del chovinismo de partido político esta muy arraigada, sobre todo en el votante socialista. Yo mismo lo he comprobado en mi casa con mi padre, un obrero traicionado periódicamente por el PSOE, partido al cual defiende de forma fanática como un aficionado del Barcelona o del Madrid defiende los atracos que sus equipos perpetran cada fin de semana, que tienden a ser más escandalosos cuando se enfrentan a equipos sevillanos, dicho sea de paso, y así aprovecho este espacio para constatar la envidia cósmica hacia Sevilla que destila el resto del universo y que se materializa en este tipo de injusticias cotidianas.
Lo que si resulta novedoso es que ese fenómeno haya cambiado de bando y le afecte también a la anteriormente conocida como izquierda transformadora. Una especie de cutre culto a la personalidad donde cualquier pamplina que salga de la boca del tandem político Iglesias-Garzón, o de algunos de sus comparsas, se convierte en algo «socialmente relevante», en una iniciativa maravillosa nunca antes vista o en impresionante movimiento táctico que permite avanzar en la guerra de trincheras de la política institucional.
Especialmente patético y desolador resultan los giros en la concepción de la política institucional y comunicativa. En menos de un micro-segundo se ha pasado de denunciar el palco del Santiago Bernabeu, decir que llevarte tu bebe al congreso es una actividad subversiva o apelar a la bancada derechista con tono barrio bajero (por que la diputada Montero era de barrio, oiga) a cumplir a rajatabla con el simbolismo de lo políticamente correcto, juramentos, loas y aplausos a la institución monárquica incluida.
Nos cuentan que la subida de salario mínimo interprofesional de 1,66 euros al día, que el hecho de que la actual Ministra de Trabajo es la primera que habla de siniestralidad laboral en las redes sociales (una avance sin duda, porque ya no habla de que su hija no podrá ser alta ejecutiva de una gran empresa por la discriminación hacia las mujeres, no conocerá a Ana Patricia Botín, la señora ministra), o que el Ministerio de Consumo tiene ahora una cuenta en tinder donde anunciará que regulará (sin prohibir) la publicidad de las casas de apuestas, compensa con creces este tipo de concesiones hacia la Monarquía y el Régimen del 78, y que claro, deberíamos de opinar en torno a cosas concretas y no en torno a chorradas que son mas simbólicas que otra cosa.
A un servidor, le gustaría opinar sobre el plan de industrialización del Gobierno de Progreso, o la derogación total de las reformas laborales del PP, o sobre el plan para intervenir los precios de la cesta de consumo básico, o de los alquileres, o sobre el plan para nacionalizar las eléctricas, la banca publica, la subida del IRPF a las rentas más altas, la eliminación de las Sicav y de los impuestos indirectos que pagan por igual currelas y empresarios, la recuperación de los 60 mil millones del rescate bancario o el cese del apoyo español a los planes imperialistas de la OTAN en Oriente Medio (bases de Rota y Morón, misión militar española en Turquía). Pero por desgracia no podemos opinar de nada de eso, porque no existe iniciativa alguna en torno a ello.
Tendremos que opinar por tanto, sobre que aquellos que pretendían mantener abierta la crisis del Régimen del 78 mediante un gobierno con el PSOE, la están cerrando con ellos dentro (y calentitos). Que los que pedían soberanía frente a Bruselas, Berlín o París están ejecutando las políticas que allí se diseñan para profundizar en la desindustralización y la dependencia en nuestro país (Agenda 2030). O que el compromiso con las políticas de austeridad que diseña la UE lo quieren tapar con medidas simbólicas sin coste alguno para oligarcas y banqueros pero que permitan barnizar otro gobierno neoliberal con una patina progresista, tal y como hizo el Presidente Zapatero, que por cierto ha pasado de ser el hombre que modifico la constitución después de una llamada de Merkel, a un gran estadista y el mejor de los ex-presidentes.
Más aún, esta patina la van a dar a base de adobarlo todo con políticas de la identidad, para beneficiar a ultra-minorías irrelevantes y fraccionar aún más a la clase trabajadora, o a jugar con la memoria histórica y democrática de las luchas obreras y populares de nuestra país, donde un día se tienen dudas sobre la legalidad de airear la hoja de servicios de un torturador y al día siguiente se va a ilegalizar la apología del franquismo, y dos huevos duros, claro.
Así, que aunque les pese a muchos, la semana que viene seguiremos hablando del Gobierno.