Si no es la posmodernidad ¿Entonces qué?

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Probablemente, El Diario El Común, sea el único medio de comunicación de todo el país que se defina como “anti posmoderno”. Dada la hegemonía que la condición posmoderna goza en nuestra sociedad, entendiendo, como Fredric Jameson, que “la posmodernidad es la lógica cultural del capitalismo tardío”, surgió la pregunta: si no es la posmodernidad, ¿entonces qué?

Aunque la mayoría de las líneas programáticas y políticas de la izquierda española actual son predominantemente posmodernas, las relaciones entre marxismo (marco desde el que hablo) y posmodernidad nunca han sido fáciles. Así, para el marxismo aparece una estrecha relación entre la posmodernidad y lo que Lukács denominó como apologética indirecta del capitalismo, mientras que para el marxista español, José María Laso, con “la posmodernidad se produce un intento ideológico de sustituir la revolución –como motor de la historia– por el mero automatismo mecánico de las fuerzas productivas”.

De esta forma, para una parte importante del marxismo, los elementos de irracionalismo, escepticismo, nihilismo, esteticismo e individualismo exacerbado, que impregnan las distintas variantes de la ideología posmodernista, pueden encontrar apoyo las tendencias al abandono de la acción social y política transformadora y al narcisista y gratificante repliegue a la privaticidad y las identidades fragmentadas, según el ensayo de Daniel Bernabé.

Asimismo, la idea de que todo puede ser motivo de ocio y todo puede ser divertimento, expresa esta nuevas condiciones del orden capitalista en el marco cultural, donde el capitalismo sigue operando pero encubriendo cualquier antagonismo: la realidad es de explotación y beneficio pero el horizonte que se ve es el ocio.

Sin embargo, y compartiendo estas afirmaciones, hay que entender que la posmodernidad define una específica forma de la estructura social y unas reglas de construcción subjetivas de las que hay que partir. Cualquier intento de intervenir desde el punto de vista del arte o la política necesita de tener en consideración esta realidad.

La irrupción en todas las esferas de la vida social de la incertidumbre radical, deberían ser, el punto de partida para la reconstrucción de una política cultural que parta del realismo social -o mejor, comunista- en la sociedad actual. Definido en positivo, la pretensión del artículo es responder a la pregunta de ¿cómo sería una intervención cultural desde los postulados estéticos del realismo comunista en la actualidad? Respuesta que formulo, siguiendo al crítico César de Vicente, en diez tesis.

Diez tesis para un realismo comunista hoy

Tesis 1: El criterio para saber si una obra es comunista y realista no es su temática sino su procedimiento. Lo central no es solo las condiciones materiales sino también ideológicas, en la que se lleva a cabo la producción cultural. Así, como ejemplo tenemos el libro Somos Coca Cola en Lucha (Editorial La Oveja Roja, 2016), libro que se presenta como una autobiografía colectiva, escrito y concebido por los propios obreros de la fábrica de Coca Cola de Fuenlabrada víctimas de un ERE, cuyo proceso de escritura y edición ha supuesto una de las mayores intervenciones de la cultura obrera en España de los últimos años.

Tesis 2.- Las obras del realismo comunista producen ideas, imágenes y representaciones sociales correctas, algo que las separa de la ideología –burguesa- (producción de sentido). Por tanto, están sometidas a la valoración social de si esa obra responde o es fiel a la realidad, la práctica social y los acontecimientos que la misma dice expresar. Las obras del realismo comunista no se valoran por su apego y fidelidad a un canon estético sino a la realidad, dado que las obras del realismo comunista no pretenden alcanzar el lugar de la tradición, ni ser incorporadas al canon hegemónico, sino actuar en la modificación consciente de la vida social hacia una sociedad comunista.

Tesis 3.- Las obras del realismo comunista tienen por objeto el conjunto existente de antagonismos (no los problemas, materia del reformismo) sociales reales, como la catástrofe ecológica, el patriarcado, la lucha entre excluidos e incluidos, la explotación. Las obras del realismo comunista parte de la crítica y abolición de todos los imaginarios y representaciones alienadas.

Tesis 4.- El arte del realismo comunista se funda en una radical historicidad, sometidos, por tanto, a describir las determinaciones históricas. Así, no vale con plantear solamente situaciones conflictivas, hay que ver las determinaciones que conducen a esas situaciones conflictivas. Asimismo, las obras del realismo comunismo versan sobre la materialidad, incorporando solamente elementos y entidades materiales reales o posibles, tanto de carácter conceptual como objetivo, desplazando con ello las tendencias idealistas e historicistas. Para el nuevo arte proletario, lo cotidiano y la épica del hombre y la mujer común, se convierten en el eje de su despliegue.

Tesis 5.- La forma de las obras del realismo comunista, su estructura compositiva, es el conflicto sobre lo común. Por lo común se entiende todos aquellos recursos bajo régimen comunal para el que una comunidad establece un modelo de gestión con el objetivo de hacerlo sostenible, así como las relaciones sociales que derivan de ello. Desde esta perspectiva, un recurso no es por sí mismo lo común puesto que va a necesitar un conjunto de dispositivos (normativos, humanos, sociales, etc.) que van a darle esa entidad. Lo común es la riqueza común del mundo material y los resultados que son necesarios para la interacción social y la producción ulterior como saberes, lenguaje, códigos, información y afectos.

Tesis 6.- Los artistas realistas muestran sus contradicciones entre el ser humano y sus relaciones, y muestran las condiciones bajo las cuales aquellas se desarrollan, así como las contradicciones en la estructura sistémica de las sociedades. No basta con reflejar a los seres humanos, las obras del realismo comunista deben obligarse a reflejar las estructuras sociales.

Tesis 7.- Las obras del realismo comunistas no se consideran piezas independientes, por el contrario: a) forman parte del movimiento crítico y de acción política (una obra por sí misma no cambia el mundo); b) tratan de alcanzar una masa crítica suficiente condensando una serie de equivalencias entre múltiples demandas; c) establecen redes y conexiones mediante citas, actos conjuntos y tareas colectivas.

Tesis 8.- El sujeto de las obras de realismo comunista es el nuevo proletario, aquel formado por el potencial constituyente y revolucionario de la fuerza de trabajo posfordista. El cuidatoriado femenino, el proletariado digital, el nuevo asalariado urbano de las metrópolis capitalistas y del sujeto popular de las zonas rurales y la España del interior, junto a otras expresiones del proletariado y asalariado conforman el sujeto popular no representado por la cultura y la política burguesa contemporánea.

Tesis 9.- Los artistas del realismo comunistas se proponen también recobrar el pasado del mundo, según la conocida propuesta de Franz Fanon, en tanto que memoria de las luchas en las que alguien se ha negado a dominar a otro.

Tesis 10.- Las obras del realismo comunista parten de una geografía concreta, de una espacialidad en la que tiene lugar su contenido y su forma, desenvolviéndose en un marco territorial concreto: ser un arte meridional; y que tiene es la periferia su escala geográfica principal. Así el barrio obrero, la periferia urbana, el área metropolitana, el territorio rural, las ciudades no capitalinas, las geografías olvidadas por la globalización, forman la espacialidad concreta del nuevo arte comunista. Las obras del realismo comunista son por tanto, nacional populares.

Si para Vladímir Mayakovski, en su histórico artículo A quién muerde el Lef (Frente artístico de izquierdas), el arte soviético supuso una ruptura con el arte moderno, y de su comprensión, la lucha por el común, supone la superación de la posmodernidad y el nuevo fundamento del arte –y la política- comunista hoy.

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Eddy Sánchez
Eddy Sánchez (Maracay - Venezuela, 1973). Residente en España desde los 14 años. Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca y en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), facultad en la que recibió el Premio extraordinario fin de carrera. Doctor en Economía de la UCM. Profesor de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM, en la que imparte clases de Geografía Política y Geopolítica. Dirige la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM) desde 2014 y es coautor del libro ¿Alternativas al neoliberalismo en América Latina? Las políticas económicas en Venezuela, Brasil, Uruguay, Bolivia y Ecuador, editado en 2013 y autor del libro "Empresas transnacionales, capitalismo español y periferia europea. Causas y consecuencias de la dependencia tecnológica española", editado en 2016.

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