La emergencia de una izquierda soberanista

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No podemos prever las consecuencias que se derivan de la crisis abierta por el coronavirus (COVId-19), pero sí afirmar que las cosas no van a volver a ser iguales. Y es que a día de hoy, el impacto moral del coronavirus es mayor que el sufrido por la quiebra de Lehman Brothers en 2008.

Dicho impacto, unido a las aún terribles consecuencias de la crisis económica, llevan a sectores cada vez más importantes de nuestra sociedad a reclamar el regreso de un Estado fuerte. Sectores populares reclaman en todas partes lo mismo: soberanía, Estado, orden, protección, seguridad, futuro. El escenario político en el que estamos, es a nivel de debate de masas, de nuevo, Estado vs mercado.

No es intención en el presente artículo realizar una necesaria puntualización de lo que para los marxistas es el Estado, pero al respecto me remito al filósofo comunista italiano Domenico Losurdo, quien en su obra El marxismo occidental (2017), hace un alegato a favor del marxismo oriental y su razón de Estado, que empujó la industrialización rusa, las luchas de liberación nacional o el “gran salto chino”. Mientras, el marxismo occidental se quedó, para Losurdo, aislado socialmente, sumido en los sueños imposibles de su antiestatismo.

El enemigo a los ojos de crecientes sectores de nuestra sociedad es la globalización y sus políticas liberalizadoras, realidad que en su forma local, no es otra que la Unión Europea. En un contexto de incertidumbre y sensación de desamparo, van apareciendo muchos signos que van en la dirección de un posible reclamo en favor de una renacionalización de la política en España, ante los cambios subjetivos, culturales y políticos de un orden nuevo que se abre en Europa y que podríamos denominar como “postdemocrático” y “oligárquico”. Como muestra tenemos la funesta actitud en Lesbos por parte de la UE, o el fundamentalismo neoliberal que desprende el Banco Central Europeo con Christine Lagarde ante la crisis COVId-19.

Así, los procesos de desnacionalización habrían generado dentro de la predominante izquierda poscomunista, un nuevo cleavage trasnacional que confronta dos polos opuestos: TAN/GAL, es decir, “Tradition/authority/national versus green/alternative/libertarian. Para este importante sector de los partidos de izquierda, la línea divisoria actual no estaría entre la izquierda y la derecha, sino entre los que abrazan el cambio y los que quieren conservar el pasado, siendo su eje la defensa de un individualismo horizontal, donde la identidad y los derechos humanos predominan en un programa político basado en el individuo como centro de la transformación, la centralidad de la sociedad civil y los derechos civiles, el rechazo de la mediación política.

Otro de los discursos hasta ahora influyentes dentro de la izquierda, situaría el eje de intervención en la capacidad y potencialidades que aportan las nuevas tecnologías de la información y su aplicación a la práctica política. Sin embargo esta “utopía tecnológica”, choca con la percepción que los sectores populares tienen de lo que podríamos denominar como digitalización. Iríamos a una contraposición entre una economía basada en los flujos, opuesta a una economía basada en el territorio, apareciendo como reclamo una vuelta a la territorialidad del poder y la economía, entendida como una apropiación colectiva de un espacio que busca de nuevo en programas que reclaman desarrollismo más servicios públicos, la base política de los potentes “terueles existen” que se van conformando por gran parte de la España vaciada.

La digitalización no ha producido la esperada liberación de energías creativas, autorrealización y cooperación con el que suele engalanarse el discurso del emprendimiento y de algunas izquierdas, sino que producen la rápida amortización de millones de empleos tradicionales, pero también una suerte de nuevo taylorismo digital, del que empresas como Amazon resultan obviamente paradigmáticas.

Igualmente, estas tecnologías y algunos de sus correlatos como la economía colaborativa, que explotan las posibilidades de internet para romper viejas formas de mediación económica, constituyen ejemplos típicos de autoemprendimiento. Al considerar casos como los de Airbnb o Uber se muestra una forma de condición precaria asalariada en el que el trabajador, bajo la figura cada vez más inasumible del “empresario de sí mismo” asume todos los costes sociales del trabajo. Aún más sombrío es el pasaje en el que se analizan los efectos políticos y subjetivos de la economía de la red y lo que constituye su principal fuente de alimento, los datos personales que a diario volcamos en nuestro móvil y en las redes sociales al tiempo que produce individuos completamente vulnerables a las nuevas modalidades del poder digital.

El abrumador avance de las políticas neoliberales y sus consecuencias, llevan a un momento como el que vivimos, a un clamor creciente en favor de concentrar en el Estado competencias y capacidad de actuación, algo que solo puede resolverse a través de la política soberana, lo cual nos remite a un debate aún pendiente: la emergencia en España de una izquierda soberanista.

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Eddy Sánchez
Eddy Sánchez (Maracay - Venezuela, 1973). Residente en España desde los 14 años. Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca y en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), facultad en la que recibió el Premio extraordinario fin de carrera. Doctor en Economía de la UCM. Profesor de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM, en la que imparte clases de Geografía Política y Geopolítica. Dirige la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM) desde 2014 y es coautor del libro ¿Alternativas al neoliberalismo en América Latina? Las políticas económicas en Venezuela, Brasil, Uruguay, Bolivia y Ecuador, editado en 2013 y autor del libro "Empresas transnacionales, capitalismo español y periferia europea. Causas y consecuencias de la dependencia tecnológica española", editado en 2016.

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