Por un país para la clase obrera

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Trabajadores y trabajadoras, la lucha de clases no se ha detenido.

En este 1º de Mayo queremos saludar especialmente a todos los sectores de nuestra clase que, en la orientación de lucha de esta jornada, sienten la necesidad de colocar en el debate público que la clase obrera es la generadora de toda la riqueza social de nuestro país.

Hasta el momento, el Gobierno socialdemócrata ha llevado a cabo una gestión de la crisis que deja muy claro cuáles son los intereses que defiende prioritariamente: los intereses de los monopolios, de los grandes capitalistas. Nada hace pensar que, en la gestión de la gravísima crisis económica (y militar) que se ha desatado, sus medidas vayan a ser de naturaleza distinta.

El Gobierno socialdemócrata se ha colocado del lado de los intereses patronales, priorizando el mantenimiento de la producción capitalista.

«Cuando la burguesía aprieta, los gobiernos capitalistas se arrodillan».

Esta situación no es nueva, la socialdemocracia está jugando el mismo papel que ya intentó en la primera fase de la crisis de 2008. Ahora pretenden volver a aplicar las mismas herramientas que ya se demostraron fallidas entonces, ya que no conciben ninguna medida de protección de los trabajadores y trabajadoras que no pase por la salvación de los capitalistas.

Estamos asistiendo a un fortalecimiento del papel del Estado en la economía, pero esta mayor intervención estatal irá encaminada a salvar los intereses monopolistas. El caso de Bankia demuestra cómo entienden las nacionalizaciones los gobiernos capitalistas: se pasan a manos públicas las empresas para socializar las pérdidas y, una vez saneadas, se regalan al capital privado.

Este Gobierno, como todos los partidos capitalistas, no puede asumir que la única clase esencial en la sociedad es la clase obrera. Los trabajadores y las trabajadoras, los explotados.

Se ha demostrado ya en la Historia que es posible una sociedad sin explotadores, pero jamás podrá sobrevivir una sociedad sin trabajadores.

Con sus propuestas para sostener el capitalismo, sean más agresivas o menos para la mayoría obrera y popular, tanto las formaciones de la coalición de gobierno como el resto de partidos capitalistas unen su destino al de quienes se enriquecen con la explotación del trabajo ajeno.

Como gestores de los intereses de los capitalistas, deben ser considerados enemigos de los intereses de los trabajadores. No hay conciliación posible cuando las contradicciones de la sociedad capitalista son más evidentes que nunca y cuando sus esfuerzos se destinan a garantizar que quienes la superen sean los que nos explotan cada día.

Ellos legislan para los dueños de las empresas, nosotros luchamos por los intereses de los que generan toda la riqueza social.

Gobierno, oposición y patronal están de acuerdo en promover una rápida flexibilización de las condiciones de trabajo en beneficio de los empresarios. Apuestan por un modelo que va mucho más allá del actual pero que ya está anunciado en las últimas reformas laborales, que este Gobierno no quiere tocar más que superficialmente.

La máxima flexibilidad interna en las empresas para beneficio patronal viene presentándose desde hace años bajo el engañoso nombre, apadrinado por las instituciones de la Unión Europea, de “flexiseguridad”. Hasta ahora, estaba ya presente a través de las “bolsas de horas”, de las jornadas irregulares, del recurso a subcontratas y ETTs, de las modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo y de toda otra serie de medidas introducidas en las reformas laborales de las últimas décadas.

Los sectores más jóvenes de nuestra clase y de nuestro pueblo están sufriendo especialmente esta crisis, como ya ocurrió en 2008. Ellos son hoy quienes más directamente conocen el modelo de explotación que se quiere generalizar: salarios de miseria, precariedad laboral permanente, contratos parciales y a demanda, proliferación de falsos autónomos y un largo etcétera.

Con la excusa de la crisis, los capitalistas aspiran a dar el paso hacia la generalización del trabajo a demanda; el modelo que se ha conocido como la “uberización” de la economía, que viene acompañado de una brutal campaña ideológica destinada a romper la conciencia de clase y el carácter colectivo de las relaciones laborales, para lo cual es esencial la erosión del movimiento sindical.

El papel de las organizaciones sindicales a diario en los centros de trabajo es insustituible. Los cientos de miles de sindicalistas que luchan en las empresas del país conforman la primera línea en la batalla que se está desarrollando, pero para luchar con efectividad necesitan una dirigencia que no se alinee con las tesis socialdemócratas bajo el argumento del mal menor.

El Gobierno, los partidos capitalistas y la patronal nos quieren disciplinadamente detrás de los intereses de la burguesía española para el futuro que viene. Nos quieren defendiendo los intereses de los empresarios en lugar de peleando por nuestros propios intereses.

Nuestra respuesta debe ser firme.

Nuestra respuesta es que se puede y se debe construir un país en el que los intereses primordiales sea los de quienes producen la riqueza social con su trabajo, y no los de sus explotadores.

Por ello, en este 1º de Mayo, decimos abiertamente que el único objetivo debe ser construir un país para la clase obrera.

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