Organizarse o morir- Los taxistas contra el capitalismo de plataforma. Capítulo I Parte 4

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En cuanto a mi actividad en redes sociales, tuve la oportunidad de realizar una prueba como responsable  de los perfiles de Twitter y de Facebook (Community Manager) de un servicio público relacionado con los derechos de los consumidores, lo que hizo que mis intervenciones fueran aumentando al tener la posibilidad de estar totalmente activo en la red social prácticamente durante toda mi jornada laboral.

Mi labor básicamente consistía en dar a conocer y recibir feedback sobre un servicio público de atención al ciudadano través de redes sociales, ya que en ese momento y pese a llevar varios años de actividad, seguía siendo muy desconocido para la gran mayoría del público, por lo que además de poder hacer llegar los resultados a mis responsables para que pudieran determinar una estrategia, se podía conseguir generar algo de impacto, por lo que para realizar esta función que tuve que hacer varias formaciones específicas, lo cual me ayudó  a aprender a gestionar perfiles de instituciones con muchos protocolos y con una serie de normas más estrictas y rígidas que las de cualquier otra organización, por lo que en pocos meses con toda la experiencia que había adquirido y gracias a que con el pretexto de la prueba podía tener Twitter abierto en todo momento durante el trabajo, conseguí registrar muchísima más actividad en la conocida red social, lo que provocó que el crecimiento de mi cuenta personal comenzase a dispararse, consiguiendo que me hiciera conocido no sólo en el sector, sino también entre otros colectivos. Esto me valió para interactuar más y con un mayor número de taxistas, lo que también hizo que comenzase a recibir de forma privada material como fotos y vídeos en los que se podía ver a vehículos VTC de Uber y Cabify incumpliendo las mismas normas una vez tras otra las cuales, la mayoría de las veces eran tomadas por los mismos taxistas para denunciarlo públicamente.

De esta manera, comencé a recibir todas las semanas sobre todo por WhatsApp y por Telegram decenas de archivos en los que se podían comprobar claramente los abusos que los vehículos de estas dos empresas estaban cometiendo contra los taxistas, para de este modo poder publicarlas en mis perfiles dado el crecimiento que estaban experimentando y a la vez, compartirlas por todos los canales a los que tenía acceso ya que al conocer a más gente, tenía la oportunidad de tejer una pequeña red para llegar al mayor número de ciudadanos y ciudadanas, pero también de medios, políticos y periodistas con el fin de conseguir la máxima repercusión posible. Para ello, mientras rebotaba los videos y las fotos que me llegaban por medio de la mensajería instantánea, Twitter me servía de herramienta para canalizar toda esa información y usarla para dar a conocer de primera mano lo que los taxistas tenían que sufrir prácticamente a diario por culpa de estas prácticas a un radio más amplio fuera del sector, sobretodo a perfiles que en un principio parecían inalcanzables, pero que eran de gran importancia para conseguir difusión o que pudieran conocer lo que estaba sucediendo. Además, una vez disponíamos de estas pruebas también podíamos poner en el foco al Ayuntamiento de Madrid de Manuela Carmena y a la Comunidad de Cifuentes para señalarlas como culpables al ser las administraciones responsables de controlar y de tomar medidas ante  los abusos de Uber y Cabify contra los taxistas.

El caso es que en poco tiempo y gracias a este trabajo, conseguí que un periodista bastante importante se pusiera en contacto conmigo muy interesado en comprobar lo que estaba sucediendo tras haberle hecho llegar un vídeo en el que se podía ver un VTC captando ilegalmente pasajeros en el aeropuerto de Madrid a plena luz del día y sin que nadie hiciera nada.

Fué todo un logro ya que en ese momento nadie de la prensa nos hacía caso más allá de publicar información sobre algunos altercados que se suponían que habían sucedido en las últimas manifestaciones, los cuales y como se desveló posteriormente en la investigación de los Uber Files, habrían sido provocados para criminalizar las protestas de los taxistas de cara a la opinión pública y meter presión a las administraciones, por lo que de este modo tuve la oportunidad de poder explicarle todos los problemas que estaban sufriendo los taxistas  lo mejor que pude, ya que en ese momento llevaba poco tiempo trabajando con los grupos de Twitter y además, tampoco era algo que estuviera viviendo de primera mano en la calle. No obstante, de manera inesperada para mí, al periodista la situación le llamó mucho la atención, por lo que me pidió que le diera información concreta sobre las diferentes ubicaciones en las que estaban ocurriendo los hechos que habíamos denunciado con el fin de realizar una investigación y poder publicarla en uno de los medios en los que trabajaba. Pero por desgracia y como señalaba, pese a participar en varios grupos de taxistas, en ese momento no disponía de tanta información para poder trasladarle, por lo que pedí ayuda a un compañero que pertenecía a una de las asociaciones más importantes en ese momento en Madrid. Este accedió y me puso en contacto con una de las personas que se suponía que era responsable de vigilar a los VTC de Uber y Cabify para avisar a la policía en caso de detectar que estuvieran violando la ley, lo que en la mayoría de las ocasiones se trataba de captaciones  ilegales o de encontrarse con los coches estacionados sin tener servicios previamente contratados, delitos por los que incluso a día de hoy se siguen sancionando a miles de vehículos de éstas plataformas año tras año y que los medios ocultaban en ese momento.

Desgraciadamente, por culpa de este hecho descubrí que en un sector tan heterogéneo como el taxi, en el que se suponía  que todos los taxistas tenian los mismos intereses en la lucha contra Uber y Cabify, también había algunos que sólo pretendían “ponerse medallas” que no eran suyas y aprovecharse del trabajo de los demás, (más bien del mío) aunque con ello estuvieran perjudicando al resto de compañeros y compañeras como pasó en este caso, mandando al traste una operación que podía haber significado la contraofensiva del sector a nivel mediático para poder recuperarse de la brutal campaña contra los taxistas que supuso la vuelta de Uber y que dio origen a una cadena de  ataques en los medios se sucedían prácticamente todas las semanas.

En un momento en el que no sabíamos ni por donde nos caían los palos por parte de los medios, tuvimos en nuestra mano haber demostrado a la opinión pública que los vehículos de Uber y de Cabify se dedicaban a vulnerar todas las normas día sí y día también ante la pasividad de las autoridades y de las administraciones competentes, pero por puro egoísmo y ansias de protagonismo, lo perdimos. Supongo que en todos los sitios cuecen habas pero de verdad, no sabéis la rabia que me da cada vez que lo pienso. Debería haberme dado cuenta desde el principio, sobre todo cuando la persona con la que contacté para que me diera la información, únicamente insistía en saber quién era ese “famoso” periodista para hablar con él directamente en lugar de preguntarme por la labor que iba a realizar con todos esos datos. 

Sí, la persona a la que me habían dirigido porque supuestamente era uno de los responsables de vigilar a Uber y Cabify y que se suponía que  tenía la información necesaria para que uno de las periodistas más importantes de este país en ese momento pudiera realizar una investigación que iba a demostrar que los taxistas tenían razón, únicamente se dedicó a intentar de manera obsesiva que le desvelase la identidad del periodista y que le diera su contacto para poder hablarle de su libro y el de su asociación el lugar de dejarle que hiciera su trabajo.

Y todo ello pese a que no dejé de insistirle que el periodista no quería nuestra opinión y menos siendo parte afectada, sino que estaba buscando comprobar por su cuenta y riesgo lo que estaba sucediendo con Uber y Cabify en Madrid para poder publicar un artículo totalmente objetivo, por lo que al final no llegamos a nada. Finalmente pedí disculpas al periodista bastante avergonzado por haberle hecho perder el tiempo y aprendí una gran lección: No dejes que nadie se aproveche de tu trabajo para sacar el rédito que no ha conseguido con el suyo. Y por supuesto, no dependas de la información de nadie que no conozcas aunque creas que compartís intereses porque muchas veces, el rédito personal está por encima del bien común, por muy ilógico que pueda parecerte.

Irónicamente poco más tarde pude comprobar cómo esa misma persona estuvo durante mucho tiempo detrás del mismo periodista sin ningún éxito y sin saber que era el que estaba tras la acción que podríamos haber realizado y que por su egoísmo y por su obsesión de llevarse todo el mérito, no salió adelante. De todas formas,  pese a este problema he conseguido tener una relación correcta con él, ya que pese a que en muchas ocasiones ha mostrado públicamente su animadversión por Podemos en la época en la que yo era candidato de la formación morada, siempre ha defendido a los taxistas sin tener ninguna necesidad de hacerlo más allá de lo que somos como servicio público frente al peligro de Uber y más tras este capítulo, pero lo cierto es que me supo bastante mal haberle hecho perder el tiempo de esa manera.

No obstante esta no sería la última vez que tejería una conexión con este tipo de perfiles en Twitter, pero obviamente siendo yo el que manejaba la información y los tiempos.

De hecho, al haber aprendido de esta experiencia, me puse a trabajar por mi cuenta y posteriormente conseguí que se publicase un artículo sobre las conexiones de Uber y Cabify con partidos de la derecha en la Comunidad de Madrid que llegó a generar bastante impacto ya que explicaba las relaciones de algunos miembros del PP o Ciudadanos del gobierno regional con empresas y propietarios de vehículos VTC o directamente con las mismas plataformas, algo que conseguí que se pudiera sacar adelante haciendo prácticamente todo el trabajo de investigación sin contar con la ayuda de nadie. Una labor que realmente no fue más que actualizar toda la información que ya teníamos preparada de algunas acciones judiciales que habíamos estado llevando a cabo años antes, ya que mes tras mes la lista crecía, pero que nuestro ex abogado no consideró utilizar para el trabajo por el que le habíamos pagado, el cual al final acabó siendo bastante lamentable.

Volviendo al artículo, recuerdo que el periodista al revisar el dossier con los datos que le remití para que pudiera escribir la pieza, me comentó que le había gustado mucho trabajar conmigo porque tras contrastar todos los datos que le remití, pudo confirmar que eran exactos al milímetro. No obstante, en este caso la situación también fué irónica porque este mismo periodista al que le gustó tanto mi trabajo, fue el que más tarde provocó que yo mismo comenzase a publicar algunas noticias ante su pasividad (o negativa) de sacar otra información que le hice llegar, gracias a la oportunidad que me brindó el diario “El Común”, un medio alternativo de izquierdas del que incluso llegué a ejercer como jefe de sección y con los que estaré eternamente agradecido por haberme enseñado tanto y darme la oportunidad que otros me habían negado, como fué este caso. 

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