Hablar como quien tira globos de colores

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Por Pilar Aguilar Carrasco

El miércoles, día 5, Pedro Sánchez anunció las seis prioridades de su gobierno: «competitividad económica, dignidad laboral, estado del bienestar, vivienda, paz e igualdad». 

Salvo los fans-fans todo el mundo (tanto los amigos como los oponentes) sabe que son verbosidades ¿La prueba? nadie se inmutó, ni le dio mayor importancia, ni para bien, ni para mal. ABC y La Razón se quejaron blandamente, claro. El País lo alabó (blandamente también). Y, a otra cosa, mariposa.

Porque qué es eso de ¿”dignidad laboral”? ¿Significa que los jefes deben llamar de usted a los trabajadores mientras los explotan? ¿Hablan de paz mientras financian guerras? ¿”estado de bienestar”? ¿Y qué harán para frenar el deterioro de la Sanidad Pública? ¿Y qué planes tienen para el 20,2 % de la población española, es decir, unos 9,7 millones de personas, que está en riesgo de pobreza?

Pero, sobre todo, resulta execrable el silencio del Presidente sobre los graves problemas que sufren las mujeres. Algunos, idénticos a los que afectan a toda la población, pero en grado agudo: las mujeres son más pobres, más precarias, más explotadas, están peor atendidas por la sanidad, etc. etc. Y, además, padecen brutales violencias específicas. Este año ya han sido asesinadas 74, nueve por mes. Los datos oficiales rebajan la cifra a 35 porque solo cuentan  los casos donde el vínculo entre el asesino y la víctima es de pareja, de modo que no contabilizan madres, hijas, “amigas”, prostituidas y demás. Con todo, son cuatro asesinatos mensuales.

Seguro que los fans-fans dirán: «Bueno, el Presidente ha mencionado la igualdad». Pero, en un mundo basado en la desigualdad, lo mínimo que debemos preguntarnos es ¿igualdad de quién, con quién y en qué? Usando el cinismo, cabe preguntarse ¿igualdad significa que nosotras también tenemos que asesinar y violar a mansalva? 

Y ya oigo a los fans-fans furiosos reprochándome que haga interpretaciones tan torticeras. Vale, entendamos la igualdad como, desde 2018, la han entendido los sucesivos gobiernos.

Veamos: durante estos seis años, el llamado Ministerio de Igualdad ha funcionado como una potente empresa publicitaria de promoción del transactivismo, dedicándose en cuerpo, alma, presupuesto y personal a convencer a la población de que el sexo biológico no importa sino que cada cual debe elegir el que concuerde con su “identidad” y ese “sentimiento”, que no requiere control ninguno, prima, incluso, sobre cualquier otra consideración, incluidas la seguridad y el bienestar de las mujeres. El Ministerio ha insistido sin descanso en el sufrimiento de los transexuales porque las 50.000 mujeres prostituidas no sufren, ni las que padecen endometriosis sin ser debidamente atendidas, ni las subempleadas, ni las salvajemente explotadas dentro y fuera del hogar, ni las violadas y maltratadas… No. Sufren Carla Antonelli, Samantha Hudson, Jedet, Elisabeth Duval, Mar Cambrollé, Paul B. Preciado, Karla Sofía Gascón, Marina Echevarría y etc. O sea, que si a Duval, por ejemplo, le publican libros, la publicitan en la prensa y la encumbran en los partidos, no es porque sea trans sino a pesar de que lo es. Si no lo fuera, ya le habrían dado el Premio Princesa de Asturias. Y Antonelli no es disputada por su condición de trans sino a pesar de ello porque, si no lo fuera, ya la tendríamos de Presidente de Gobierno. Y otro tanto cabe decir de todos los demás. 

A la promoción del transactivismo, de sus festejos y pompas han dedicado parte de los fondos del pacto de estado contra la violencia; han convertido muchas unidades municipales de igualdad en unidades de “diversidad” (o sea, a mayor honra y gloria de lo trans); han sustituido la educación feminista por el adoctrinamiento queer… y así sucesivamente. En seis años, es prácticamente lo único que ha hecho ese Ministerio porque, considerar que la llamada Ley de Solo sí es sí es un gran avance… 

¿Os imagináis que todo el esfuerzo, las energías, las campañas propagandísticas, el dinero, la dedicación que han puesto en promover el transactivismo lo hubieran puesto en concienciar a la población de que la violencia contra las mujeres es intolerable? 

¿Os imagináis que, en vez de perseguir y castigar a quienes no tragamos con el transactivismo, penaran a los puteros? 

¿Os imagináis que consideraran una prioridad combatir la violencia contra las mujeres?¿Os imagináis que, en vez de “lamentar” cada nuevo asesinato (de la violación ni hablan), pusieran toda la maquinaria y el poder del estado en marcha para concienciar a la sociedad, revisar, completar y mejorar la legislación y las instituciones y estructuras que se ocupan de este problema (judicatura, cuerpos de seguridad sobre todo)?

¿Os imagináis si en todo el sistema educativo se tomara en serio (en serio, repito) la formación afectivo-sexual feminista? ¿Os imagináis que en los centros de enseñanza hubiera una educación feminista digna de tal nombre?

¿Os lo imagináis?  

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