Meloni, el posible flotador de Von der Leyen

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“¡Dios los cría y ellos se juntan! El hipócrita busca al hipócrita; el estafador se entiende con el desheredado; mis enemigos hacen las paces entre sí.”
Pedro Antonio de Alarcón.
La verdad sospechosa

La candidata del eurogrupo del Partido Popular Europeo (PPE), Úrsula Von der Leyen, aceptaría el apoyo de la «extrema derecha amigable» de Georgia Meloni para obtener la mayoría necesaria de 361 eurodiputados como así lo expresó durante la propia campaña electoral con la intención a revalidar un segundo mandato continuista basado en el desarrollo de la industria armamentística abriendo las puertas a un entendimiento con una parte de la extrema derecha.

Robert O. Paxton en su libro “The Anatomy of Fascism» explicaba que para alcanzar el poder, el fascismo histórico necesitó de la alianza con las elites tradicionales —el llamado «compromiso autoritario»—, con las cuales estableció una colaboración «incómoda pero eficaz», asílas extremas derechas europeas no solo han entrado a los parlamentos de muchos de los países europeos, sino también en los gobiernos de varios de ellos como ha sucedido en los casos de Italia, Suecia y Finlandia entre 2022 y 2023.

Al mismo tiempo, los llamados “cordones democráticos”  para aislarlas directamente se han roto, se normalizan y se “desdemonizan” y ganan espacio en el ámbito de la Unión Europea y adquieren mayor capacidad para marcar la agenda del bloque.

El partido Fratelli D’Italia de Giorgia Meloni pasó de ser catalogado como un partido postfascista a ser un aliado “constructivo” europeo en cuestión de meses. Para el lavado de imagen se encargó el presidente del PP europeo, el alemán Manfred Weber, en sus visitas a Italia al Palazzo Chigi, argumentaba: “Mire lo que ha hecho el Gobierno italiano en los primeros meses, Meloni es constructiva en Europa, apoya a Ucrania y no hay problemas con el Estado de derecho en Italia”.

Weber ha definido tres principios claros sobre cuya base el PPE a otras partes a cooperar: ser pro-Europa, pro-Ucrania, anti-Rusia y pro-europeo, Weber también dejó claro por qué necesita a Giorgia Meloni para las soluciones europeas, si el gobierno Meloni no hubiera trabajado de manera constructiva en el pacto migratorio adoptado en el Parlamento Europeo, el compromiso habría fracasado, una buena muestra del rol protagónico que auguraba la extrema derecha en el nuevo Parlamento europeo, serán una pieza clave para conseguir mayorías parlamentarias.

Quien abrió la veda de las alianzas desde la derecha “mainstream” o dominante con la extrema derecha no lo olvidemos, fue Silvio Berlusconi, que en 1994 llevó al gobierno a los neofascistas del Movimiento Social Italiano (MSI) y a los etno regionalistas de la Liga Norte. El resultado es evidente: no sirvió la historia del país transalpino como advertencia.

Ante una izquierda marxista desaparecida organizativamente en Italia —quedó atrás la red capilar de instituciones como las Case del Popolo de Togliatti, clubes de trabajadores donde la gente corriente podía aprender marxismo—, el ascenso de Meloni se vio impulsado por un cambio cultural conservador más amplio que normalizó su punto de vista vinculándolo a la imagen que Italia tenía de sí misma, en un intento de conseguir lo que Gramsci llama «hegemonía». Se lanzó por hacerse con el control de la esfera cultural, instrumentalizó la cultura como organización política que proponga expresamente la disputa de hegemonía y la construcción de poder, desconectándola, sin embargo, de un horizonte emancipador.

Instalada en el Palazzo Chigi, Meloni inteligente copó todos los puestos clave de la infraestructura administrativa cultural del país, una toma de poder en museos, teatros, orquestas, ferias y premios literarios, la Bienal de Venecia y las universidades, un medio a través del cual puede marcar su diferencia con la corriente política dominante.

para hacerse con el control de la esfera cultural.

 La primera ministra italiana es uno de los pocos dirigentes europeos en el poder que no han sido castigados por el electorado, ha reforzado su posición en el palacio de Chigi, mejorando el resultado de las elecciones de 2022 y se confirma como el primer partido de Italia con 6,7 millones de votantes, el 29% de los votos emitidos y tener 24 eurodiputados. Hasta ahora en el Parlamento europeo saliente Meloni era la presidenta del ECR (Conservadores y Reformistas), que se situaba a la derecha del Partido Popular Europeo.

Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija

Paradojas de la vida, Los Verdes (Die Grüne) el partido de la pseudoizquierda posmoderna —otro de los damnificados de los resultados electorales—, ya antes de las elecciones europeas establecieron condiciones claras para la cooperación con el PPE. Después de la clara derrota electoral, ahora están literalmente rogando ser incluidos en las conversaciones informales de coalición. Los principales candidatos del Partido Verde, Terry Reintke y Bas Eickhout, subrayan estos días en cada ocasión: “Estamos preparados para las negociaciones”.

Este devenir europeo de las estresadas democracias liberales que da cabida alianzas inauditas es el sueño insospechado de Albert De Benoist cuando fundó en enero de 1968 el think tank GRECE (Groupement de recherche et d’études pour la civilisation européenne) destinado a influenciar la derecha francesa por la elaboración de «una nueva cultura de derecha» capaz de afrontar la «problemática dominante” cuyo objetivo era ganar terreno al enemigo de clase, gradual y pacientemente.

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