Lindano, socialización de residuos: un barrio obrero sobre veneno

0

Patricia Sío, ex-militante y ex-concelleira de Esquerda Unida. Portavoz Plataforma Antilindano.

O Porriño es un municipio de Pontevedra con algo más de 20.000 habitantes, a 14 kms de Vigo. Como salida hacia Portugal y sur de la península, fue y es un buen asentamiento industrial.

En las afueras del casco urbano, en zona rural, se producía lindano, como en otros países europeos y otras zonas de España (Sabiñánigo o Barakaldo). Es el isómero gamma del hexaclorociclohexano, un pesticida persistente, neurotóxico y bioacumulable por vía oral o cutánea. Es dañino para el ser humano, tanto por exposición directa a grandes cantidades como a pequeñas dosis a lo largo del tiempo (se almacena en la grasa corporal y las mujeres lo pasamos a nuestros hijos a través de placenta y lactancia). Está totalmente prohibida en la UE desde 2008 (sustancia peligrosa prioritaria) y declarado cancerígeno por la OMS en 2015. De 1947 a 1964 la empresa Zeltia comercializó los pesticidas e insecticidas ZZ con este principio activo. Los residuos de una producción muy ineficiente (6 a 10 partes por 1 de producto) unas 1.000 toneladas, se depositaron en terrenos aledaños a la fábrica cedidos temporalmente por el ayuntamiento (contaminando suelo y acuíferos).

Estos restos (una pasta blanca) se usaron, con la colaboración de empresa y administración, para parchear caminos o rellenar fincas por su compactabilidad. Algunos trabajadores también se lo llevaron para uso particular. El olor del lindano impregnaba toda la zona. Su rastro era difícil eliminarlo de piel y cabello. Marcaba a las trabajadoras, que manipulaban el producto en polvo directamente, hasta cuando asistían a las verbenas: “As mozas de Zeltia cheiran (huelen) a ZZ”. No había constancia de su carácter cancerígeno pero algunos mandos intermedios sospechaban ya, extraoficialmente, de su toxicidad también en humanos.

Una vez cesa la producción, por motivos económicos, sobre estos terrenos se construyen a principios de los años 70 un colegio y un primer polígono de viviendas de protección oficial. Niños y niñas juegan sobre él, llegando a usarlo como tiza para hacer dibujos. La convivencia con la sustancia es continuada y normalizada durante décadas. El área de mayor concentración de lindano  coincide con la de mayor densidad de población (4.200 personas) y alberga actualmente: dos escuelas, un instituto, una guardería, un centro de mayores, uno de educación especial, un edificio administrativo, un campo de fútbol, una iglesia, cinco polígonos de viviendas sociales (uno de ellos se abasteció dos años de pozos en suelo contaminado al no disponer de conexión a la red municipal) y el Parque do lindano.

Vigo y su área metropolitana tuvieron un crecimiento acelerado en los 60 y 70. El desarrollo industrial generó una oferta laboral que arrastró mano de obra numerosa desde el interior de Galicia. Estas familias se instalaron en la propia ciudad pero otras muchas acabaron en aquí, junto a una amplia comunidad gitana dedicada a la venta ambulante y proveniente de Castilla-León. Así reunimos la doble condición de zona industrialy patio de atrás de Vigo.

A finales de los 90, con más información sobre el pesticida, cunde la alarma y el vecindario se moviliza. La Xunta hace un primer estudio que culmina con la inauguración por el mismísimo Manuel Fraga en 2001 de un área recreativa en la única zona del barrio sin edificar y supuestamente descontaminada en su totalidad.  Esto no es cierto, está rodeada de una celda de seguridad subterránea que hoy sabemos no cumple las condiciones técnicas exigidas. Sin nombre oficial, se bautiza popularmente como Parque do Lindano. Con esta actuación se vende el relato de que el problema está solucionado, cuando realmente sigue enterrado en todo un enclave edificado y diseminado además bajo carreteras, caminos y fincas particulares de los términos municipales de O Porriño, Mos, posiblemente alguna zona de Vigo y alrededores del embalse que la surte.

A finales del 2017 vuelve a aflorar inesperadamente en otra zona más rural, con unas obras de saneamiento. Al mover la tierra y entrar el tóxico en suspensión más de 80 personas se ven afectadas por exposición e inhalación (problemas cutáneos, respiratorios, ginecológicos y a nivel interno). No existe un protocolo de actuación sanitaria ni medioambiental y empieza el enredo de competencias entre administraciones. Muchos de los pozos están contaminados y eso hace que los vecinos, además de esta exposición extrema, hayan estado acumulando el tóxico durante décadas en sus organismos por ingesta y vía cutánea (aseo, ropa, hortalizas…). Se les dota de traída municipal, se reasfalta sin descontaminar y hasta hoy. A esto se une que los controles de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil vienen detectando y puesto en conocimiento de la Consellería de Medio Ambiente la presencia de niveles altos de lindano en el río Louro (afluente del Miño) desde hace varios años y el origen está localizado en este barrio. Comunicado al ayuntamiento, nadie había informado a los vecinos.

Podría seguir con datos y más datos y narrar reuniones con técnicos de la Xunta y representantes políticos autonómicos y locales. Situaciones surrealistas e indecentes tanto a nivel municipal (PSOE), presiones y amenazas veladas y no tanto, como autonómico (PP), mentiras y amedrentamiento a muchos vecinos en zona rural, con fincas también afectadas, presionando con la obligación legal de asumir a título particular la descontaminación en vez de facilitar una línea de ayudas para solventar una situación de la que eran víctimas. Hay fincas contaminadas cuyos lo ocultan, limitándose a no cultivarlas mientras siguen contaminando acuíferos.

Tras una visita de varios compañeros de Esquerda Unida en 2018 al Parlamento Europeo para unir la petición a la de Aragón y Euskadi, una intervención ante la Comisión de Peticiones en 2021 y la incorporación a una serie de proyectos, solo se ha completado por la Xunta la segunda fase de un estudio iniciado en 1998 pero todavía no se ha descontaminado ni un metro cuadrado de suelo.

Cualquiera que haya leído esto se extrañará, o no, y se preguntará qué estamos haciendo los vecinos. La respuesta es que nada. Las movilizaciones e iniciativas de 2018 a 2021 se canalizaron a través de la Plataforma Antilindano y Esquerda Unida, a nivel municipal y autonómico, y con la ayuda de Ecoloxistas en Acción. Actualmente la Plataforma está parada y Esquerda Unida no tiene representación institucional.

Al abandono de las instituciones, las maniobras de los partidos politicos mayoritarios para desacreditar cualquier reclamación bajo acusaciones de alarmismo, histeria e incluso ignorancia, también se suma la resignación de la población. Vecinos y vecinas dejamos enterrar nuevamente el tema. Unos eligieron no saber desde siempre y otros se ven sobrepasados por necesidades más inmediatas y acuciantes, el veneno no se ve. Al resto nos vence el cansancio.

La sociedad Zeltia fue pasando por distintos accionistas, cambios de denominación y escisiones que, unidos al paso del tiempo y cuestiones normativas varias, hacen imposible exigir responsabilidades legales, que no sociales. En todo caso, las distintas administraciones son responsables de la vulneración del derecho al medio ambiente y del derecho a la salud, al no tomar medidas que los garanticen. No existe ningún estudio sistemático de la afección a toda la población. Sin embargo, se afirma con rotundidad que la incidencia de ciertos tipos de cáncer es la más baja de toda la provincia. Desconocemos, aunque tenemos fundadas sospechas en casos concretos, cómo afecta y seguirá afectando a la salud de quienes lo han ido acumulando en su organismo.

Además habría que planificar la reubicación de cientos de familias. No están los gobiernos de ninguno de los ámbitos competentes dispuestos a garantizar el derecho a una vivienda digna y sobre un suelo no envenenado. Mejor no remover porque esta es la parte más peliaguda. Ningún responsable local ni autonómico viviría en el barrio.

No podemos leerlo como un tema medioambiental y de salud pública porque es mucho más. Es un problema de clase. De entrada, de cómo no se protegió la salud de plantilla en su día (como mínimo se sabía que no era inocuo) y de cómo se edificó un barrio obrero encima de lo que ya no era ni mercantilizable de una producción tóxica.

De querer abordarse, es una carrera de fondo que no interesa a ningún partido político que aspire ya no a gobernar, sino a obtener representación, no vende. Todos van pasando de puntillas. Se va participando en distintos proyectos europeos, algún discurso hueco cuando toca, pero no se acomete ningún tipo de descontaminación.

Este caso, además de demandar la actuación coordinada de todas las administraciones, exige plazos de resolución que no se adaptan a ciclos electorales, Y precisamente, como problema de clase que es, la política institucional, a todos los niveles, no se hace cargo del asunto. Cae fuera de los fines a los que sirve, que no son los nuestros. Todo es consecuencia del sistema económico capitalista, síntoma y consecuencia de su podredumbre intrínseca.

Degradación en beneficio de una minoría privilegiada, nada nuevo. Es el resultado de un modo de producción que no considera límites de ningún tipo, tampoco naturales, ni las necesidades de la mayoría presente ni futura. Se socializan los residuos levantando un barrio obrero encima y repartiéndolo por doquier. La clase trabajadora lo asume todo, enterrado sigue.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.